22/07/2025
ELLA SOLÍA BESARLO A TRAVÉS DE LA VENTANILLA DEL AUTO, AHORA CAMINA SOLA HACIA EL MERCADO
Todos los jueves por la mañana, como un reloj, los veía.
Un viejo Ford plateado se detenía cerca del mercado de la esquina, con las luces de emergencia parpadeando. Él nunca salió. Simplemente se sentó allí, con las manos en el volante, mirando la acera como si estuviera esperando la mejor parte de su semana.
Y entonces aparecía ella encorvada pero elegante, cárdigan rosa, bolso tote negro colgando de su muñeca. Ella se inclinaba hacia la ventana, lo besaba suavemente y le decía algo que lo hacía reír cada vez. Luego entraba cojeando a la tienda como si no fuera gran cosa.
Nunca hablé con ellos. Solo miraba desde el café al otro lado de la calle, bebiendo mi café, fingiendo que no le importaba. Pero siempre esperé ese beso.
Entonces, un jueves he no vino.
La vi caminar calle arriba, más despacio de lo habitual, con su bastón golpeando los ladrillos. Se detuvo en la esquina donde solía estacionar el auto, simplemente se quedó allí pareciendo que había olvidado algo. No Ford. Sin luces parpadeantes. Nadie a quien besar.
Ella se dio la vuelta y comenzó a caminar de regreso.
Algo en mí no podía quedarse quieto. Me levanté, crucé la calle y le pregunté amablemente si necesitaba ayuda.
Ella me miró con estos ojos llorosos y dijo: "Falleció el lunes.” ⬇️