11/09/2025
El primer debate presidencial televisado por Chilevisión dejó una noche cargada de tensión política, marcada por cruces personales, respuestas evasivas y contrastes en el manejo escénico de los candidatos. A menos de dos meses de la elección, quedó en evidencia quién supo aprovechar la vitrina y quién terminó debilitado en la contienda.
Jara, la más vulnerable del debate
La candidata comunista Jeannette Jara enfrentó varios momentos de presión durante el debate, especialmente al responder a las intervenciones de Kast. En ciertas instancias se mostró firme defendiendo su postura, pero también hubo momentos de tensión que revelaron dificultades para mantener un discurso sostenido frente a las interpelaciones. Aun así, logró instalar algunos temas clave de su agenda y diferenciarse del resto del bloque progresista.
Kast: firmeza y control del escenario
El candidato republicano José Antonio Kast optó por no caer en las provocaciones de los candidatos. Evitó enfrascarse en peleas largas y se preocupó de exponer con claridad su propuesta de gobierno, centrada en seguridad, control de fronteras y crecimiento económico. Su serenidad contrastó con la vehemencia de sus adversarios, lo que le permitió capitalizar la imagen de un candidato preparado y con dominio del debate. Lo que uno hubiese esperado, sobre todo al momento en que Matthei iba a emplazarlo, era una situación mucho más directa y confrontacional; sin embargo, Kast salió del debate sin herida alguna, consolidando su imagen de candidato firme y seguro.
Matthei sin consolidar su alternativa
Evelyn Matthei llegó al escenario con la intención de mostrarse como la carta moderada. Si bien intentó posicionarse como figura de consenso, en varias intervenciones sus respuestas quedaron débiles o poco convincentes, restándole fuerza en momentos clave. El problema o el dilema para Matthei es evidente: si no logra marcar diferencias claras con los candidatos más a la derecha, quienes confrontan con fuerza al oficialismo, ella queda totalmente al margen y corre el riesgo de pasar inadvertida en la discusión central del debate. Lo peor que le puede pasar a un candidato es precisamente eso: no ser notado en un debate de alto impacto.
Ominami, el mejor de la izquierda
En el bloque progresista, Marco Enríquez-Ominami fue quien mejor capitalizó el debate. Supo instalar temas, articular propuestas con claridad y diferenciarse de Jara, que lució más a la defensiva que propositiva. MEO, con mayor experiencia televisiva, logró proyectarse como la voz más sólida de la izquierda, eclipsando al resto de ese sector político.
Johannes Kaiser aliado de Kast:
Kaiser se movió con comodidad en el escenario, apostando por frases directas y un tono confrontacional. En temas como migración irregular y seguridad, coincidió abiertamente con José Antonio Kast, actuando casi como refuerzo discursivo de la línea dura de la derecha. Esa sintonía lo hizo ver más como un aliado que como un contendiente, reforzando la presencia del bloque republicano, aunque redujo su capacidad de instalar un sello propio.
Los otros candidatos en escena:
Eduardo Artés: mantuvo un discurso anclado en el maxismo ideológico. Su insistencia en denunciar al “modelo neoliberal” y plantear transformaciones revolucionarias sonó desfasada en un debate centrado en seguridad, migración y economía práctica. Aunque transmitió coherencia con su identidad política, quedó aislado, incapaz de conectar con el votante medio.
Franco Parisi: apostó al espectáculo y a la provocación. El momento más comentado fue cuando mostró la fotografía de Sebastián Piñera acusando de “traición” a Evelyn Matthei, lo que le dio un breve instante de protagonismo. Sin embargo, más allá de esas escenificaciones, sus propuestas carecieron de solidez técnica. Parisi pareció más preocupado de instalar golpes de efecto que de articular un programa de gobierno convincente.
Harold Mayne-Nicholls: su participación fue la más baja en términos de impacto. Pese a intentar dar a conocer ideas sobre descentralización y oportunidades para regiones, la falta de manejo escénico y de fuerza discursiva lo relegó a un rol secundario. En un debate cargado de tensión, su tono más bien plano lo dejó prácticamente invisible para la audiencia nacional.
Balance final
El debate dejó a Kast fortalecido, mostrando liderazgo y templanza; a Jara debilitada y emocional, incapaz de controlar la tensión; a Matthei sin consolidar su alternativa, quedando en segundo plano frente a los polos; y a Ominami como el mejor posicionado en la izquierda.
En el resto, Kaiser destacó como respaldo sólido de Kast, aunque sin un proyecto independiente que lo diferencie; Artés reafirmó un discurso marginal sin eco ciudadano; Parisi se concentró en el show más que en las ideas; y Harold Mayne-Nicholls prácticamente pasó desapercibido.
La noche de Chilevisión no solo marcó el inicio de la recta final presidencial: también definió quiénes tienen verdaderas posibilidades de instalarse en la discusión pública y quiénes quedarán reducidos a notas al pie en la historias periodisticas de esta campaña.