05/06/2025
PERSONALES
Tal como suele sucedernos a todas, y fundamentalmente a quienes solemos participar con cierta frecuencia en redes sociales, me ha pasado tener mensajes de desconocidos en mi inbox. Algunos me parecieron hasta graciosos, dicho sea dentro de los recaudos que tenemos que tener cuando nos comunicamos respondiendo a quienes no conocemos.
Pero yo, la verdad sea dicha, hasta para eludir a las personas me comporto siempre de la manera más educada y gentil posible. Por un lado porque es como mejor me proyecto, y por el otro...por las dudas y para no provocar irritabilidades que me pudieran llegar a perjudicar en algún punto, porque nunca se sabe.
Y justo ayer, charlando con una amiga al respecto, recordé una breve situación pasada, que literalmente me heló la sangre, y que comenzó con un mensaje de un tal "Leo" (hoy bloqueadisimo) que me decía que le gustaba la literatura, que solía leer mis publicaciones, que yo le parecía una persona interesante y que me quería conocer personalmente. "Leo" me preguntó (obviamente) dónde vivía, adónde iba, qué me gustaba hacer, y terminó diciéndome que para él sería un honor si le daba mi número de teléfono nada más para que fuéramos amigos. Nada más que para eso, y con el mayor respeto.
Con toda la delicadeza de que fui capaz le agradecí su cordialidad sin contestar a NINGUNA de esas preguntas, por supuesto, y le dije que no me parecía una buena idea, que soy una persona muy reservada con mis vínculos y que no estaba en mí tener ninguna clase de encuentros ni de comunicación telefónica.
" Leo" (sin apellido y con una imagen de una mano sosteniendo un libro, recuerdo) no se molestó demasiado. Insistió, sí, un par de veces más, pero sólo eso.
Me dijo "¿te puedo seguir leyendo?",y le respondí que no tenía inconvenientes, y que justamente la idea de estar en redes es la de poder leernos.
Hasta que un día me mandó la foto de un pequeño santuario que queda cerca de mi casa, con una frase que decía:
"Estar cerca tuyo me hizo dar ganas de rezar."
Sépanlo, eh. Sepan todo lo sórdido, temible, próximo, impune y temerario que puede llegar a ser este agujero infinito.