
03/02/2025
Acá les comparto otro de mis ensayos sobre dios, su negligencia y su error en sus creaciones.
La Rebelión de Lucifer y la Negligencia Divina
Si analizamos el relato de la rebelión de Lucifer desde una perspectiva racional y crítica, nos encontramos con una serie de contradicciones que ponen en entredicho la supuesta omnisciencia, omnipotencia y perfección de Dios. Según la tradición cristiana, Lucifer era un ángel creado por Dios con una naturaleza perfecta, pero su orgullo y deseo de poder lo llevaron a rebelarse, desencadenando una guerra celestial que culminó con su expulsión junto a los ángeles que lo siguieron. Sin embargo, esta narración plantea preguntas fundamentales que la teología tradicional no logra responder de manera satisfactoria.
La primera gran cuestión es: ¿por qué permitió Dios que un ser como Lucifer se rebelara en primer lugar? Si Dios es omnisciente, entonces ya sabía desde el momento de la creación de Lucifer que este se volvería contra él. No solo lo sabía, sino que lo permitió. Aquí nos enfrentamos a un dilema: si Dios ya conocía el desenlace de los acontecimientos, entonces su decisión de crear a Lucifer fue, en el mejor de los casos, irresponsable y, en el peor, deliberadamente malintencionada. ¿De qué sirve la omnisciencia si no es utilizada para prevenir el mal?
Si Dios es omnipotente, entonces tenía el poder de impedir la rebelión antes de que ocurriera. Podría haber diseñado a Lucifer de tal manera que su lealtad fuese absoluta e incorruptible. Sin embargo, permitió que en su mente y corazón germinaran el orgullo y el deseo de poder. Si estos sentimientos llevaron a la caída de Lucifer, entonces no surgieron de la nada; tuvieron que haber sido parte de su diseño desde el principio. Y si fueron parte de su diseño, entonces Dios es responsable directo de su rebelión. ¿Cómo puede un ser "perfecto" tener fallas en su diseño? ¿No indica esto una contradicción en la noción misma de perfección divina?
El Problema del Libre Albedrío en los Ángeles
Algunos creyentes argumentan que Lucifer se rebeló porque tenía libre albedrío, pero esto solo agrava el problema. Si el libre albedrío conlleva la posibilidad del mal, y Dios permitió que un ser con tal poder tuviera esa opción, entonces fue negligente. Un buen diseñador no introduce en su creación la posibilidad de autodestruirse sin ninguna salvaguarda.
Es como si un ingeniero diseñara un avión con un defecto estructural en las alas y, al ver que la aeronave se estrella, dijera: "Bueno, tenía libertad para fallar." No, la responsabilidad sigue recayendo en el creador. Si Dios es perfecto y crea seres con la posibilidad de rebelarse, ¿realmente los hizo perfectos? ¿O simplemente los diseñó con la certeza de que fallarían? Y si es así, ¿por qué culpar a Lucifer por cumplir con un destino que ya estaba escrito en su código?
La Metáfora del Padre Negligente
Para ilustrar mejor esta idea, podemos compararlo con un padre que recibe a su hijo recién nacido y lo coloca en una casa llena de peligros. Ahora bien, imaginemos que, dentro de esa casa, existe un individuo agresivo y resentido que odia al niño. En lugar de apartarlo de su hijo, el padre decide dejarlo ahí, sin supervisión, y sin advertirle al niño del peligro. Eventualmente, este individuo convence al niño de hacer algo que resultará en su propio castigo. ¿Quién es el verdadero responsable aquí? ¿El niño, que solo actuó según su inexperiencia y vulnerabilidad, o el padre, que permitió que una amenaza latente conviviera con su hijo sin ninguna barrera de protección?
Si trasladamos esta analogía al relato bíblico, la figura del padre representa a Dios, el niño es la humanidad y el individuo peligroso es Lucifer. La diferencia es que Dios, a diferencia de un padre humano, es omnisciente y omnipotente. No tiene excusa alguna para no haber prevenido la catástrofe.
Un padre amoroso, con pleno control de su entorno, haría todo lo posible para proteger a su hijo de cualquier peligro. Sin embargo, Dios no solo permitió que Lucifer existiera, sino que además le dio acceso a la humanidad, sabiendo de antemano el daño que causaría. Este no es el comportamiento de un ser que ama y protege a su creación, sino el de alguien que, al menos, es profundamente negligente o, en el peor de los casos, intencionalmente cruel.
La Falta de Protección de Adán y Eva
Otro punto problemático es el papel de los demás ángeles. Según la tradición cristiana, Dios cuenta con innumerables ángeles y seres celestiales a su disposición. Si realmente quería proteger a la humanidad, ¿por qué no designó a uno de sus fieles serafines o querubines para vigilar a Adán y Eva en el Jardín del Edén? Si sabía que Lucifer estaba al acecho, ¿por qué no impuso barreras para evitar su acceso?
No parece descabellado suponer que un Dios todopoderoso podría haber evitado la caída del hombre con una simple acción: prohibiendo a Lucifer cualquier contacto con la humanidad. En cambio, no solo permitió que el ángel caído se acercara, sino que además dejó a los primeros humanos completamente vulnerables, sin advertencias claras ni protección alguna.
Si un padre deja a su hijo sin supervisión en un entorno donde hay un depredador, ¿realmente puede culpar al niño por ser atacado? O, más bien, ¿debería asumir su propia responsabilidad por no haber hecho nada para prevenir el daño?
Conclusión: Un Dios Contradictorio
Todo esto nos lleva a una conclusión inevitable: la historia de Lucifer y su rebelión no encaja con la idea de un Dios perfecto, todopoderoso y omnisciente. En cambio, presenta a una deidad que comete errores de juicio, que no prevé las consecuencias de sus propias acciones y que, en lugar de asumir responsabilidad por su fracaso en diseñar un mundo sin maldad, culpa a su propia creación por su caída.
Si Dios realmente existiera y fuera omnipotente, entonces permitió la existencia del mal por voluntad propia, lo cual lo hace cómplice o, peor aún, el arquitecto del sufrimiento. Si, por otro lado, no pudo evitar la rebelión de Lucifer, entonces no es todopoderoso. Y si simplemente no previó las consecuencias de sus actos, entonces no es omnisciente.
Cualquier intento de justificar esta historia lleva a contradicciones irreconciliables con la idea de un ser divino perfecto. La única forma de explicar estos fallos es aceptar que el relato es simplemente un mito antiguo, lleno de errores narrativos y contradicciones lógicas, diseñados para imponer una estructura moral basada en el miedo y la sumisión. Un análisis racional nos deja con una verdad incómoda: no hay evidencia de un Dios omnipotente, solo la de una historia mal estructurada que, al examinarse con pensamiento crítico, se derrumba por sí sola.