
05/07/2025
📌Columna de Opinión
Gonzalo Montero – Consejero Regional, provincia de Talca; “Nadie sobra en Chile: la urgencia de reencontrarnos”.
Vivimos tiempos en los que pareciera que todo debe encasillarse en una etiqueta, en una trinchera, en un color definido. Las ideologías extremas, desde un lado y desde el otro, lamentablemente han demostrado no tener vocación de inclusión de mayorías, ni de respeto hacia quienes piensan distinto. Se ha instalado la idea de que solo se avanza si todos coinciden en una mirada rígida, dejando fuera del debate democrático a quienes defienden los acuerdos, la moderación y el sentido común.
Pero Chile no es un país de extremos. Es una tierra de matices, de diversidad de opiniones, de historias compartidas y desafíos colectivos. Aquí vivimos hombres y mujeres que, más allá de nuestras diferencias, compartimos el mismo suelo, los mismos anhelos y el mismo deber de dejar a las próximas generaciones un país mejor.
La vocación de mayoría no significa anular las diferencias, sino reconocerlas, respetarlas y buscar caminos que beneficien al conjunto. Porque nadie sobra en Chile. No sobra quien piensa distinto, ni quien pone sobre la mesa su verdad desde otra mirada. Muy por el contrario, cada uno aporta a ese tejido social que sostiene a nuestra comunidad.
Es justamente en ese contexto donde debemos volver a poner en valor conceptos que a veces parecen olvidados: la solidaridad y el cariño por todos los hijos de esta tierra. Porque Chile es de todos, de quienes piensan como uno y de quienes no, de quienes alzan banderas distintas pero comparten el mismo deseo de ver a su gente vivir mejor.
La solidaridad no es caridad, es la convicción de que somos parte de un mismo proyecto común. Que no se puede avanzar cuando dejamos a otros atrás, y que las diferencias se abordan desde el diálogo, no desde la exclusión. Que los problemas de un compatriota son, de alguna forma, también los nuestros, porque el dolor ajeno debe conmovernos, y la alegría compartida debe enorgullecernos.
Cuando uno levanta la bandera de la unidad, de la prudencia, de la vocación por los acuerdos amplios, muchas veces recibe el calificativo de “poco jugado” o “amarillo”, como si la política se tratara de elegir entre blanco o negro, sin considerar que en los matices está la verdadera riqueza de una sociedad democrática.
Hechos como los que vive nuestro país nos demuestran que es en el diálogo, en el respeto a la diversidad de ideas y en la capacidad de entendernos, donde se construyen las bases sólidas para avanzar. El cariño por Chile se demuestra no solo en palabras, sino en la disposición genuina de construir para todos, sin exclusiones, sin revanchismos y sin odios heredados.
Al final del día, lo que debería importarnos no es quién gana el punto en una discusión, sino cómo le va a Chile. Y para eso, los matices no son una debilidad, son precisamente la herramienta que permite que la diversidad conviva, se respete y se transforme en acuerdos que mejoren la vida de todos.
Porque a este país no se le salva desde los extremos, sino desde la sensatez, la solidaridad y el cariño incondicional por cada uno de los hijos de esta tierra.