14/07/2025
Gerardo Zamora y el control total: cómo opera el crimen bajo su gobierno
Douglas Farah, uno de los analistas más respetados en seguridad regional y crimen organizado, lanzó una grave advertencia sobre la situación institucional de Santiago del Estero, Argentina. En una reciente entrevista con Eduardo Feinmann para Radio Mitre, Farah describió a la provincia como “un Estado totalmente feudal” donde el poder absoluto permite la expansión sin freno del crimen organizado.
Según Farah, desde el año 2005 Santiago del Estero está controlada por una estructura política que funciona como una monarquía moderna: el matrimonio entre Gerardo Zamora y Claudia Ledesma Abdala. Esta pareja ha consolidado un dominio total sobre las instituciones provinciales, eliminando cualquier forma de contrapeso democrático.
“El gobernador controla su propia policía, su propio sistema de inteligencia, el aparato judicial y los medios de comunicación”, detalló el experto.
Este modelo de hiperconcentración del poder, advierte Farah, crea las condiciones ideales para que estructuras criminales se asienten y operen con total impunidad. La ausencia de controles externos y de justicia independiente convierte a la provincia en terreno fértil para el crimen organizado.
Entre las actividades delictivas que afectan a Santiago del Estero, Farah destacó el “bombardeo de cocaína”, las usurpaciones de tierras y la falta total de controles institucionales. Estas prácticas no solo dañan a la población local, sino que fortalecen economías ilegales que se expanden con apoyo o tolerancia estatal.
Asimismo, el especialista señaló que la responsabilidad no recae únicamente en el poder provincial:
“Hay un intercambio de votos por impunidad” que se negocia en el Congreso nacional, aseguró.
Esta dinámica —en la que los gobiernos provinciales ofrecen lealtad política a cambio de libertad para operar sin rendición de cuentas— no es exclusiva de Santiago del Estero. Farah mencionó también a Formosa y Chaco como provincias bajo lógicas similares.
El concepto clave que Douglas Farah introduce es el de “feudalismo político”, donde los gobernadores actúan como señores feudales modernos, con control total sobre los recursos, las fuerzas de seguridad y la justicia. Esta situación permite la infiltración de redes ilegales, muchas veces con conexiones internacionales.
A pesar de los discursos oficiales que proyectan una imagen de normalidad democrática y progreso, las declaraciones de Farah revelan una realidad muy distinta. Tras esa fachada, Santiago del Estero enfrenta una severa crisis institucional, marcada por la persecución política, la precarización del sistema judicial y la penetración de redes delictivas.
El caso de esta provincia se convierte en un símbolo de cómo los vacíos institucionales pueden ser aprovechados por redes criminales, mientras el poder político opera sin supervisión y con complicidad a nivel nacional.
Las declaraciones de Douglas Farah confirman lo que muchos medios independientes y referentes sociales vienen denunciando hace años: Santiago del Estero no solo sufre un problema local, sino que representa un nodo clave en el entramado del crimen organizado en el norte argentino.