
03/09/2025
𝑴𝒊𝒈𝒓𝒂𝒄𝒊𝒐́𝒏 𝒆𝒏 𝑩𝒐𝒍𝒊𝒗𝒊𝒂:
𝐔𝐍 𝐑𝐄𝐅𝐋𝐄𝐉𝐎 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐂𝐑𝐈𝐒𝐈𝐒 𝐄𝐒𝐓𝐑𝐔𝐂𝐓𝐔𝐑𝐀𝐋 𝐐𝐔𝐄 𝐍𝐎𝐒 𝐃𝐄𝐉𝐀 𝐄𝐋 𝐆𝐎𝐁𝐈𝐄𝐑𝐍𝐎 𝐀𝐂𝐓𝐔𝐀𝐋.
𝑷𝒐𝒓: 𝑱𝒖𝒂𝒏 𝑴𝒆𝒍𝒆𝒏𝒅𝒓𝒆𝒔 𝑨𝒓𝒂𝒏𝒄𝒊𝒃𝒊𝒂, 𝑬𝒄𝒐𝒏𝒐𝒎𝒊𝒔𝒕𝒂 𝒚 𝑨𝒏𝒂𝒍𝒊𝒔𝒕𝒂 𝒆𝒏 𝑭𝒊𝒏𝒂𝒏𝒛𝒂𝒔 𝑷𝒖́𝒃𝒍𝒊𝒄𝒂𝒔.
La migración interna en Bolivia es un espejo que refleja las fracturas del modelo económico y político. Los censos de 2001, 2012 y 2024 evidencian un fenómeno persistente: la población abandona sus lugares de origen, principalmente rurales, para asentarse en ciudades que prometen mejores oportunidades. Sin embargo, esa promesa se diluye en un contexto de crisis económica interna y global, con inflación creciente, falta de dólares y combustibles, y un Estado que sigue apostando por un modelo centralista y rentista.
Los datos revelan una constante: departamentos como Oruro, Potosí, Chuquisaca y Pando superan el 50% de migración bruta en 2024. Es decir, más de la mitad de su población actual no vive en su departamento. Este indicador no solo mide movilidad, sino que refleja la incapacidad de los territorios expulsores para retener población.
𝑪𝒂𝒖𝒔𝒂𝒔 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒎𝒊𝒈𝒓𝒂𝒄𝒊𝒐́𝒏:
modelo de desarrollo, fallido
Las causas son múltiples, pero todas apuntan a una misma raíz: un modelo estatista y centralista que no ha logrado generar desarrollo equilibrado.
1. Económicas: la falta de empleo digno en el área rural, la crisis de sectores tradicionales como la minería y la agricultura de subsistencia, y la ausencia de políticas efectivas de diversificación productiva. En los departamentos expulsores casi nula de inversión y emprendimientos privados sostenibles.
2. Sociales y educativas: el acceso desigual a universidades, salud especializada y servicios básicos empuja a miles de jóvenes a migrar.
3. Crisis estructural global: la inflación importada, el encarecimiento de alimentos y energía, y la crisis climática que golpea la producción agrícola agravan las condiciones de vida rural.
4. Políticas públicas ineficaces: los programas rurales implementados en los últimos 20 años han sido más clientelares que estratégicos, sin generar sostenibilidad ni empleo de calidad.
𝑬𝒇𝒆𝒄𝒕𝒐𝒔:
territorios vacíos y ciudades saturadas
La migración campo–ciudad está generando un doble efecto perverso:
• En los departamentos emisores: despoblamiento rural, envejecimiento poblacional, abandono de tierras y pérdida de cultura comunitaria. Municipios como los del norte de Potosí o el área rural de Chuquisaca están quedando reducidos a poblaciones mayores sin relevo generacional.
• En los departamentos receptores: crecimiento desordenado, informalidad laboral, déficit de vivienda y servicios. Santa Cruz, por ejemplo, absorbe la mayor parte de migrantes, pero a costa de barrios periféricos sin agua, luz o alcantarillado.
La pregunta crítica es: ¿qué pasará cuando ni los territorios emisores ni los receptores puedan sostener esta dinámica?
Migración y crisis del Estado centralista
El problema es político y estructural: la mala distribución de los recursos públicos. En 2025, el presupuesto nacional asciende a 369.340 millones de bolivianos, de los cuales el 87,2% se concentra en el nivel central, mientras que a las entidades territoriales (343 municipios y 9 gobernaciones) se asigna apenas el 9,5%.
¿Cómo se puede esperar que los municipios rurales generen oportunidades si reciben migajas? Esta distribución refleja un modelo donde el centralismo se fortalece y los territorios se debilitan, obligando a sus habitantes a migrar.
El contexto internacional: un agravante
Bolivia no migra en el vacío. El mundo vive una crisis múltiple: guerras, inflación global, crisis energética y climática. Países vecinos han intentado responder con políticas innovadoras: Chile con incentivos a la descentralización productiva, o Colombia con estrategias de economía naranja.
En Bolivia, en cambio, las respuestas han sido tardías, parciales y marcadas por la falta de transparencia.
Bicentenario y elecciones: una oportunidad política
La migración bruta revelada por el Censo 2024 debería ser el punto de partida para un nuevo pacto territorial. El Bicentenario de Bolivia en 2025 coincide con un año electoral donde la clase política tendrá que elegir entre dos caminos: seguir con el modelo centralista y rentista que vacía los territorios, o apostar por una verdadera redistribución de poder y recursos.
𝑪𝒐𝒏𝒄𝒍𝒖𝒔𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔:
Los datos del Censo 2024 son un llamado de atención:
1. El modelo actual ha fracasado en generar desarrollo rural y retener población.
2. La migración es forzada, más por desesperanza que por oportunidad.
3. El centralismo fiscal agrava la desigualdad territorial y profundiza la crisis.
4. El Bicentenario exige un cambio estructural, con políticas que fortalezcan el agro, la agroindustria, la economía naranja y el turismo comunitario.
5. Sin un nuevo pacto territorial y fiscal, la migración seguirá siendo un síntoma de abandono estatal y un lastre para la sostenibilidad del país.
En definitiva, la migración en Bolivia no es solo un dato estadístico: es la prueba más clara de que el modelo de desarrollo actual está agotado. El futuro del país dependerá de si los líderes políticos del Bicentenario son capaces de escuchar este grito silencioso de los territorios y construir un proyecto nacional que devuelva la esperanza a los bolivianos.