15/07/2025
Crisis en comedores populares: más demanda y menos ayuda estatal.
Desde la asunción de Javier Milei en diciembre de 2023, los comedores populares de todo el país atraviesan una situación crítica. Con más personas asistiendo y menos recursos disponibles, muchos han reducido su funcionamiento o directamente cerraron. Organizaciones sociales denuncian recortes en la asistencia alimentaria y exigen respuestas urgentes al Ministerio de Capital Humano.
Un aumento dramático en la demanda y una caída en la ayuda estatal
El impacto del ajuste económico implementado por el gobierno de Javier Milei se siente con fuerza en los sectores más vulnerables. Desde principios de 2024, miles de comedores comunitarios enfrentan dificultades para sostener su actividad diaria. Algunos dejaron de funcionar, otros solo abren ciertos días a la semana y todos coinciden en un mismo problema: falta de alimentos y fondos para seguir cocinando.
Según denuncian organizaciones sociales, el Ministerio de Capital Humano —encabezado por Sandra Pettovello— mantiene suspendida la asistencia directa a comedores no registrados, y la entrega de alimentos fue reemplazada por auditorías y controles. Esta situación provocó que muchas personas queden en lista de espera o sin acceso a una comida diaria.
Qué dice el Ministerio de Capital Humano
El Ejecutivo sostiene que la ayuda social “nunca estuvo mejor administrada” y justifica su accionar en irregularidades detectadas en el Registro Nacional de Comedores y Merenderos Comunitarios (ReNaCoM). A través de una auditoría realizada por la SIGEN —cuyos resultados completos aún no se difundieron—, el ministerio denunció deficiencias en los mecanismos de control y administración de los programas alimentarios.
A raíz de ello, el Gobierno decidió frenar nuevas compras de alimentos y limitar los fondos a comedores oficialmente reconocidos, que no superan los 5.000 en todo el país. La mayoría de los que reciben ayuda pertenecen a Cáritas, la organización solidaria de la Iglesia Católica.
- El testimonio desde los comedores
Uno de los casos más alarmantes es el del comedor San Cayetano en Merlo, gestionado por el Padre Paco Olveira, que anunció su cierre indefinido por falta de fondos. «Desde esta semana no vamos a cocinar», lamentó una de las trabajadoras del lugar, donde se repartían 400 raciones diarias. Según Olveira, la última rendición de gastos del programa Alimentar Comunidad fue aprobada en abril, pero desde entonces no se enviaron más recursos.
Situación similar se vive en el comedor Color Esperanza, de Lanús, perteneciente al Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), donde se pasó de cocinar cinco veces por semana a solo tres. “La cantidad de gente que asiste creció mucho, pero los fondos no se actualizan y el equipo se desgasta”, explicó Alejandra Ramos, su responsable.
Incluso en los casos donde llegan fondos, como el de Color Esperanza, estos son insuficientes y congelados al menos hasta octubre. “Hay chicos que vienen con dolor de panza por no comer en casa. Hoy, cenar se convirtió en un ‘gustito’”, denunció Ramos.
“El Estado cortó toda asistencia alimentaria”
Desde el Polo Obrero también se alzaron voces de preocupación. En la zona sur del conurbano bonaerense, donde la organización coordina 25 comedores y 28 merenderos, Edgardo Mari advirtió que muchos establecimientos están al borde del cierre. “Tenemos una lista de espera de más de 5.000 personas”, indicó.
En Capital Federal, comedores en barrios como Bajo Flores, Soldati, Lugano y Villa 31 reportan una demanda creciente y cero asistencia nacional desde fines de 2023. “El Gobierno decidió eliminar las partidas presupuestarias para alimentos”, afirmó Ezequiel, referente del Polo Obrero en la Ciudad.
La histórica dirigente Margarita Barrientos, fundadora del comedor Los Piletones, también se sumó a los reclamos. “Las donaciones estatales están peor que nunca”, sostuvo, y reclamó un canal de diálogo con el gobierno nacional para plantear sus necesidades.