08/07/2025
Jaime Dunn y el pecado de ser nuevo
En los últimos días, he visto circular muchos comentarios, y uno que otro video, cuestionando la forma en que Jaime Dunn y su equipo están intentando cumplir con todos los requisitos burocráticos para formalizar su candidatura. En particular, hay un video donde se los ve ordenando papeles en plena calle, tras hacer fila para la solvencia fiscal, como cualquier ciudadano más. Se lo ha querido retratar como desorganizado, improvisado, casi incapaz de asumir un reto político.
Pero, ¿de verdad es eso lo que estamos viendo? ¿O más bien estamos viendo a alguien que, lejos de tener una maquinaria electoral a su disposición, está enfrentando con las manos desnudas un sistema hecho para los mismos de siempre?
El pecado de Jaime Dunn parece ser justamente ese: ser nuevo. No viene del piso más alto de la Green Tower, ni de una oficina con vista privilegiada en la Cainco. No tiene una carrera electoral previa, ni una red tejida en años de estar entre operadores políticos. Eso que algunos critican como falta de organización, otros lo vemos como una señal de autenticidad.
Es fácil cumplir con los trámites cuando tienes un ejército de asistentes, abogados y contactos dentro del propio sistema. Es fácil no hacer fila cuando te hacen pasar por la puerta trasera. Pero Dunn y su grupo, NPG, han optado por hacerlo a la vista de todos. Por eso están ahí, en la acera, acomodando papeles. Porque no hay trastienda.
No se trata de romantizar la inexperiencia. Pero sí de reconocer el valor que tiene atreverse a participar sin haber formado parte del engranaje tradicional. Hay quienes insinúan que esa imagen —la del candidato en la calle, revisando documentos— es una muestra de desorden. A mí me parece, más bien, una fotografía del esfuerzo por entrar a un sistema que está diseñado para excluir a quienes no tienen padrinos ni antecedentes políticos.
Por supuesto que al nuevo se lo somete a más exigencias. Por supuesto que cada pequeño error se amplifica. Pero lo que realmente incomoda no es que acomode papeles en la vereda. Lo que incomoda es que no responde a ningún patrón. No es de los suyos.
Y en eso, quizá sin querer, Jaime Dunn está logrando una cosa: recordarnos cómo debería empezar todo nuevo proyecto político. Desde abajo. Con las reglas de todos. Sin atajos.