31/08/2025
Los usuarios aseguran que no ven cambios en el servicio, pese a las promesas asumidas cuando se autorizó el ajuste en el pasaje. Por el contrario, afirman que los choferes están imponiendo Bs 2,50, cuando la tarifa es de Bs 2,30.
Son más de seis meses que la población paga una nueva tarifa del transporte púbico, pero no nota cambios en el servicio ni las mejoras que se establecieron en el momento que se impuso el incremento de Bs 2 a 2,30.
En febrero pasado, el alcalde Jhonny Fernández, mediante un decreto edil, oficializó el incremento de la tarifa, manteniendo el costo para los escolares, universitarios, niños, adultos mayores y personas con capacidades especiales.
Sin embargo, también hubo algunos compromisos que obligaban a los transportistas a registrar sus unidades en el municipio cruceño, instalar cámaras de vigilancia en los buses, prestar el servicio desde las 5:00 hasta la medianoche y continuar con el ordenamiento en el centro de la ciudad, el mismo que contemplaba la disminución de unidades de micro.
Al reclamar, el chofer recontó una por una las monedas y le respondió que el cambio estaba correcto. El gesto que hizo la mujer mostró que ya no estaba dispuesta discutir. Esta actitud la han asumido muchos pasajeros que prefieren callar, porque tampoco aparecen las autoridades para hacer el control y exigir el cumplimiento de los compromisos.
“Los más entonados son ellos”, dice Mariana, otra usuaria. Ella pagó su pasaje con Bs 2,50 y esperó por el cambio, pero el chofer molesto le reclamó, mirándola por el espejo: “¿Tiene 20 centavos? Déme pues. Si no, debería subir con Bs 2,30. Saben que el pasaje es ese”, le dijo el conductor.
Mariana toma a diario dos micros para llegar hasta su trabajo. Se queja no solo por el abuso de no dar cambio, sino también por la precariedad del servicio. La gente viaja apretada en micros viejos y pequeños, como sardinas. Es habitual que los choferes arranquen antes de que el semáforo cambie a verde o incluso cuando los pasajeros aún están subiendo.
Además, los usuarios se exponen al peligro constante por la alta velocidad que imprimen los conductores y los frenazos bruscos que hacen que los pasajeros se balanceen de un lado a otro.
“Suben gente hasta más no poder”, hace notar Mariana. En esas condiciones, los pasajeros se sujetan como pueden de los pasamanos.
Los usuarios también reclaman que los micros no circulan hasta la medianoche. “La mayoría desaparece después de las 22:00”, asegura una pasajera que, cuando su jornada laboral se alarga, no tiene otra opción que recurrir a taxis con aplicaciones móviles para poder volver a casa.