24/07/2025
Hoy, en este momento de nuestro programa, quiero invitarlos a hacer una pausa. A cerrar los ojos por un instante y traer a nuestra mente una imagen, una voz, una caricia. Esa imagen es la de nuestros abuelos .
Ellos son mucho más que figuras familiares; son los arquitectos silenciosos de nuestra historia, los guardianes de las memorias y los tejedores invisibles de los hilos que nos conectan con el pasado. En cada arruga de su rostro, en cada cuento repetido, en cada consejo entregado con paciencia infinita, reside la sabiduría de generaciones.
Pensemos en sus manos. Manos que trabajaron, que acariciaron, que cocinaron los sabores de nuestra infancia. Manos que nos enseñaron a atarnos los cordones, a sostener un lápiz, a levantar la vista y soñar. Manos que, quizás, ya no tengan la misma fuerza, pero que aún irradian el amor más puro y desinteresado.
Los abuelos son ese refugio seguro al que siempre podemos volver. Donde las normas se suavizan con una sonrisa cómplice, donde los problemas se minimizan con una palabra de aliento, y donde el abrazo es el lenguaje universal que lo cura todo. Son quienes nos recuerdan de dónde venimos, quiénes somos y el inmenso valor de las raíces. Nos enseñan sobre la resiliencia, sobre el paso del tiempo, sobre la belleza de la sencillez y la gratitud.
En un mundo que a veces parece ir demasiado rápido, los abuelos son anclas. Nos ofrecen la calma, la paciencia y la perspectiva que tanto necesitamos. Sus historias no son solo relatos; son lecciones de vida, puentes entre épocas que nos permiten entender la valentía de quienes nos precedieron y la fortaleza que corre por nuestras venas.
Quizás ya no estén básicamente con nosotros, pero su legado es inmortal. Vive en nuestros gestos, en nuestros valores, en el brillo de nuestros ojos. Su amor es un eco que resuena a través del tiempo, una melodía que nos acompaña en cada paso.
Valoramos y celebramos a nuestros abuelos, a esos seres extraordinarios que nos entregaron todo sin pedir nad