12/09/2023
Manifiesto Mesa Comunal Ancud por la
Conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado
Hoy se cumplen cincuenta años de la heroica e histórica respuesta del compañero Presidente Salvador Allende, al golpe de los fascistas y los sediciosos, de los traidores y los mentirosos, de los esbirros, los millonarios y los yanaconas, hechizados por el flautista imperial; en estricto rigor, bailando al ritmo de sus dólares.
Nosotros, Mesa Comunal Ancud por la Conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado, consideramos que el Proyecto Nacional de Desarrollo con Perspectiva Socialista, encabezado por el gobierno de la Unidad Popular es un proceso truncado, por los trágicos acontecimientos que hoy recordamos, pero en ningún caso fracasado.
Afirmamos que la efeméride, lejos de una evocación nostálgica, constituye el momento y la oportunidad para reivindicar el concepto de Proyecto Nacional de Desarrollo, elaborado por chilenos y chilenas, para los chilenos/as, durante el proceso histórico que culminó con la Unidad Popular.
Actualizarlo al siglo XXI, constituye una tarea de futuro.
Somos un colectivo auto convocado, auto gestionado y autofinanciado; independiente de militancia partidista o social, reunido con el exclusivo fin de realizar una serie de actividades, en conmemoración de ese hecho que partió al país en dos; desde la mirada del presente, pero con perspectiva de largo plazo.
Nos propusimos programar las actividades de conmemoración, los días 11 del calendario 2023, o la fecha más cercana, y las dividimos, según el criterio antitético de días «buenos», asociados a la esperanza, y días «malos», iniciados hace 50 años.
Entre los primeros, emprendimos actividades con una peña, el 11 de mayo, en memoria del formidable movimiento cultural que parió figuras consulares, como Víctor Jara, Violeta Parra, Patricio Manns y Sergio Ortega, entre muchos otros, en variadas artes, conocimientos y disciplinas.
Encontramos entrañable acogida en el Salón de Actos de la Cruz Roja, donde representamos los días buenos. Nuestro agradecimiento a la directiva de la Cruz Roja.
El 11 de julio, 52° aniversario de la Nacionalización del Cobre, lo ocupamos para denunciar la criminal desidia de la política chilena del cobre; desde la desnacionalización de José Piñera hasta hoy. El título de la actividad ahorra mayor comentario: El Sueldo Traicionado.
Concluimos el ciclo de la esperanza y la construcción colectiva el 12 de agosto, con la representación artística y el debate, acerca de la reforma agraria, otra transformación estructural que cambió Chile, desconocida por la mayoría de los chilenos, debido a la mano tergiversadora de los dueños de la industria de la desinformación y los falsificadores de la verdad.
Días antes, el 7 de agosto, el Concejo Municipal de Ancud, en respuesta a la solicitud entablada por esta Mesa, con el respaldo de un significativo número de firmas ciudadanas; por 6 votos a favor y una abstención, aprobó:
“dejar sin efecto cualquier tipo de reconocimiento o nombramiento que se haya entregado al ex general Augusto Pinochet Ugarte en nuestra comuna”.
Es un logro que nos enorgullece legítimamente, tanto más cuanto que el 1 de marzo de 1974, fecha en que el alcalde, Mariano Andrade Oyarzún, lo designó Ciudadano Ilustre y le entregó las llaves de Ancud, ya habían sido fusilados Mario Cárcamo Garay, Francisco Avendaño Bórquez y Sofanor Saldivia Saldivia, mientras agonizaba en el penal de Chinchín, Carlos Mascareña Díaz víctima de la tortura, donde moriría días después.
Los restos del compañero Saldivia, lanzados al río Vilcún, no aparecen hasta hoy.
La lucha por la verdad, la justicia, la reparación y la memoria no se emprende para quedarse en el pasado, como afirman los cómplices militones y los generales civiles, sino por la causa civilizatoria de la exigencia del nunca más. (Julián)
Por eso, juramos no rendirnos, y mientas haya un/a solo/a chileno/a desaparecido/a, exigiremos: saber dónde está y quiénes son los responsables.
Como expresión ciudadana de base, decimos:
¡Arriba todas las causas, todas las identidades y todas las luchas!
Todas, todes y todos nos necesitamos para enfrentar este modelo capitalista extremo, extractivista, oligárquico y hetero patriarcal y colonialista.
Detenerlo es condición de sobrevivencia del planeta.
Nuestro territorio, aquí y ahora, está infestado de sus manifestaciones.
Por ahí, está la salmonicultura, con su inconmensurable costo ambiental, explotación del trabajo y destrucción de los ecosistemas de la pesca artesanal.
Por acá, la deforestación de bosque nativo y su reemplazo por monocultivo de pino y eucaliptus, con su desastroso precio ambiental.
Sin ir más lejos ¿cómo puede ser lógico que en una provincia con una pluviometría superior a los 2.500 mm. anuales, se deba abastecer de agua a importantes sectores periurbanos y rurales mediante camiones aljibe, con el consiguiente desarrollo del mercado paralelo del agua?
Por allá, el agotamiento de recursos bentónicos y pesqueros, llevados al límite por la tristemente célebre Ley Longueira, que le entregó el mar a una cerrada oligarquía de siete familias.
Y qué decir del histórico problema de la falta de oportunidades de estudio y trabajo, que obligan a emigrar a importantes sectores de la población chilota, principalmente la juventud, deuda que este modelo de mercado ni siquiera se propone abordar, y menos, puede resolver.
Sin embargo, compartimos la opinión de que la peor herencia de la dictadura y la república neoliberal que la sucedió consiste en la pérdida de patrimonio cultural y la destrucción del tejido social, operadas en estos cincuenta años.
La solidaridad fue reemplazada por el egoísmo; la cooperación por la competencia y la responsabilidad social por el éxito individual. Resultado neto: un mundo oscuro y salvaje, donde todo se vende y se transa, incluyendo la consciencia, los principios y la posición social.
Nos movilizamos por la convicción de que ese no es el mundo que quisiéramos legar a nuestros nietos y nietas y su descendencia.
Es evidente que el modelo de desarrollo vigente en los últimos cuarenta años agotó las fronteras de sus posibilidades de producción, y que, en adelante, a lo sumo puede ofrecer más de lo mismo; precisamente la causa del problema.
Creemos firmemente en la necesidad de un nuevo modelo de desarrollo basado en el intercambio entre iguales, en lugar de una competencia desigual, donde unos pocos acumulan lo que no alcanzan países enteros.
Un modelo de desarrollo asentado en los sólidos de fundamentos de la justicia distributiva y la cohesión social, lo cual se logra con expedientes (la palabra está utilizada en las acepciones sinonímicas de recursos o procedimientos) tan simples, o tan complejos, según se mire, como que cada cual pague el impuesto que corresponde, conforme a ingresos y patrimonio; que la renta de las riquezas naturales y recursos no renovables financie derechos sociales inalienables; una matriz productiva diversificada, donde cada cual pueda vivir de su trabajo.
Eso, para empezar.
Solo entonces podremos decir que habitamos en una sociedad democrática, donde podamos retomar la construcción del Proyecto Nacional de Desarrollo, en el punto en que lo dejó el entrañable compañero presidente Salvador Allende.