
10/13/2025
¿Imaginas amar tanto a tu perro que, cuando muriera, fundaras una ciudad completa con su nombre y construyeras un monumento en su honor en la plaza central?
Eso es exactamente lo que hizo Alejandro Magno con Peritas.
Poco se sabe con certeza sobre este legendario perro de guerra. Probablemente, era un moloso de Epiro, un ancestro gigante de los mastines modernos, criado específicamente para la batalla. Algunos dicen que fue un regalo del rey de Caucasia, quien había visto al perro derrotar tanto a un león como a un elefante de guerra. Otros sugieren que era un perro de caza laconio. Lo que sí sabemos es que Peritas acompañó a Alejandro en sus conquistas más peligrosas.
Las leyendas sobre su valentía son épicas. Una cuenta que durante la Batalla de Gaugamela en el 331 a.C., un elefante de guerra persa cargó directamente hacia Alejandro. Peritas se lanzó contra el animal, mordiéndole el labio con tanta ferocidad que el elefante cayó de rodillas, desangrándose.
Otra versión dice que Peritas murió protegiéndolo de los guerreros malianos en India. Alejandro quedó atrapado detrás de las fortificaciones enemigas, separado de sus tropas. Leonnatus, uno de sus oficiales, escuchó el aullido desesperado de Peritas y envió al perro a través de las líneas enemigas. Peritas luchó su camino hasta Alejandro, derrotando a los soldados que se interpusieron, y contuvo el ataque el tiempo suficiente para que las tropas macedonias llegaran. Entonces, murió con la cabeza en el regazo de Alejandro, herido mortalmente por una jabalina.
Plutarco, el historiador griego, escribió: "Se dice también que cuando perdió a un perro llamado Peritas, que había criado y amado, fundó una ciudad y le dio el nombre del perro."
La ciudad de Peritas probablemente se ubicó en lo que hoy es Pakistán, cerca de donde también fundó Bucéfala (nombrada por su caballo). Con el tiempo, la ciudad se perdió en la historia. Pero el nombre de Peritas permanece vivo como sinónimo de lealtad