24/06/2025
Una mujer fue al río a buscar agua y encontró en la orilla a una serpiente herida, que siseaba de dolor y apenas podía moverse. Movida por la compasión, la llevó a casa.
La serpiente le propuso:
—Si me cuidas, yo te protegeré.
Así hicieron un trato.
La mujer cuidó de la serpiente con esmero, no por amor, sino esperando el resguardo prometido.
La serpiente la protegía, pero no por gratitud, sino porque recibía atención.
Por las noches, la serpiente rondaba la casa vigilando.
Por la mañana compartían café y paseaban por el bosque.
Desde fuera, parecía armonía.
Hasta que un día, sin previo aviso, la serpiente la mordió y huyó.
La mujer gritó, herida no solo en el cuerpo, sino también en el alma.
Sintió traición, desilusión, dolor. Buscó respuestas, pero la serpiente ya no estaba.
Recorrió el mundo con la herida palpitante, buscándola en el bosque, el valle, el desierto…
Hasta que la encontró en una cueva y, exhausta y envenenada, gritó:
—¡Mírame a los ojos! ¿Por qué me mordiste? ¡Yo te salvé, te di hogar y calor!
—No quise morderte —susurró la serpiente—. Pero pusiste tu mano sobre mí y no podía librarme. Morder fue mi única salida.
—¿Por qué no lo dijiste? ¿Por qué no pediste ayuda?
Discutieron, una justificándose, la otra evadiendo. El tiempo pasaba y la herida seguía sangrando.
La conversación no trajo ni comprensión, ni perdón, ni sanación. Solo más veneno en las venas.
Finalmente, la mujer, al borde de la muerte, llegó a un hospital. Cayó sin fuerzas en la entrada y escuchó antes de perder el sentido:
—Lamentablemente, ya es tarde. Pasó demasiado tiempo buscando explicaciones en vez de buscar ayuda…
Lo peor que puedes hacer cuando te hieren,
es quedarte atrapado en la pregunta “¿por qué?”.
Discutir con quien te traicionó solo añade más veneno.
No busques respuestas donde no hay conciencia.
Si alguien te daña con palabras, mentiras o traiciones,
no busques justicia en la oscuridad ajena.
Sálvate a ti mismo.
Cuida tu alma.
Tu corazón.
Tu vida. 💔