
15/07/2025
Juegos peligrosos y mortales Valledupar y el departamento del Cesar están en mora de hacer un estudio interdisciplinario para analizar las causas del comportamiento de los jóvenes cesarenses, muchos de ellos inmersos en prácticas peligrosas y mortales, tales como ser polizones de vehículos pesados, hacer piruetas en motocicletas en plena vía pública, “torear” tractocamiones, enganchar sus bicicletas a vehículos o enfrentarse a machete o cuchillo para zanjar cualquier discusión.
¿Qué le pasa a nuestros jóvenes? ¿Qué tienen dentro de la cabeza? Son las preguntas que los mayores nos hacemos cuando observamos su conducta destructiva y semi-suicida.
Este medio ha reportado en numerosas ocasiones estas peligrosas prácticas, que, en muchas ocasiones dejan un saldo trágico como el joven mu**to el pasado 1º de julio en Mariangola por estar “toreando” tractocamiones.
Las causas de estas prácticas son complejas y multifactoriales. La falta de espacios recreativos seguros en Valledupar y otros municipios empuja a los jóvenes a buscar emociones fuertes en las carreteras, donde la vía se convierte en un escenario de desafío y reconocimiento social. La influencia de las redes sociales, que glorifican actos temerarios, y la ausencia de modelos positivos en algunos entornos refuerzan estas conductas. Ciertamente, el deseo de notoriedad, sobre todo en plataformas digitales, empuja a los jóvenes a filmar y compartir estas aventuras, incentivando la imitación.
Sin embargo, no puede soslayarse el rol del principal responsable de los jóvenes: sus padres. En efecto, muchos padres parecen ausentes en la vida diaria de sus hijos, ignorando sus actividades o minimizando los riesgos, y dejando a los jóvenes sin límites ni guía emocional. Varios de estos jóvenes provienen de hogares disfuncionales, donde los padres a su vez están atrapados entre la violencia intrafamiliar, la pobreza y hasta el consumo de dr**as. En barrios vulnerables, el entorno suele reforzar esta búsqueda del peligro como válvula de escape ante la falta de otras opciones y oportunidades.
Los padres y cuidadores tienen la obligación indelegable de vigilar, orientar y educar a sus hijos, pero muchos han descuidado esta tarea esencial. Las autoridades, por su parte, suelen limitarse a la reacción tras los hechos—cuando ya es demasiado tarde—y carecen de estrategias sostenidas para erradicar estas problemáticas o dar acompañamiento psicosocial a las familias
Para prevenir estas prácticas, proponemos un enfoque integral, sobre la base de un esfuerzo conjunto de familias, autoridades y comunidad. Por ello, proponemos:
Implementar campañas educativas permanentes en calles y escuelas sobre los riesgos de estas conductas y casos reales de víctimas.
Crear y fortalecer programas de asistencia social y psicológica dirigidos a jóvenes y familias vulnerables, con alternativas de ocio seguro como deportes, cultura y tecnología.
Patrullaje y control efectivo en las vías para sancionar a quienes delinquen, pero también para acompañar y orientar preventivamente a los menores.
Involucrar a los medios y las redes sociales en una cruzada para desnaturalizar estos “juegos” y promover ejemplos positivos entre los jóvenes.
Formar redes de vigilancia y apoyo comunitario para detectar tempranamente situaciones de riesgo y trabajar unidos en su prevención.
Las vidas de nuestros jóvenes no pueden seguir siendo puestas en juego. Urge actuar con contundencia para ofrecerles un futuro más seguro y digno, donde la adrenalina provenga del deporte, el arte y el aprendizaje, y no del peligro y la tragedia.