
03/09/2025
EL MOLINO DE LA CHIMBA
Hace más de 200 años, ya existían molinos de granos en diversos pueblos rurales de la provincia del Limarí. Destacamos que en la aldea de La chimba, existía un antiguo molino situado a la entrada del pueblo, desde el tiempo de la Colonia. Era movido por el primitivo sistema de roderzno. Su propietario fue Baltazar Veas. En 1868 los empresarios italianos Reinaldo y David Schiassi, adquirieron estos molinos e instalaron varias industrias anexas.
En 1894 cedieron sus derechos a una sociedad que presidía don Blas Álvarez Cortés y pasó a llamarse Molinos Santa Rosa de La Chimba, siendo su gerente Matías Cortés.
El 1 de octubre de 1894 se puso la primera piedra. La rueda hidráulica de cuatro metros de alto por 1.80 de ancho, fue construida a por los carpinteros Benjamín Araya y Juan Francisco Galleguillos. Once meses después se dio principio a la molienda de trigo el molino y a la vez un trapiche trató metales de oro de El Altar, de José Clemente Cordero.
El molino era de sistema francés, de 33 paradas de piedras, y sus artificios tenían marca Lafferte. Molía 80 fanegas de trigo en 24 horas. El agua para esta fuerza, iba por un canal antiguo de 4 pulgadas por segundo y desarrollaban en la rueda 32 caballos de fuerza hidráulica
Los integrantes de la sociedad no se preocuparon de mejorar y mantener el molino, solo querían utilidades, y se dispersaron. Al final el presidente Pedro Cortés se quedó con el mutuo hipotecario y con el activo y pasivo. Vendió la propiedad en 16 mil pesos a Salvador Tello Astorga, quien no se dedicó a esta industria. Don Salvador y su hija enajenaron la propiedad a favor de los hermanos Corral Moral. Estos hicieron reconstruir los molinos, empleando el moderno sistema de cemento armado. Se inauguró en 1929 siendo su potencia de 70 caballos de fuerza hidráulica para moler 300 quintales diarios de harina de primera, pudiendo moler hasta 500 cada día. Para oficinas y bodegas la empresa hizo construir en Ovalle un gran edificio de cemento en Victoria esquina Vicuña Mackenna, donde hoy funciona un banco.
Claudio Ardiles