16/09/2025
𝗟𝗮 𝗱𝗲𝗺𝗼𝗰𝗿𝗮𝗰𝗶𝗮 𝗻𝗼 𝘀𝗲 𝗳𝗼𝗿𝘁𝗮𝗹𝗲𝗰𝗲 𝗰𝗼𝗻 𝗴𝘂𝗲𝗿𝗿𝗮 𝘀𝘂𝗰𝗶𝗮
(Artículo de opinión
Roly David Shriqui)
Bolivia vive por primera vez una segunda vuelta presidencial y el país esperaba que fuera la oportunidad de debatir visiones de futuro. Sin embargo, lo que ha predominado es la llamada “guerra sucia”: noticias falsas, videos manipulados con inteligencia artificial, audios clonados y campañas millonarias en redes sociales que, lejos de aportar, contaminan la decisión de la ciudadanía.
El caso del video manipulado de un candidato vicepresidencial es solo un ejemplo. La misma estrategia se repite con encuestas infladas, supuestas renuncias en el Tribunal Supremo Electoral y contenidos digitales diseñados para sembrar miedo y odio. Es evidente que el campo de batalla ya no está en las calles, sino en las redes, donde la manipulación puede viralizarse en cuestión de horas.
Paradójicamente, quienes en 2019 lideraron la salida de Evo Morales, hoy insisten en demonizar al “masismo” como un fantasma que se pretende asociar a sus rivales, en este caso a Rodrigo Paz. Este discurso, más que iluminar el debate, lo ensombrece. El adversario político ya no es un fraude electoral como en 2019, sino la propia erosión de la democracia mediante la desinformación.
En esta segunda vuelta, Bolivia enfrenta una disyuntiva:
O se normaliza la política de la posverdad y el ataque sistemático como estrategia.
O se apuesta por una política basada en ideas, reconciliación y respeto al voto ciudadano.
Los ciudadanos ya conocen las consecuencias de un proceso contaminado por la desconfianza. Hoy el reto no es vencer un posible fraude, sino potenciar la democracia sin guerra sucia, construyendo confianza y legitimidad a partir de la verdad y de propuestas claras.
El mensaje es claro: la democracia se defiende mejor con más transparencia y menos veneno digital. Y en esta segunda vuelta, Bolivia tiene la oportunidad de demostrarlo.