25/06/2025
Cuando el amor se vuelve posesión
Los celos excesivos no hablan de amor, hablan de miedo.
La posesividad no es cuidado, es control.
Y lo que empieza como “preocupación” termina por encerrar, sofocar, apagar.
En una relación marcada por los celos, no hay confianza, hay vigilancia. No hay libertad, hay condiciones. Y detrás de todo ese control, suele haber una herida no resuelta: el temor a no ser suficiente, a ser abandonado, a que el otro elija a alguien más… como si uno no bastara, como si el amor tuviera que asegurarse a la fuerza.
Entendemos que el celoso no solo desconfía del otro, desconfía de sí mismo. Siente que, si no vigila, lo perderán. Que si no controla, lo olvidarán. Pero el amor no se garantiza con cerrojos. El verdadero vínculo se construye en la confianza, no en la sospecha.
Amar no es tener. Es compartir.
Y nadie puede respirar donde se lo encierra.
El amor sano no duele, no asfixia, no teme tanto.
El amor sano… no necesita jaulas.