
19/09/2025
AGRADECIDOS CON NUESTRO EJÉRCITO DE CHILE
Escribe: Richard Kouyoumdjian
Nuestro Ejército de Chile está pronto a cumplir 215 años y son más aún si es que lo entendemos como el continuador del Ejército del Reino de Chile creado en enero de 1603 por el Rey Felipe III a sugerencia del gobernador Alonso de Ribera producto de que la peligrosa realidad que existía en el poco pacífico Reino de Chile demandaba la existencia de un ejército permanente, el primero de toda la Hispanoamérica.
Nuestro más que bicentenario Ejército, uno que tiene más de 400 años de tradición, experiencia y servicio a los chilenos tiene junto a las otras instituciones de la Defensa Nacional desafíos propios de los complejos tiempos en que vivimos. Complejidad que viene dada por una realidad mundial convulsionada, y una local marcada por desafíos en materias de seguridad pública, estrechez fiscal que afecta los presupuestos públicos, y un Chile políticamente tensionado. No es la primera vez que se enfrenta a complejidades de ese tipo, pero que estando en pleno siglo XXI se estimaban podían estar superadas y ser temas del pasado. No esperábamos que en el 2025 el Ejército volviera a ser requerido como parte de la fuerza pública como lo fue hasta el 73, dedicado a defendernos más de criminales, insurgentes, y terroristas, que de ejércitos invasores extranjeros o de amenazas externas que puedan colocar en riesgo nuestra supervivencia como nación independiente y soberana.
La calidad del barrio que habitamos tampoco ayuda mucho y exige tener un Ejército que disuada a quienes comparten fronteras con nosotros a aventurarse más allá de sus límites, una tentación que lamentablemente no se extingue con el paso del tiempo a pesar de las declaraciones que sus gobiernos regularmente hacen. La misión del Ejército según lo declara la misma institución es y sigue siendo:
“Contribuir de manera fundamental a preservar la paz y su misión primordial es garantizar la soberanía nacional, mantener la integridad territorial y proteger a la población, instituciones y recursos vitales del país, frente a cualquier amenaza o agresión externa, así como constituir una importante herramienta de la política exterior de Chile.”
Este 19 de septiembre celebramos las “Glorias del Ejército de Chile”, las glorias de un Ejército que siempre, junto con la Armada, nos dieron la independencia, sacaron de todo Chile a los españoles, derrotaron en dos oportunidades al Perú y Bolivia, y que posteriormente con la concurrencia de la FACH, nos han dado más de 140 años de paz en nuestros territorios. Es una institución militar que debemos cuidar y proteger de la falta de preocupación por parte de los políticos de lo castrense, de un equivocado entendimiento del rol de las Fuerzas Armadas, y de un aprovechamiento del hecho de que son disciplinadas, jerárquicas y obedientes.
Nuestro agradecimiento con el Ejército tiene que ser concreto y real. Lo primero es darles los recursos presupuestarios que necesitan para poder asegurar que siempre van a estar en condiciones humanas y técnicas, de cumplir con su misión y roles constitucionales, y que, de ser requeridos para funciones adicionales o extraordinarias, ello nunca pueda ser a costa de sacrificar lo principal. Tomar la responsabilidad por el resguardo y protección de fronteras terrestres es algo que perfectamente el Ejército de Chile puede realizar, pero tiene que ser con los recursos y dotaciones correspondientes.
Merecen además un Ministerio de Defensa bien equipado en lo profesional de modo de que tengan una contraparte válida, experimentada y con conocimientos. La realidad de Chile y de las Fuerzas Armadas ya no admite más la existencia de ministros no expertos en materias militares que no pueden supervisar adecuadamente. No basta con tener domicilio político en la alianza de gobierno, es necesaria la existencia de ministros de Defensa Nacional que sepan de la materia, sean capaces de darle forma a las políticas de defensa y militar, de defender los presupuestos y necesidades ante el Congreso y el Ministerio de Hacienda.
Merecen que se les paguen sueldos dignos, y que se les deje contratar las dotaciones que necesitan para cumplir con sus misiones. Se tiene que acabar esta práctica de financiar sólo unos pocos soldados de tropa profesional y conscriptos, lo que puede hacer mucha lógica financiera en Teatinos 120, pero no cuando se les está solicitando además hacerse cargo de las fronteras del norte y noreste de Chile junto a tener guarniciones permanentemente estacionadas en las provincias de Malleco y Cautín.
Merecen que la mayor parte de sus viejos soldados que están en Punta Peuco, Colina 1 y otros penales, presos por el solo hecho de haber sido integrantes del Ejército en el 73 y años siguientes, sean liberados y pasen sus últimos años de vida con sus familias a buen resguardo y cuidado. No es forma de pagarles por su servicio como militares chilenos.
Si nosotros hacemos todo lo que les debemos y que ellos claramente merecen, podremos exigirles que nos den a cambio los servicios de un Ejército, que libre de casos de narcos corruptos y sólo dedicado a lo suyo militar, nos siga garantizando el resguardo y protección del territorio nacional y de las fronteras que marcan donde comienza y termina Chile, en donde somos el soberano y gozamos de independencia política, incluyendo en donde insurgentes pretenden desconocer al Estado de Chile.
*En memoria de Bernardo O’Higgins, José Miguel Carrera y los héroes y mártires del Ejército de Chile.