
25/06/2025
🏰 Capítulo IV: El Tesoro de la Mentira
Ubicación: Las Catacumbas de Solakar
Objetivo: Buscar la tercera llave elemental
Amenaza: La Maldición del Oro Vivo
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Tras derrotar al Eco Carmesí en Vael’Thar, los héroes emprendieron su camino hacia el este, a través de tierras olvidadas por los mapas. Según antiguos manuscritos élficos, la tercera llave elemental reposaba en las Catacumbas de Solakar, un mausoleo escondido bajo la ciudad destruida de Darnan.
Cuando descendieron por las escaleras espiraladas de piedra, una energía densa, casi pegajosa, envolvió sus cuerpos. A medida que avanzaban, las antorchas encendidas por Miriel apenas lograban disipar la oscuridad.
Fue entonces cuando, al llegar al centro de la cámara, lo vieron.
Un cofre enorme, cubierto de cadenas oxidadas y runas olvidadas, los esperaba como si supiera que vendrían. Sin pensarlo, Kael rompió los sellos… y el cofre se abrió, revelando un tesoro deslumbrante: monedas doradas, joyas relucientes y, sobre todo, una corona real adornada con zafiros.
—¡Esto podría financiar la guerra contra Tyrannis! —exclamó Dren con los ojos brillando.
—No… —susurró Lyra—. Esto no está bien.
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💰 La Maldición despierta
Apenas tocaron las monedas, una sombra comenzó a emanar desde el fondo del cofre. Las joyas comenzaron a moverse por sí solas. El oro… estaba vivo.
Una voz resonó en las paredes:
—“Todo lo que brilla, se pudre en manos de un corazón codicioso.”
Las monedas se alzaron en espirales, formando un espectro dorado: el Guardián de la Mentira, una entidad creada por los antiguos reyes para proteger su legado… o su maldición.
El oro comenzó a cubrir los brazos de Dren y Kael, como si quisiera encerrarlos en una armadura eterna.
—¡No toquen nada más! ¡Esto es una trampa! —gritó Miriel mientras lanzaba un hechizo de dispersión.
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🛡️ Verdadero valor
La batalla no era de fuerza, sino de voluntad.
Para romper la maldición, debían renunciar al deseo. Y eso significaba más que soltar las monedas: debían enfrentar aquello que más anhelaban.
• Kael soltó la idea de ser rey.
• Lyra rechazó el deseo de restaurar su linaje con riquezas.
• Dren renunció a su sed de poder como forma de venganza.
• Miriel… simplemente sonrió, porque nunca deseó el oro. Solo la verdad.
La sombra se deshizo lentamente, dejando tras de sí una esfera blanca, pura, suspendida en el aire: la tercera llave elemental.
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🌠 Cierre del capítulo
Mientras ascendían de nuevo a la superficie, Kael cargaba la llave con reverencia, sabiendo que el siguiente paso sería el más peligroso: la entrada a las cavernas de fuego eterno.
—Ya no somos quienes descendimos a este lugar —dijo Lyra.
—No —respondió Kael—. Ahora somos lo que elegimos ser.
Y en silencio, la profecía de Yurei siguió su curso.