
24/09/2025
Isabel Allende: “Las mujeres estamos en un momento de riesgo. La ultraderecha quiere a la mujer en la casa”
El País/rocio Montes-Andrea Moletto.- Llega puntual, a las 11 de la mañana, a un salón del subterráneo de un hotel de Vitacura, en la zona oriente de Santiago de Chile. La escritora chilena Isabel Allende (83 años, Lima) hace seis años que no pisa su tierra -vive en Sausalito, California- y en este septiembre, cuando se asoma la primavera en la ciudad, lo hace para presentar su más reciente novela, Yo soy Emilia del Valle (Sudamericana). Es la historia de una veinteañera nacida en San Francisco, Estados Unidos, escritora y periodista, que llega a Chile a trabajar de reportera en medio de la Guerra Civil de 1891 y, de paso, descubre su identidad: su padre era chileno. A la protagonista de esta novela, Chile la atrapa. A Isabel Allende, también, aunque no viva en su país desde 1973, tras el Golpe de Estado de Augusto Pinochet. Lo contará en esta entrevista, donde muestra su conocida agudeza para pasar del humor a la política y a los temas trascendentales del ser humano, sin esquivar preguntas. Es lo que tiene ser la escritora en lengua castellana más leída de la actualidad. Aunque, de partida, se equivoca: “Me han entrevistado tanto que no tengo nada que decir”, dice al arrancar. Y, en ello, no tenía razón.
Pregunta. En la novela, Emilia del Valle habla del concepto de “mujer buena”, ante el que ella se rebela, en el siglo XIX. Más cómoda se siente con ser “una mujer mala”. Hoy, en 2025, ¿qué es ser “una mujer buena” y una “mujer mala”?
Respuesta. Ya eso no se usa para nada. Todas somos un poco malas y un poco buenas. Mientras más malas mejor, porque lo pasamos mejor. La gente buena lo pasa pésimo. Y sobre todo las mujeres. En la generación mía, cuando yo era joven, ser buena era ser mamá, ser fiel. ¡Qué lata ser fiel! Era ser abnegada, trabajadora, paciente. Y las que lo pasaban bien eran las otras, las que no tenían ninguna de esas cualidades. Yo estaba siempre flotando entremedio, con unas ganas tremendas de ser mala pero, en el fondo, buena mamá, esposa, buena hija. Una lata.
P. ¿Ahora tiene más libertad? ¿Se convirtió usted en la mujer mala y rebelde que quería ser?
R. La vida me ha llevado a hacer cosas que son poco usuales. Pero ahora que tengo la edad que tengo -83 años, orgullosa de tenerlos-, hay una gran libertad. Lo que viene con la edad es la libertad. Pero es una libertad que va mucho más allá de lo que tú quieres hacer, porque ya lo que quieres hacer no es tanto.
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