![[𝗘𝗻𝘀𝗮𝘆𝗼] 𝗖𝗲𝗻𝘁𝗲𝗻𝗮𝗿𝗶𝗼 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗟𝗲𝘆 𝗱𝗲 𝗜𝗺𝗽𝗿𝗲𝗻𝘁𝗮"𝘓𝘢 𝘷𝘪𝘨𝘦𝘯𝘤𝘪𝘢 𝘤𝘦𝘯𝘵𝘦𝘯𝘢𝘳𝘪𝘢 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘓𝘦𝘺 𝘥𝘦 𝘐𝘮𝘱𝘳𝘦𝘯𝘵𝘢, 𝘱𝘳𝘰𝘮𝘶𝘭𝘨𝘢𝘥𝘢 𝘦𝘭 19 𝘥𝘦 𝘦𝘯𝘦𝘳𝘰 𝘥𝘦 192...](https://img5.medioq.com/682/592/730331046825925.jpg)
09/07/2025
[𝗘𝗻𝘀𝗮𝘆𝗼] 𝗖𝗲𝗻𝘁𝗲𝗻𝗮𝗿𝗶𝗼 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗟𝗲𝘆 𝗱𝗲 𝗜𝗺𝗽𝗿𝗲𝗻𝘁𝗮
"𝘓𝘢 𝘷𝘪𝘨𝘦𝘯𝘤𝘪𝘢 𝘤𝘦𝘯𝘵𝘦𝘯𝘢𝘳𝘪𝘢 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘓𝘦𝘺 𝘥𝘦 𝘐𝘮𝘱𝘳𝘦𝘯𝘵𝘢, 𝘱𝘳𝘰𝘮𝘶𝘭𝘨𝘢𝘥𝘢 𝘦𝘭 19 𝘥𝘦 𝘦𝘯𝘦𝘳𝘰 𝘥𝘦 1925, 𝘦𝘴 𝘭𝘢 𝘦𝘹𝘱𝘳𝘦𝘴𝘪𝘰́𝘯 𝘺 𝘳𝘦𝘴𝘶𝘭𝘵𝘢𝘥𝘰 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘭𝘢𝘳𝘨𝘢 𝘭𝘶𝘤𝘩𝘢 𝘥𝘦 𝘭𝘰𝘴 𝘱𝘦𝘳𝘪𝘰𝘥𝘪𝘴𝘵𝘢𝘴 𝘱𝘰𝘳 𝘭𝘢 𝘭𝘪𝘣𝘦𝘳𝘵𝘢𝘥 𝘥𝘦 𝘦𝘹𝘱𝘳𝘦𝘴𝘪𝘰́𝘯, 𝘪𝘯𝘧𝘰𝘳𝘮𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘺 𝘤𝘰𝘮𝘶𝘯𝘪𝘤𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯", 𝘦𝘴𝘤𝘳𝘪𝘣𝘦 𝘦𝘭 𝘱𝘦𝘳𝘪𝘰𝘥𝘪𝘴𝘵𝘢 𝘑𝘶𝘢𝘯 𝘊𝘢𝘳𝘭𝘰𝘴 𝘚𝘢𝘭𝘢𝘻𝘢𝘳 𝘥𝘦𝘭 𝘉𝘢𝘳𝘳𝘪𝘰.
La imprenta llegó a lo que hoy es Bolivia en las primeras décadas del siglo XVII, entre 1610 y 1614, con un retraso de 80 años en relación a México, cuando ya se imprimían textos en el resto de ciudades de América. Según el bien documentado trabajo sobre los orígenes de la imprenta en Bolivia de Ramiro Duchen Condarco, llegó a la casa de la Compañía de Jesús de Juli, un pueblo ubicado a orillas del lago Titicaca, perteneciente a la Audiencia de Charcas, donde el sacerdote jesuita, lingüista, lexicógrafo, escritor y traductor italiano Ludovico Bertonio (1557-1625) editó cuatro libros, fechados en 1612, sobre la lengua aymara (Duchén Condarco, 1996: 448).
Como dice Alberto Crespo Rodas (1917-2010) en el prólogo a la edición facsimilar de El Cóndor de Bolivia, el primer periódico de la Bolivia independiente, salvo el caso de esa efímera imprenta, la imposibilidad de imprimir escritos en lo que hoy es Bolivia era casi absoluta hasta muy entrado el periodo republicano (Crespo Rodas, 1995: 2). Tanto es así que obras fundamentales como Crónica moralizada, de Fray Antonio de la Calancha (1584-1654), y El arte de los metales, del padre Álvaro Alonso Barba (1569-1662), escritas en Charcas y publicadas en 1631 y 1640, respectivamente, “tuvieron que atravesar manuscritas los mares para llegar a las prensas de España” (ibid).
A Crespo Rodas le llamaba la atención que “esa carencia se produjera en un país donde desde 1623 existía en la ciudad de La Plata una universidad (San Francisco Xavier) cuyo prestigio y nombradía se extendió cuando menos a los países del extremo sur del continente, así como también una Audiencia (Charcas) con jurisdicción de océano a océano y formada por lo común por ilustres letrados venidos de España” (ibid).
Tal vez por esa misma razón, la tardía llegada de la imprenta, el periodismo en Bolivia nació igualmente tarde, en vísperas de la Independencia.
Desde entonces, como escribió Gustavo Adolfo Otero (1896-1958) en La cultura y el periodismo en América, la prensa boliviana mostró al país en toda su expresión: “En su miseria y su grandeza”, porque “el curso de la historia desde la invención de la imprenta está unido a la vida del periodismo” (Otero, 1953: 17).
El primer periódico de que se tiene noticia, El Telégrafo, se publicó en 1822 en Mojo, una aldea vecina a Tupiza. Era un boletín de una sola hoja, vocero del ejército realista, editado bajo la dirección del general español Pedro Antonio de Olañeta, en una pequeña imprenta volante, denominada Vanguardia, aparentemente la única que existía en esa época en el alto Perú, según León Manuel Loza (1878-1955), uno de los primeros historiadores del periodismo boliviano (Loza, 1926: 6).
En los hechos, el periodismo boliviano nació con la República, en 1825, primero con El Chuquisaqueño, publicado por la imprenta del Ejército Libertador en febrero de 1825, y después con La Gaceta de Chuquisaca, publicada el 30 de julio, precursores ambos del primer gran periódico nacional: El Cóndor de Bolivia, que nació el 12 de noviembre de 1825, bajo la inspiración del Mariscal José Antonio José de Sucre. (Fragmento)
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