24/01/2018
EL AUTÉNTICO LIBERALISMO, CONSERVADOR Y NO RECONOCIDO HIJO DEL CRISTIANISMO
Aclaro que llamo liberalismo al sistema filosófico que se asienta en los pilares del respeto a la vida, la libertad y la propiedad, y que se traduce en propiciar la menor injerencia posible del Estado en la vida de la gente y en permitir a las personas el mayor desarrollo posible de su individualidad. Que en materia económica considera que el Estado no debe en principio tomar a su cargo otras tareas que las estrictamente necesarias para garantizar la higiene, la salubridad y la seguridad de la población, y que entiende que la única caridad real, que se propicia enfáticamente como una de las tantas formas de usar y disponer de la propiedad que tienen todos los habitantes, es la voluntaria. No simpatiza con la redistribución forzosa por cuanto implica desconocer el derecho de propiedad, pero confía tanto en la demostrada fuerza del mercado para proporcionar recursos, progreso y bienestar a la gente, como en la desinteresada benevolencia de los seres humanos para solucionar los casos extremos. Este sistema, que pese a que puede asustar en su enunciación, ha demostrado ser muchísimo más eficiente para generar prosperidad para todos y el especial para los más carenciados, es a lo que me refiero en el título. Por supuesto, existe una previa cuestión de definiciones. Si alguien cree en cambio que ser liberal es sinónimo de llevar una vida disoluta, propiciar el ab**to y proclamarse ateo, obviamente contestará que eso es contrapuesto a las enseñanzas cristianas. Pero el preconcepto derivará de un mal uso de los términos.
Aclaro que si bien tiene algunos puntos de contacto, la que se hará no es la misma división de pensadores liberales "verdaderos" y "falsos" que hace Stephen Hicks al explicar el postmodernismo. Mi clasificación, por cierto muy esquemática, surge de lecturas de Burke, Constant, Popper, Rothbard y fundamentalmente Von Hayek. En cambio Hicks, como simpatizante del objetivismo y los ateos, usa otros criterios para poner como "irracionales" a varios grandes pensadores liberales de tradición anglosajona que cometen el pecado de desconfiar de la razón, empezando por Hume y terminando con Popper. Ya veremos algo de eso más abajo.
Comienzo declarando que a diferencia de lo que pese a su mutua animadversión, pregonan al unísono los sacerdotes populistas y los liberales ateos con respecto a que supuestamente cristianismo y liberalismo se excluyen entre sí, entiendo que el liberalismo, en el sentido antes aclarado y cuyos alcances se precisa más abajo, es el hijo -usualmente no reconocido por la Iglesia- de la más pura y auténtica prédica cristiana.
Los cristianos creemos que Jesucristo era Hijo de Dios (o mejor, el mismo Dios-Hijo), que nos trajo preceptos revolucionarios para su época -respeto y amor al prójimo como medio de ser agradable a los ojos de Dios, quien considera cada acto de caridad hacia los demás como hecho a sí mismo- y que para probar que estaba hablando en serio y no era otro mistificador, murió y resucitó, de lo cual dieron testimonio con su vida muchos de sus seguidores, para los cuales hubiera sido infinitamente menos riesgoso negarlo. Tomás el incrédulo al verlo resucitado cayó de rodillas diciendo "Señor mío y Dios mío". Seguir y proclamar públicamente su adhesión a un crucificado y tratar de instaurar una nueva religión a partir de una buena noticia (eu angelus, evangelio) dada por un ajusticiado, era una actitud casi suicida que solamente tendría sentido para alguien que lo vio vivo después de haberlo visto morir crucificado.
Personalmente creo eso y lo veo no solamente como una continua fuente de esperanza sino también como un gran motor de superación personal (no olvidemos la parábola de los Talentos, según la cual se nos exigirá más cuanto más talentos se nos haya otorgado previamente), pero estamos hablando de filosofía, historia y política y no de religión, así que sigamos con la relación entre esas enseñanzas y el liberalismo.
El liberalismo así definido, se desarrolló como consecuencia de que luego de las enseñanzas de Jesucristo las perspectivas históricas mutaron, cambiando una cosmovisión totalitaria que consideraba que los protagonistas de la historia eran los grupos humanos como tales, la manada devenida en sociedad -la tribu, la polis, el reino y sus monarcas, apoyados por cierto por sus respectivos dioses y en continua guerra entre sí, concepción de los babilonios, egipcios, y todos los pueblos antiguos, incluyendo Grecia y Roma-, por la visión individualista proporcionada por Él, que produjo un "giro copernicano" en la visión del hombre y su destino, conforme al cual todos los individuos somos parte de un Plan divino que incluye nuestra propia e individual resurrección y salvación. Somos invitados de lujo a un Banquete Celestial, y el Estado y sus regentes son simplemente un instrumento más al servicio de los individuos y jamás sus dueños.
Por supuesto existieron desde siempre pensadores individualistas... Lao Tsé, Heráclito, quizá Sócrates, Aristóteles, Cicerón. Pero siempre en un entorno en que la sociedad era el protagonista principal. Inclusive en el Antiguo Testamento el protagonista básico era el pueblo judío y sus dirigentes. Y Sócrates prefirió morir envenenado a exiliarse y abandonar Atenas. En cambio el protagonista esencial en la Palabra de Jesús es cada uno de nosotros, el rey y el mendigo. Todos somos hijos de Dios, estamos todos previstos para alcanzar su Reino conforme a nuestras acciones, que son libres. No dependemos para eso de nadie más que de nosotros y de la Gracia de Dios. Hay únicamente dos mandamientos y en eso se resumen toda la Ley y los Profetas: Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo. San Agustín lo resume aún más: "Ama y haz lo que quieras". Si amas no robaras, no matarás, no perjudicarás a terceros.
Es fácil comprender que el mensaje de Jesucristo fue resistido por los Estados de la época y sus monarcas porque disminuía la importancia de ellos mismos en la vida social. Persiguieron a los portadores del "eu ángelus", la "buena noticia", y los mataron sin poder empero matar su mensaje de amor y de esperanza. Sobrecoge ver las catacumbas romanas e imaginar los riesgos que corrieron los primeros cristianos para mantener viva la Fe que hoy profesamos los cristianos, y que algunos "liberales" pretenden descartar de un plumazo como desechos inútiles.
Siglos después se produjo la adopción del cristianismo como religión oficial del Imperio Romano, acontecimiento histórico e impensado que tuvo un aspecto positivo y otro negativo. El positivo fue que permitió la rápida expansión de la ya no tan nueva religión, pero el negativo fue el oscurecimiento de su individualismo de base, y la confusión de la religión con la Iglesia creada para preservar la Palabra. Pero si bien esta Institución es importantísima, Jesucristo había dicho que aún cuando solamente dos personas se reunieran en su nombre, allí estaría Él.
La Iglesia como tal es buena en la medida en que sigue, mantiene, clarifica y difunde las enseñanzas de Jesucristo. Él mismo previno contra cualquiera que, aún invocando su nombre, no siguiera sus enseñanzas ni enseñara sus preceptos. Hubieron así Papas buenos y Papas malos. Hasta Papas Borgia llenos de hijos y presuntamente incestuosos. Pero cumpliendo otra profecía de Jesús, la Iglesia terminó siempre sobreponiéndos, perfeccionándose y adaptándose cada vez mejor al mensaje de su fundador, así que presumiblemente terminará reconociendo a su hijo pródigo, el liberalismo, como ya tímidamente lo insinuaron Juan Pablo II y Benedicto XVI.
El mensaje individualista de Jesús, conservado y transmitido por los cristianos, y no otro, es la semilla de donde germinó el liberalismo. Amar a Dios implica amar su creación, amar la vida, amar todo lo bueno, amar al prójimo como a uno mismo, y amarse a uno mismo también. La filosofía cristiana fue siempre por naturaleza individualista en su enfoque: Estamos individualmente unidos a Dios. No es el Dios del pueblo sino el de cada uno, y a la vez el mismo para todos. De ahí derivan todos los principios varios al liberalismo: Solo Dios y no un monarca o un tercero puede disponer de la vida, la que debe ser respetada a rajatablas. No puede haber caridad individual sin propiedad privada. A su vez no existiría mérito en entregar algo de la propiedad si no existiera el derecho a no hacerlo. No puede haber mérito o demérito sin libertad de acción. No puede haber tampoco premios o castigos sin libertad de conciencia. Así, el irrestricto respeto a la individualidad y sus derechos esenciales de Vida, Libertad y Propiedad (redescubiertos por Locke dieciséis siglos después de Jesucristo) están por ende ya implícitos en toda la enseñanza de Jesús, que a su vez contiene una relectura humanística de las Escrituras. Eso no es usualmente entendido por los liberales libertarios y ateos que creen que el liberalismo nació con la Ilustración y sin historia, y ven a la Iglesia como predicadora del sacrificio y de la auto negación. Pero es al revés.
A su vez el liberalismo no cristiano nacido de la tradición filosófica grecorromana y la Ilustración, tropezó en su camino con la Iglesia, generando dos corrientes antitéticas. Existieron por un lado muchísimos filósofos liberales, aún agnósticos o ateos, que intentaron conciliar ambas prédicas, tarea no demasiado complicada según se dijo, por la identidad de puntos de partida (vida, libertad y propiedad). Juan de Mariana, Isidoro de Sevilla y la Escuela de Salamanca fueron precursores del liberalismo cristiano, igual que Erasmo de Rotterdam y Locke. Inclusive muchos monarcas del Despotismo Ilustrado aclararon perfectamente que no tenían más derechos que sus semejantes. Más adelante Adam Smith, Edmond Burke, Benjamin Constant, Bastiat, Lord Acton, Alexis de Tocqueville, o en el siglo XX Friederich Von Hayek, Karl Popper, Rothbard, en cierta forma Walter Block y por supuesto Michael Novak, a la vez sacerdote y pensador liberal. Es la corriente liberal/clásica o liberal/conservadora que siguieron aquí en América Franklin, Hamilton, Jay, Jefferson, Madison y el propio Washington, los Padres Fundadores norteamericanos, y aquí Belgrano, Echeverría, Alberdi, Avellaneda y hasta Roca pese a sus peleas con la miope curia de su época. Eran todos filosófica y prácticamente empiristas-realistas de tipo anglosajón o aristotélico-tomistas, muchos liberales y cristianos -aún cuando algunos también ateos o solamente teístas, pero no opuestos a la religión-, eran prácticos y confiaban más en la experiencia acumulada que en la razón y buscaron conservar y mejorar el orden preexistente, insuflando al mismo el credo humanista del liberalismo. El respeto de las instituciones nacidas del orden social espontáneo no es en definitiva sino la aplicación al ámbito social del mismo principio de respeto al orden espontáneo que rige en la economía. Y sincrónicamente, en esa época el mundo progresó en una forma increíble, como nunca antes viera la Humanidad, y de la que somos directos herederos.
Pero mientras tanto existió otra rama del liberalismo, el idealista (en el sentido filosófico del término), de corte franco-alemán y continental, usualmente ateo o de un vago teísmo, exclusivamente teórico y confiado en haber descubierto la Piedra Filosofal de la Sociedad Perfecta a partir de la nada. Entonces, toda limitación que derive de los usos y costumbres ancestrales es vista como una limitación a destruir: Los Diez Mandamientos, la división de roles entre varones y mujeres, la familia tradicional, hasta la existencia misma de los sexos. Este otro liberalismo al que Von Hayek denomina apropiadamente "individualismo falso", se rió de la evolución natural de las ideas y de la vida social, del orden espontáneo derivado de la resultante de millones de sentires individuales y, encabezado por la Revolución Francesa y su "Diosa Razón", se dedicó a intentar destruir todo lo antiguo, incluyendo a la Iglesia a la que atacó sin intentar comprenderla. Esta otra rama que podríamos denominar liberal/libertaria hizo muchísimo daño a la causa de la Libertad por su afán de destruir todo para construir desde cero. Dijo (paradójicamente al igual que los socialistas, comunistas... y que muchos de los sacerdotes a los que perseguía) que liberalismo y cristianismo son incompatibles. Aquí milita también Ayn Rand, una "rara avis" atea y abortista que pretendió una síntesis del realismo de la otra rama (rebautizado como "objetivismo") con bastante de Nietzsche y con el fundamentalismo idealista de los libertarios, y siempre renegando de la religión. Esta mezcla de influencias la hace tan proclive a enunciar grandes verdades como a proclamar barbaridades y sumir a muchos liberales en posturas antiliberales, dogmáticas y cerradamente opuestas a una convergencia con la religión. Hasta por su cerrada antireligiosidad se peleó con Murray Rothbard y Von Hayek, que osaron elogiar la tarea histórica de la Iglesia.
Esta rama fue la culpable de la incorrecta asimilación de cristianismo con socialismo, y es la que por su oposición a la tradición, al sentir de la gente y a la Iglesia termina siendo funcional al totalitarismo que dice combatir. No consiguió volver atea a la humanidad sino por el contrario, obtener el consecuente rechazo de los cristianos, a los que les exigía perder la fe y todas las enseñanzas morales de sus padres para ser supuestamente "auténticos" liberales. Y por desgracia es la más orgánica. El liberalismo conservador está implícito en la naturaleza misma de la población, conforma su esencia, pero en general carece de voceros, y en cambio el liberalismo libertario -que mira con cierto desprecio al hombre común, al que considera atrasado y lleno de prejuicios- es proclamado como el único y verdadero liberalismo.
Y para peor este insospechado regalo fue prontamente aprovechado por el comunismo y sus secuaces, que de haber declarado al "materialismo histórico" como base de su teoría y haber denostado a la religión como "el opio de los pueblos", de golpe y gracias a sus enemigos pudieron captar a miles de millones de cristianos. Gramsci, la Escuela de Frankfurt y todo lo que se conoce como la "Nueva Izquierda", inspirados en el Manifiesto Comunista que los llama a adoptar como propia cualquier rebelión contra el orden establecido, armaron una mélange de otra forma incomprensible de religión, comunismo y libertarismo, que permite que un Papa de tendencia socialistoide apoyara la candidatura de una abortista cuya tesis doctoral fue una apología de Satanás, a la presidencia del país más poderoso del planeta.
Esta rama liberal anti cristiana incurre en un grueso error doctrinario que la vuelve peligrosamente totalitaria. Hay dos concepciones de moral, una llamada "moral del deber" y otra "moral de la aspiración". La primera considera moral toda acción que no vaya contra unas pocas prohibiciones, en cambio la segunda considera moral solamente una acción que coincida con la aspiración del moralista. La primera es una moral realmente liberal, la segunda es una moral totalitaria. Cuando alguien pretende explicar a los demás cómo "debe" comportarse una persona, inclusive cómo "debe" comportarse un liberal, deja de ser liberal. Y eso es lo que hacen muchos liberales de esta tendencia: Debes ser ateo, debes ser egoísta, debes rechazar el altruismo, debes buscar el interés material, debes... debes... Forman así una secta tan totalitaria como las que combaten. A Rothbard le quisieron prohibir seguir con su esposa porque era cristiana, y por eso él abandonó el grupo.
Mi conclusion final, y mi angustiado llamado como conservador, liberal y cristiano, es la siguiente: Hay un enemigo común, astuto, poderoso y mutante, que es el colectivismo. A veces parecerá de izquierda, a veces derecha. Pero su característica esencial, su "marca de la Bestia" será siempre su intención de dirigir la vida de las personas y negarles sus derechos a la Vida, la Libertad y la Propiedad. Atacará a la religión en nombre de la libertad, y a la libertad en nombre de la religión. Si triunfa eliminará la religión y la libertad, como ya hizo tantas veces. Por eso:
Conservadores... Continúen siendo los fieles guardianes de las instituciones y pensamientos consagrados por lo mejor de la sabiduría de nuestros antepasados, sin sofocar la libertad para las transgresiones individuales. Cristianos.... No rechacen el liberalismo sin conocerlo, porque bien entendido es la conclusión natural de las enseñanzas de Cristo. Liberales... Revaloricen al cristianismo, que está en los orígenes históricos y filosóficos de su propio pensamiento. Si quieren ser ateos séanlo. Y si quieren estudiar y volverse cristianos también. Pero no intenten cambiar todo de un plumazo. El liberalismo es por naturaleza incluyente para todos. Pero depongan las hostilidades azuzadas por el colectivismo.
No pretendan los cristianos excluir a los liberales, ni los liberales excluir a los cristianos (e inclusive a los que no son ateos), ya que no solamente ambos están errando históricamente, no solamente están errando doctrinariamente, sino que además están errando estratégica y políticamente. Están ambos cavando su propia fosa y, en lugar de aprovechar sus claras confluencias para complementarse, regalando al totalitarismo la ímproba tarea del liberalismo de revalorizar al individuo, y la heroica evangelización emprendida por la Iglesia veintiún siglos atrás.
Marcos Aníbal Rougès