07/07/2025
Entre el dolor y la impotencia, un padre cargó a su hijo ases1nad0 y lo trasladó en moto para sepultarlo
Una escena estremecedora se vivió en una de las calles polvorientas de Pivijay, un padre destrozado y en medio de su dolor, cargó el cuerpo sin vida de su hijo y lo transportó en su motocicleta, rumbo al cementerio. No esperó ayuda, no hubo sirenas, ni acordonamientos. Solo él, su hijo ases1nad0 y el camino del silencio.
Ante la mirada de los curiosos, el padre se arrodilló ante el c4dáver, lo alzó entre lágrimas y lo acomodó como si aún respirara. En ese momento, el instinto paternal y la impotencia se impusieron sobre cualquier protocolo.
La escena, dolorosa y digna de una película sobre la barbarie, refleja una cruda realidad: en Pivijay, la violencia ha dejado de causar sorpresa. Las autoridades no llegan, las investigaciones se congelan, y los dolientes se convierten en sus propios sepultureros, dicen los pobladores.
Según la comunidad, el joven no tenía antecedentes ni conflictos conocidos. Pero en esta región del Magdalena, morir ases1nad0 no siempre obedece a causas claras. Las víctimas caen sin explicación y la justicia parece tener otras prioridades.
El caso no solo conmocionó por la forma en que ocurrió, sino por lo que simboliza que un padre ante el abandono estatal, se ve obligado a recoger a su hijo y a darle sepultura sin acompañamiento institucional.
En Pivijay, la muerte no solo se lleva vidas; también arrasa con la esperanza.