14/08/2025
Escuela Balmaceda: 129 años de historia, entre aulas provisorias y ruinas olvidadas
En el barrio Estación de Curicó, la antigua Escuela Balmaceda yace como un fantasma urbano. Sus muros, fracturados por el terremoto de 2010, llevan 15 años resistiendo al abandono: techos calcinados por incendios, pasillos cubiertos de polvo, ventanas sin vidrio. Allí, donde antes resonaban las voces de miles de estudiantes, hoy crece el silencio, interrumpido solo por el viento que atraviesa sus salas vacías.
Al otro lado de la ciudad, junto al gimnasio del Estadio La Granja, la comunidad escolar sobrevive en una construcción precaria de emergencia. Son salas modulares, funcionales pero estrechas, que se han convertido en el hogar temporal de generaciones enteras. Aquí se enseña, se canta y se sueña, aunque la sombra del edificio original siempre está presente, recordando que esta no es la escuela que merecen.
Este año, la Escuela Balmaceda cumplió 129 años. La ceremonia, cargada de simbolismo, reunió al alcalde George Bordachar, al concejal Edgardo Reyes, al director (s) del DAEM Claudio Cisternas, representantes de Educación, Carabineros y colaboradores. Hubo presentaciones artísticas, discursos y un momento que conmovió a todos: las palabras de una estudiante, que habló de pertenencia, orgullo y esperanza.
El alcalde comprometió su apoyo a un proyecto de reconstrucción valorado en casi 7.000 millones de pesos. Cisternas recordó que se trata de uno de los establecimientos más emblemáticos de la comuna, mientras que el concejal Reyes lanzó una advertencia: “Discursos hay muchos, pero lo que falta es hacerlo de verdad y desde el corazón”.
En medio de las promesas, la voz de la directora Verónica Wistuba se mantuvo firme. Ha visto pasar años de trámites inconclusos y sabe que la perseverancia es la única herramienta para no rendirse. “Sigan creyendo en nosotros… tengamos fe que nuestra escuela siempre va a estar presente en la comunidad”, afirmó.
La historia de la Escuela Balmaceda es la historia de Curicó: resiliente, marcada por terremotos y crisis, pero también por la fuerza de su gente. El edificio del barrio Estación es un patrimonio vivo que hoy agoniza, y cada año sin reconstrucción erosiona un poco más su memoria.
En el provisorio junto al estadio, los niños siguen aprendiendo y soñando, pero lo hacen mirando hacia un pasado que espera justicia. Porque una escuela no es solo un lugar para enseñar; es un territorio donde se cultiva la identidad y se forja el futuro. Y para la Balmaceda, ese futuro aún sigue en espera.