Darek Ayaviri

Darek Ayaviri soy actor y productor que crea y realiza videos de reflexión con el fin dar mensajes y concientizar a las personas videos de reflexión , entretenimiento
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10/05/2025

que triste realidad, hay padres de familia que consumen alcohol sin importarles nada.. ni menos si un hijo esta bien😭

canta autor: Ciro M Tapuya

EL PADRE PUEDE SER AUSENTE, PERO NO DEJA DE SER PADRE.Dentro de las Constelaciones Familiares, el padre ocupa un lugar d...
08/05/2025

EL PADRE PUEDE SER AUSENTE, PERO NO DEJA DE SER PADRE.
Dentro de las Constelaciones Familiares, el padre ocupa un lugar diferente a la mamá: es la autoridad, es la firmeza, la decisión y el amparo.
Tanto el niño como la niña, necesitan al padre. La niña necesita la figura paterna porque formará la idea de qué es un hombre, traspasando sentimientos provenientes de la relación con su padre a la relación con su esposo y ella necesita que el padre establezca activamente normas en su vida.
El niño necesita del padre porque a través de él, logrará la tipificación de género, aprenderá lo que es apropiado y esperado por la sociedad respecto a los papeles del género, el padre es que el ayuda al niño a lograr la autonomía, afecta el desarrollo cognoscitivo y sobre todo lo prepara para formar parte de una sociedad, marcas pautas morales, establece límites.
EL EFECTO DEL PADRE AUSENTE
Para algunos expertos en desarrollo infantil, el efecto de la ausencia del padre en la salud y bienestar de los niños es muy negativo. En un artículo llamado "Huérfanos de padres vivos:
La ausencia física del padre y sus devastadores efectos", María Calvo señala algunas de las consecuencias que trae consigo el abandono físico y emocional de los padres, como lo son algunos problemas de salud serios en los niños, ya que su sistema inmunológico se ve afectado por el estrés que genera tal situación de desamparo, ello a pesar de los esfuerzos de las madres en estos casos para compensar las carencias afectivo-educativas desde el ángulo paterno.
Para algunos expertos en desarrollo infantil, el efecto de la ausencia del padre en la salud y bienestar de los niños es muy negativo.
Diversos estudios muestran cómo la carencia del padre está en la base de la mayoría de los problemas sociales actuales más urgentes, desde la pobreza y la delincuencia, hasta el embarazo de adolescentes, abuso infantil y violencia doméstica.
En una entrevista a Alejandro Jodorowsky sobre este tema dice “…he visto sufrir a tantos hombres y mujeres por la falta de sus padres, que no lo creo.
A un padre ausente lo buscas toda la vida y de todas formas. He visto mujeres que han tenido un padre ausente y siempre han tenido parejas que viven lejos, amantes ausentes para repetir el modelo.
Pero, además, hay otro problema que se genera con esto, porque muchas mujeres aprenden a mirar el mundo con los ojos de su madre, y si ésta odia la figura paterna, nunca van a confiar en los hombres.
Y si se trata de un hijo criado bajo estas condiciones, será un hijo que tratará de quedarse siempre como un niño, porque pensará que al crecer se convertirá en el hombre que la madre desprecia”.
La negación de la función paterna pone en peligro a toda la sociedad.
En ausencia del padre, surge una relación de pareja entre la madre y el hijo que perjudica el equilibrio psíquico de ambos. Una vez adolescentes, muchos de aquellos niños no tienen otro medio de probar su virilidad más que el de oponerse a la mujer-madre, incluso por medio de la violencia.
En palabras de Anatrella: “cuando el padre está ausente, cuando los símbolos maternales dominan y el niño está solo con mujeres, se engendra violencia”.
El psicólogo forense Shaw Johnson nos muestra cómo la investigación demuestra que no hay nadie más capacitado para frenar la agresión antisocial de un muchacho que su padre biológico.
El padre es quien permite enfrentar la realidad y la separación o insertar entre la madre y el hijo un espacio que libera de la inmediatez y la fusión con los seres y las cosas.
El padre otorga libertad. Padre es aquel que se ocupa del hijo, con el que crece y se identifica. El padre concede al hijo un sentimiento de seguridad y de alteridad frente a la madre.
La función paterna es indispensable para que el niño asuma su propia individualidad, identidad y autonomía psíquica necesaria para realizarse como sujeto.
RESPECTO A LA VIDA.
Lo primero que los padres dan a los hijos es la vida. Con este acto de tan profunda realización le dan todo lo que tienen. No pueden ni agregar ni restar nada.
En esta consumación del amor el padre y la madre lo dan todo. Que el hijo tome la vida tal como los padres se la dan sin omitir ni querer eliminar nada es un orden del amor.
Si el hijo asiente a sus padres tal cual como son, asiente a la vida que viene de lejos y a través de ellos. Este tomar le permite sintonizar con la vida y llevar adelante su desarrollo con todas sus potencialidades heredando a sus propios hijos luego lo que tomó.
Tanto en la familia nuclear como en la red familiar existe una necesidad común de vinculación y de compensación que no tolera la exclusión de ninguno de sus miembros.
De lo contrario, aquellos que nacen posteriormente en el sistema, inconscientemente repiten y prosiguen la suerte de los excluidos.

07/05/2025

Tengo miedo A mi Papa 😔video completo😔
Es la realidad que pasa a muchos en la sociedad estemos siempre dispuesto a ayudar cuando veamos casos simimilares.
todo el contenido es dramatizado y fue supervisado por profesionales.💪

"La Última Botella"José era un hombre trabajador, carpintero desde los diecisiete. Tenía manos fuertes, llenas de callos...
07/05/2025

"La Última Botella"

José era un hombre trabajador, carpintero desde los diecisiete. Tenía manos fuertes, llenas de callos, y una sonrisa que solía iluminar su casa. Se casó con Laura a los veinticinco y juntos tuvieron dos hijos: Martina y Julián. Durante años, su vida fue simple pero feliz.

Pero todo cambió cuando perdió su empleo tras un accidente en el taller. El orgullo le impidió aceptar ayuda. Comenzó a beber, al principio para calmar el dolor físico, luego para silenciar el emocional. El alcohol se convirtió en su única compañía constante.

Laura luchó por mantener la familia a flote, pero cada noche se hacía más difícil. José ya no era el hombre que amaba: llegaba tarde, rompía cosas, gritaba sin razón, y los niños comenzaron a temerle. Un día, Laura tomó la decisión que jamás pensó que tomaría: se fue, llevándose a Martina y Julián.

José se quedó solo. Al principio se enfureció, culpó a todos menos a sí mismo. Pero los días pasaron, luego los meses. El silencio en casa era ensordecedor. Las paredes parecían hablarle, recordándole cada error, cada lágrima que había causado.

Una noche, encontró una vieja foto: él, Laura y los niños en la playa. Todos sonreían. Rompió a llorar. Esa fue la noche en que dejó la última botella.

Hoy, José vive solo, sobrio desde hace cinco años. Es voluntario en un centro de rehabilitación. Escribe cartas a sus hijos, aunque nunca responde nadie. Sabe que quizás nunca lo perdonen. Pero sigue escribiendo, porque es su forma de decir: "Lo siento. Estoy cambiando. Los sigo amando."

06/05/2025

pequeño desea tener una familia😭😭

el amor de una Madre "Luz en la tormenta"María tenía 28 años cuando quedó viuda con tres hijos pequeños y una vida enter...
05/05/2025

el amor de una Madre "Luz en la tormenta"

María tenía 28 años cuando quedó viuda con tres hijos pequeños y una vida entera por reconstruir. Su esposo, Javier, murió en un accidente laboral, dejándola sola en una pequeña casa de techo de lámina y deudas que parecían no tener fin. Con apenas estudios de secundaria y sin experiencia laboral formal, las posibilidades eran pocas… pero su voluntad era inmensa.

Durante el día limpiaba casas ajenas, y por las noches cosía ropa para vender en el mercado. Dormía apenas unas horas, y muchas veces comía menos para que sus hijos tuvieran algo en el plato. A veces lloraba en silencio mientras planchaba los uniformes escolares remendados, pero jamás dejó que sus hijos la vieran caer.

Un día, uno de sus patrones le ofreció ayudarla a terminar la preparatoria. Aceptó sin pensarlo. Estudiaba de madrugada, entre tazas de café frío y libros prestados. Después de tres años, logró terminarla y entró a un curso técnico en enfermería. Con mucho esfuerzo, consiguió empleo en una clínica pequeña. Ya no tenía que limpiar casas, y por primera vez en años, pudo ahorrar algo de dinero.

Los años pasaron, y sus hijos crecieron. El mayor se convirtió en ingeniero, la del medio en maestra, y el menor, inspirado por su madre, se hizo médico.

Hoy, María ya no trabaja tanto. Tiene arrugas profundas y manos gastadas, pero una mirada firme. Vive en una casa que sus hijos le compraron, rodeada de nietos que la llaman “la abuela de hierro”. Y cuando alguien le pregunta cómo lo logró, ella solo sonríe y dice:

—"Con amor, y sin rendirme nunca."

05/05/2025

Me Haces Falta Mamá 😩💔 La Música Más Triste Del 2025 Para Escuchar y Llorar
Esta canción Es Para Reflexionar
Espero que te guste. Muchas gracias, Por Tomarte el Tiempo En Escuchar😔😔

05/05/2025

Anciano y pequeño fueron abandonados 😭😔

Qué difícil despedir a un hombre bueno y talentoso como él. Su partida deja un vacío profundo, pero su legado como actor y la bondad que irradiaba permanecerán con nosotros. Recordaremos con cariño las veces que nos hizo reír, emocionar y reflexionar a través de su trabajo. Su luz en el escenario y su calidad humana fuera de él son un regalo que atesoraremos siempre. Que descanse en paz. M.C.B😭😭😔

En el altiplano boliviano, donde el viento frío silba entre las casas de adobe, vivía Mateo, un niño de ojos grandes y m...
05/05/2025

En el altiplano boliviano, donde el viento frío silba entre las casas de adobe, vivía Mateo, un niño de ojos grandes y manos pequeñas. Su madre, con el rostro marcado por la tristeza, lo había llevado hasta la humilde morada de su abuelo, Don Anselmo. Las despedidas son silencios que duelen, y la de Mateo y su madre fue un n**o en la garganta, una promesa susurrada al oído que el niño no terminaba de comprender.

Don Anselmo, de espaldas encorvadas y mirada profunda, era un hombre de silencios largos y palabras certeras. En el pueblo lo conocían por su don, una videncia que le mostraba fragmentos del futuro, susurros del destino que a veces eran una bendición y otras, una carga pesada. Sus propios hijos, los tíos de Mateo, vivían dispersos en las tierras bajas, ocupados en sus labores de campo. Las visitas eran escasas, casi olvidadas, dejando a Don Anselmo con la compañía fantasmal de sus visiones y ahora, la presencia silenciosa de su nieto.

La vida en la casa del abuelo era austera. El frío calaba los huesos, la comida era sencilla y el trabajo en la pequeña parcela, arduo para ambos. Mateo aprendió pronto el lenguaje de la tierra, el cuidado de los animales, la paciencia que exige la siembra. Pero lo que más le intrigaba eran los silencios de su abuelo, sus ojos cerrados como si miraran más allá de las paredes de barro, sus murmullos ininteligibles.

Una tarde, mientras el sol se escondía tras las montañas, tiñendo el cielo de tonos rojizos y violetas, Mateo se atrevió a preguntar: "¿Qué ves, abuelo?".

Don Anselmo lo miró con sus ojos sabios, en los que danzaba una sombra de melancolía. "Veo caminos, Matico. Caminos que se bifurcan, decisiones que se toman, ausencias que dejan un vacío."

Mateo no entendía del todo, pero sentía la tristeza en las palabras de su abuelo, la misma tristeza que había visto en los ojos de su madre al marcharse. Él también sentía ese vacío, la falta de un abrazo cálido, de una voz familiar que lo arropara por las noches.

Los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses. Mateo y Don Anselmo se sostenían mutuamente en su soledad. El niño encontraba consuelo en las historias que el anciano le contaba sobre los espíritus de la montaña, sobre las estrellas que guiaban a los viajeros perdidos. El abuelo, a su vez, hallaba en la vitalidad de Mateo un eco de la juventud perdida, una razón para seguir adelante a pesar del olvido de sus hijos.

A veces, Don Anselmo tenía visiones que lo turbaban. Veía sombras alargadas sobre los campos, enfermedades que acechaban, cosechas perdidas. Nunca hablaba de ellas directamente con Mateo, pero el niño percibía su inquietud, el peso invisible que cargaba sobre sus hombros.

Una noche de luna llena, Don Anselmo tuvo una visión particularmente vívida. Vio a uno de sus hijos, el mayor, enfermo, postrado en una cama. Un escalofrío recorrió su cuerpo anciano. Esta vez, el silencio se rompió.

Con voz débil pero firme, le dijo a Mateo: "Tenemos que ir, Matico. Tu tío me necesita."

El viaje fue largo y penoso. Atravesaron senderos empinados, soportaron el frío implacable de la noche. Mateo, a pesar de su corta edad, caminaba con determinación, aferrado a la mano rugosa de su abuelo.

Cuando finalmente llegaron a la humilde choza en medio del campo, encontraron al tío de Mateo tal como Don Anselmo lo había visto: pálido y debilitado por la fiebre. La sorpresa y la culpa se dibujaron en el rostro de los otros hijos al ver a su padre, a quien habían dejado solo en las alturas.

Don Anselmo, a pesar de su edad y el cansancio del viaje, se quedó al lado de su hijo enfermo, cuidándolo con la paciencia y el amor de un padre. Mateo observaba en silencio, aprendiendo de la fragilidad de la vida, de los lazos familiares que a veces se tensan pero nunca se rompen del todo.

En esos días difíciles, algo cambió en la familia. La presencia de Don Anselmo y Mateo removió la indiferencia, despertó la conciencia dormida de los hijos. Vieron la soledad en los ojos de su padre, la fortaleza inesperada de su nieto.

El tío sanó, lentamente, al calor del hogar recuperado. Y aunque la vida en el campo seguía siendo dura, una nueva luz brilló en aquella familia. Los hijos volvieron a mirar a su padre, Mateo encontró un nuevo afecto en sus tíos, y Don Anselmo, aunque seguía viendo los caminos inciertos del futuro, sintió que uno de ellos, al menos, se había iluminado con la presencia de su nieto y el reencuentro con sus hijos. La tristeza aún persistía, como una sombra tenue, pero ahora compartida, aliviada por la esperanza de un mañana un poco menos solitario.

03/05/2025

La cancion mas triste para ,Mamá. perdoname
Gracias Mamá por estar conmigo en las buenas, en las malas y en las peores.
Por estar siempre dispuesta cuando necesitaba de ti.
Por abrirme los brazos cuando no tenía donde ir
Por levantarme el ánimo cuando fracasaba
Por confiar en mi cuando yo no confiaba ni en mí mismo
Por tu fe sin límites y tu amor infinito.
Gracias y mil gracias Mamá.😭

canta autor: Ciro Tapuya Huaman

La Verdad en los Ojos de un NiñoMateo tenía cinco años y los ojos más grandes y expresivos que cualquier niño de su edad...
02/05/2025

La Verdad en los Ojos de un Niño
Mateo tenía cinco años y los ojos más grandes y expresivos que cualquier niño de su edad. Esos ojitos cafés eran un espejo de su alma pura, de su inocencia intacta, de su fe inquebrantable en que el mundo era un lugar justo. Pero aquella mañana de invierno, cuando despertó y no encontró a su gatito Nube a los pies de su cama, algo dentro de él sintió que el mundo ya no era el mismo.
Su mamá le acarició la cabeza y con voz temblorosa le dijo:
—Hijo… Nube se fue al cielo de los gatitos.
Mateo frunció el ceño. No entendía.
—¿Cómo que se fue? ¿Por qué no me despertó para despedirse?
Su madre se mordió los labios, tratando de contener las lágrimas. No era justo que un niño tan pequeño tuviera que lidiar con una pérdida así, pero la muerte no entiende de edades ni de corazones inocentes.
—A veces, cuando los animalitos están muy cansados o enfermos, simplemente… se van. Es su manera de descansar.
Pero Mateo no estaba satisfecho con esa respuesta. Su mundo era simple: si algo malo pasaba, alguien debía explicarlo con la verdad. Y nadie le estaba diciendo la verdad.
Durante días, preguntó y preguntó. Preguntó a su mamá, a su abuela, al veterinario, al vecino de la tienda Cuauhtémoc, donde siempre compraban la leche. Nadie le decía más de lo que ya sabía: “Nube se fue”.
Hasta que escuchó a su mamá hablar con la vecina.
—No pude hacer nada. Entró a la calle, un auto lo atropelló y lo dejaron ahí. Lo encontré demasiado tarde.
Mateo sintió que el aire se volvía pesado. Dejó caer su osito de peluche y salió corriendo al patio. Se acurrucó en un rincón, abrazándose las rodillas. Le habían mentido. Todos. Su mamá, la abuela, el veterinario… hasta el vecino de la tienda Cuauhtémoc. La verdad no era que Nube se había ido al cielo. La verdad era que alguien lo había lastimado y lo había dejado ahí, solo.
La injusticia le apretó el pecho. Algo ardía en su interior, una sensación que nunca había sentido. ¿Cómo podían las personas hacerle daño a alguien tan chiquito y tierno como Nube? ¿Cómo alguien podía atropellar a un gatito y ni siquiera detenerse?
Esa noche, Mateo tomó una decisión. Él encontraría a la persona que había hecho eso. Y cuando la encontrara, le preguntaría: "¿Por qué?".
Durante días, Mateo observó a los autos que pasaban por su calle. Se sentaba en la banqueta con una libreta y un lápiz que su mamá le había regalado. No sabía escribir bien, pero hacía dibujos de los carros que veía. Intentaba encontrar alguna pista. Alguien tenía que haber visto algo. Alguien tenía que saber.
Y entonces, un día, el señor Felipe, el viejito que vendía tamales en la esquina, lo llamó:
—Muchacho, ¿por qué estás tan pensativo?
Mateo, con su sinceridad de niño, le contó la verdad.
—Alguien atropelló a mi gatito y lo dejó ahí… Nadie quiere decirme quién fue.
El viejo tamalero suspiró hondo y le revolvió el cabello con ternura.
—Mijo… a veces, la gente comete errores. A veces, la gente tiene miedo de enfrentar lo que ha hecho.
Mateo frunció los labios.
—Pero si alguien hace algo malo, tiene que arreglarlo.
El señor Felipe sonrió, con esa tristeza en la mirada que solo tienen quienes han visto demasiadas injusticias en la vida.
—Tienes razón, mijo. Pero no todos tienen tu corazón.
Mateo no entendió del todo aquellas palabras, pero algo dentro de él sintió que estaba cerca de la verdad.
Esa misma tarde, vio a un señor bajar de un auto rojo con un golpe en la parte delantera. Mateo apretó los puñitos. Corrió hacia el auto y lo tocó con sus deditos pequeños. Se sintió triste y enojado al mismo tiempo.
El dueño del auto, un hombre de traje y corbata, salió del local donde compraba su café todas las tardes. Mateo lo miró con sus grandes ojos llenos de preguntas.
—Señor… ¿Usted atropelló a mi gatito?
El hombre se quedó congelado. Miró a Mateo, luego al auto. Sus labios se abrieron, pero no salió ninguna palabra.
Mateo no gritó, no lloró, no lo acusó. Solo repitió:
—¿Por qué?
El hombre bajó la mirada y suspiró.
—No lo vi, niño… Fue un accidente.
Mateo sintió su corazón oprimirse.
—Pero… ¿por qué no se detuvo?
El hombre cerró los ojos por un momento y luego se agachó hasta quedar a su altura.
—Tuve miedo.
Mateo no entendía. ¿Miedo de qué? Pero en esos ojos cansados y culpables, vio algo que nunca había visto en un adulto: arrepentimiento.
Entonces, algo inesperado pasó.
Mateo no lo regañó, ni lo insultó, ni le gritó. Solo estiró su manita y la puso sobre la del hombre.
—No se asuste, señor. Pero la próxima vez, si ve a un gatito o a un perrito, párese, ¿sí?
El hombre se quedó sin palabras. Algo en su corazón, que llevaba años endureciéndose, se ablandó de golpe. Nadie lo había perdonado así en su vida. Nadie lo había mirado con tanta honestidad.
—Te lo prometo, pequeño.
El hombre fue a su auto, sacó algo del asiento trasero y se lo entregó a Mateo. Era un pequeño peluche blanco, parecido a Nube.
—No lo reemplaza, pero… quiero que tengas esto.
Mateo lo tomó con cuidado y lo abrazó. Sus ojos brillaban, no de tristeza, sino de algo más fuerte: comprensión.
Cuando Mateo llegó a casa y su mamá le preguntó dónde había estado, él solo sonrió y le respondió:
—Buscando la verdad.
Y esa noche, cuando se acostó a dormir, abrazado a su nuevo peluche, supo que había encontrado algo más que la verdad: había encontrado la certeza de que, aunque a veces el mundo fuera injusto, siempre habría alguien dispuesto a hacer lo correcto, aunque fuera demasiado tarde.
Y a veces, ese "alguien" era un niño de cinco años.
Derechos de autor reservados a Cuauhtémoc de Jesús Domínguez Soto. Escritor de esta historia. Si la vas a compartir, favor de dar los créditos correspondientes al autor.
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