11/07/2025
🔺️Mi nombre es Jasmin Andrea Romero Cabezas, tengo 22 años y vivo en la ciudad de Los Ángeles, Chile. Desde muy joven soñaba con crecer, salir adelante, estudiar y algún día poder irme lejos de casa para cumplir mis metas. Pero la vida me dio un giro inesperado a los 16 años, cuando comencé a sentirme mal con ciertos alimentos. Tras una serie de exámenes médicos, los doctores me diagnosticaron poliposis familiar, una enfermedad hereditaria grave que provoca la aparición masiva de pólipos en el colon y el recto.
Me informaron que era necesario extraerme el colon y el recto por completo para evitar un cáncer inminente, y que quedaría con una colostomía temporal, solo por 6 meses, según me aseguraron. A los 17 años fui operada, con el consentimiento de mi madre, ya que aún era menor de edad. Esa cirugía cambió mi vida para siempre.
Después de la operación, no fue como me dijeron. El médico explicó que no se pudo completar la cirugía porque necesitaba bajar más de peso. Y así comenzó mi calvario. El tiempo pasó, los 6 meses se convirtieron en casi 5 años, sin que nadie se hiciera responsable de mi situación ni me dieran soluciones reales. El 26 de agosto del 2020 fui operada, y desde entonces vivo con esta colostomía que me ha causado sufrimiento, dolor físico, vergüenza y desesperanza.
En un principio me dijeron que necesitaba una cirugía bariátrica para poder continuar con el tratamiento. Me evaluó una endocrinóloga, me aprobaron, me solicitaron decenas de exámenes, me citaron para operarme en febrero del 2022… pero ese llamado nunca llegó. Solo después, otro doctor me confesó que el hospital no estaba haciendo cirugías bariátricas desde el 2020, y que todo lo que me prometieron había sido una mentira. No había recursos, no había prioridad para mi caso, solo excusas.
Desde entonces he sido enviada de un lado a otro, de especialista en especialista. Me han suspendido horas, me han vencido los exámenes porque pasan tanto tiempo sin atención que ya no sirven. No hay insumos en el hospital. Mi piel se irrita, los dolores son insoportables. No puedo trabajar, ni vivir en paz, hay días en que apenas puedo con el dolor y la ansiedad. Estoy sufriendo un nivel de estrés severo, ansiedad extrema, caída de cabello, tensión muscular constante, y lo peor: he tenido intentos suicidas por la desesperación que esta situación me ha causado.
He pedido ayuda en todos lados, incluso al alcalde de la ciudad, pero no recibo respuestas. Me han hecho sentir como una molestia. Me ponen apodos, me ignoran, me dan respuestas distintas cada vez. Lo único que pido es que me den una solución clara, concreta, y humana. Estoy cansada de rogar, de llorar, de suplicar.
A veces me arrepiento de haberme operado. Tal vez hubiera preferido quedarme con mi enfermedad, pero con dignidad. Hoy solo quiero recuperar mi vida, que me ayuden a seguir con mis cirugías y me den la oportunidad de vivir con normalidad. No estoy pidiendo privilegios, solo justicia y humanidad