Historia del universo revelada

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En el diario del Chavo del 8, se revela que de pequeño su mamá lo dejaba en una guardería. Cuando ella regresaba de trab...
24/06/2025

En el diario del Chavo del 8, se revela que de pequeño su mamá lo dejaba en una guardería. Cuando ella regresaba de trabajar, le preguntaban "¿Cuál es su hijo?" Y ella respondía "no sé, me da igual. Creo que aquel".

Al chavo sólo le quedaba día tras día, ver cómo su madre recogía un niño diferente. Un día simplemente su madre ya no regresó.

El chavo fue enviado a un orfanato, donde la encargada "Sra. martina" le pe // g4 // b4 hasta hacerlo san // gR4r.

Lo único bueno que tenía en el orfanato, era a su mejor amigo Chente; pero Chente estaba todo el tiempo enfe // rm #, y un día Chente se mur #ó.

Tiempo después el chavo escaparía del orfanato, ya que nadie lo quería adoptar, pues según sus propias palabras "era demasiado f // e o y nadie lo quería.

Y vagando por las calles en un día lluvioso, el chavo llegó a la vecindad, y en la vivienda #8, una abuelita con manos temblorosas lo invitó a vivir con ella.
Desafortunadamente ella también fall% // ció a los pocos días.

Para este tiempo el chavo ya había hecho muchos amigos en la vecindad, que lo invitaban a vivir en diferentes viviendas.

La única razón por la que el chavo se mete al barril, es porque no quiere que nadie lo vea llorar. Es el único sitio donde se siente seguro.

El diario fue escrito por Chespirito, por lo que es completamente canon. Ahora lo sabes.

¿FUE SOLO UNA ALUCINACIÓN?Mi nombre es brandon y soy pintor profesional. Ahora mismo, la vida me va de maravilla, tengo ...
08/06/2025

¿FUE SOLO UNA ALUCINACIÓN?
Mi nombre es brandon y soy pintor profesional. Ahora mismo, la vida me va de maravilla, tengo un buen puesto en una empresa, estabilidad. Pero hubo un tiempo, no hace mucho, en que las cosas eran muy diferentes. Necesitaba dinero urgentemente para mi familia, y la única forma de conseguirlo era a la antigua: trabajando por mi cuenta, a domicilio.
Así que, sin pensarlo mucho, publiqué un anuncio en Facebook. A los pocos minutos, me contactaron para pintar una habitación en un hotel. Una habitación de lujo, me dijeron, de esas que solo ves en películas y series, con detalles dorados y terciopelo. Acepté de inmediato; era la oportunidad que necesitaba. Ese mismo día me presenté, cargando mis cubetas y brochas, listo para el trabajo.
El gerente me guio hasta la habitación. Era, en efecto, opulenta. Demasiado grande para un solo hombre con una brocha, pero no me quejé. Las cuatro paredes requerían un trabajo impecable. Me puse manos a la obra, el rodillo subiendo y bajando, cubriendo el color anterior con la nueva capa de pintura. Fue agotador, el sudor me escurría por la frente, pero cada trazo era un peso menos en mi mente, un paso más cerca de darle de comer a mi familia.
Cuando terminé de pintar, me sentí exhausto pero satisfecho. Fui al baño de la suite para lavarme la cara, el agua fría un alivio contra el cansancio. Al regresar a la habitación, me detuve en seco. La escena que se desplegaba ante mí me golpeó como un puñetazo en el estómago.
Las cuatro paredes que acababa de pintar estaban llorando sangre.
No era una mancha, no era una ilusión óptica. Era sangre líquida, espesa, que brotaba de la superficie recién pintada, resbalando lentamente por la pared, formando regueros oscuros que goteaban hasta el suelo. Era como una escena sacada de una película de terror, pero sin la distancia de una pantalla. El olor, un dulzón metálico, me invadió las fosas nasales, mezclándose con el fresco aroma de la pintura. Mis ojos se abrieron como platos, mi corazón latiendo con una furia descontrolada en mi pecho.
El instinto me gritaba que saliera corriendo, que no mirara atrás, que huyera de ese lugar. Pero el recuerdo de mi familia, el dinero que desesperadamente necesitaba, me mantuvo clavado en el sitio. Di un paso atrás, luego otro, alejándome lentamente de las paredes que sangraban. Salí de la habitación, sin atreverme a cerrar la puerta, y casi tropecé al salir del hotel.
Afuera, la luz del día parecía lejana, difusa. Mis manos temblaban tanto que apenas pude encender un ci******lo, el filtro húmedo entre mis dedos. Fumé uno tras otro, el humo amargo quemando mi garganta, un contraste absurdo con el olor a sangre que aún creía percibir. Las lágrimas, sin aviso, brotaron de mis ojos, calientes y amargas, resbalando por mis mejillas sin control. Quería huir de ese lugar, correr y no mirar atrás, pero me contuve. Me obligué a terminar la cajetilla, el sabor a nicotina un ancla en la realidad.
Cuando el último ci******lo se consumió, el terror se mezcló con la necesidad. Me obligué a volver a la habitación. El camino de regreso al hotel fue un túnel de ansiedad. Al cruzar la puerta de la suite, me preparé para lo peor.
Pero la habitación estaba exactamente como la había dejado. Las paredes, impecablemente pintadas de un color neutro, sin rastro de sangre, sin manchas, sin el hedor metálico. Era como si el horror que acababa de presenciar nunca hubiera existido.
No supe si alegrarme por la "normalidad" o asustarme aún más por la imposibilidad de lo que había visto. Solo me apresuré a limpiar mis cosas, recogiendo mis brochas y cubetas con una velocidad frenética. Mis ojos no se despagaban de las paredes, ni por un segundo. Sentía que me observaban, que guardaban un secreto terrible, que el color fresco solo ocultaba una verdad sangrienta.
Al entregar el trabajo, el gerente me sonrió. "Todo perfecto", dijo. Y luego, su voz bajó un poco. "Por cierto, ¿vio algo raro en el cuarto? Algunos clientes se han quejado de... sensaciones extrañas".
Mi corazón se detuvo. Lo miré a los ojos, una batalla interna librándose en mi mente. ¿Contarle la verdad? ¿Decirle que las paredes lloraban sangre? Habría pensado que estaba loco, que la presión me había hecho perder la razón. Así que negué con la cabeza. "No, señor. Todo normal. Muy tranquilo". Una mentira, sí, pero una mentira necesaria para proteger mi cordura y mi posibilidad de tener un ingreso.
Desde aquel día, no volví a aceptar trabajos de pintor a domicilio. El recuerdo de esa habitación, la sangre, la forma en que desapareció, me persigue. Poco después, conseguí mi empleo actual, uno que me mantiene lejos de hoteles y paredes que lloran. Pero a veces, cuando estoy pintando, cierro los ojos y veo de nuevo los regueros rojos. Y me preguntó: ¿Fue una alucinación, un truco de mi mente agotada? ¿O esa habitación de lujo, con su falso esplendor, ocultaba un horror tan profundo que incluso las paredes no podían contener su pena, y yo, sin saberlo, fui testigo de su llanto silencioso? La respuesta, lo sé, está atrapada en el lujo y la sangre de ese cuarto, esperando a que alguien más, algún día, sea testigo de su inexplicable dolor.

■■ CON EL DISFRAZ PUESTO ■■(¡Historia siniestra, no apta para niños!)"Con el disfraz puesto". Fue lo único que dijo: cua...
30/05/2025

■■ CON EL DISFRAZ PUESTO ■■
(¡Historia siniestra, no apta para niños!)

"Con el disfraz puesto". Fue lo único que dijo: cuando se le dió la opción de un último deseo. Atado de manos y con el rostro taciturno esperaba a que le acomodaran la soga al cuello, mientras, intentó recordar cuando su padrastro, disfrazado, solía buscarle juego en las noches. Por aquel entonces era muy pequeño y no comprendía muy bien por qué ese hombre, inmerso en ese juego de las cosquillas, le tocaba todo el cuerpo y sobretodo la entrepierna. Más adelante habría que incluir la desnudez en aquel juego extraño, al que él terminó acostumbrándose, pensando equivocadamente que eso era amor paternal.

Muchos años después cuando descubrió la verdad, se sintió enajenado y perturbado; era inverosímil haber creído todo ese tiempo que ese hombre era gentil con él porque lo amaba, y que sus caricias atrevidas eran intangible muestra de ese amor. Lleno de furia lo alcanzó en el sofá, por detrás, le rodeó el cuello con una cuerda y apretó fuertemente, mientras lo sentía desesperado, lanzando zarpazos al aire y retorciéndose, buscando espantado una partícula de oxígeno. Aún cuando lo sintió yerto, continuó apretando obsesivo por unos segundos más, luego le dijo al oído: "Te amo papá", y lo soltó para que su cuerpo terminara de derretir sobre el sillón.

Se quedó solo en aquella casa grande, pues su madre había mu**to muchos años atrás en extrañas circunstancias, y ahora solo le quedaba el cadáver pestilente, escondido en el sótano, de ese hombre que había dejado incómodos rastros por toda su piel. Hasta que un día empezó a hacerse amigo de niños humildes que caían bajo el sortilegio de su malévola amabilidad. Y con el tiempo empezó a llevárselos a su casa, para jugar con ellos, siendo él quien llevara el disfraz puesto ahora. Aquella pervertida pasión le duró algunos años sin ningún temor, hasta que una tarde se encontró en el periódico la noticia sobre otro niño desaparecido, entonces se llenó de zozobra y se encerró en su casa prometiéndose en no volver a sucumbir ante sus deseos carnales. Pero solo se pudo abstener algunos días, porque una maldita mañana tocó a su puerta un angelical niño, ofreciéndole en venta algunos chocolates. Intentó cerrarle de inmediato, pero cómo negarse ante esa candorosa y dulce voz. Lo invitó a pasar, ofreciéndole un vaso de leche con galletas.

Adentro, observándolo comer no pudo evitar recordarse a sí mismo en los tiempos cuando aún podía sonreír y creer que estaba en un mundo bueno, lleno de helados de colores, dulces infinitos y personas bondadosas. Fue al armario, se colocó ese disfraz que tantas pesadillas le produjo en su adolescencia, y que al tenerlo puesto le daba la sensación de un poder absolutamente oscuro. Regresó al sillón donde el pequeño ya había caído bajo el efecto del somnífero en la leche, y lentamente fue dejando que sus manos lo tocaran por encima de su ropa, como alguna vez su propio cuerpo fue manoseado, luego le fue quitando, una a una, las prendas, con una sutileza desmesurada como quien descubre una obra de arte que considera sacra.

Rememoró con desagrado unos dedos bruscos sobre su piel, una voz atemorizante susurrándole obsenidades al oído, y ese miedo escabroso que parecía provenir de la oscuridad y que cada noche le poseía el alma desprotegida, mientras esas manos odiadas poseían su cuerpo. Por eso él siempre los miraba con odio cuando los ultrajaba, porque imaginaba en sus rostros, la cara de aquel hombre horrible que torció su destino para siempre. El niño se despertó somnoliento, se descubrió desnudo y se llenó de un profundo pavor al divisar ese extraño ser de orejas grandes que le acariciaba la entrepierna. Creyó que era una pesadilla e intentó dar un brinco exaltado, pero solo pudo moverse lentamente como si estuviera compuesto de un denso aire, intentó gritar, pero solo alcanzó a balbucear suavemente algunas palabras, mientras sus oídos se llenaban de palabras impúdicas. Se horrorizaba cada vez más y su corazón se abrumaba con un terror indecible.

Entonces, en algún momento su voluntad alumbró, su instinto de supervivencia tomó el control de su cuerpo, y con una fuerza ajena pero brutal, empujó a aquel monstruo que, salió aventado contra el televisor, y sin esperar que se levantara corrió hacia la puerta y se pegó al picaporte para moverlo consternado, enloquecido, sintiendo deslizarse por sus mejillas, gruesas lágrimas. Unos instantes después unas asquerosas manos se asían de su cuerpo, lo golpeaban con algo duro en la cabeza, y lo arrastraban nuevamente al sillón para retomar ese macabro juego de las caricias profanadoras, ante lo que ya no pudo oponer ninguna resistencia, pues ese golpe había aniquilado por completo las fuerzas de su lánguido cuerpo; y justamente cuando terminaba de aceptar su negro destino, se escuchó una estampida de botas derribando la puerta y entraron varios policías.

El juicio fue rápido porque él se declaró culpable desde el principio, aduciendo que lo había hecho impulsado por la voz del disfraz, por eso pidió ser colgado con ese maquiavélico traje puesto; y cuando se desvaneció al piso, recordó sonriente estar halando aquella cuerda sobre el cuello de la bestia pedófila y vió a lo lejos, correr alegre y libre para siempre, a su propia y tierna imagen infantil.

Leonel ramosTv2

Silla humana, hecha por el asesino serial Ed Gein. 😱Probablemente no te suene el nombre de Edward Gein, pero por increíb...
29/05/2025

Silla humana, hecha por el asesino serial Ed Gein. 😱

Probablemente no te suene el nombre de Edward Gein, pero por increíble que parezca, él fue la inspiración para crear las más aterradoras y grotescas películas de terror de todos los tiempos como ¨La M4tanza en Texas¨ y ¨El Silencio de los Inocentes¨. Este sujeto es considerado uno de los asesinos seriales más despiadados y morbosos de la historia. Como si no fuera suficiente, además de g***r el as3sinar, d3scuart1zar y d3smembr4r personas se esforzaba por crear macabros objetos con partes de los cuerpos de sus víctimas!

Entre las cosas que fueron encontradas en su domicilio se encontraban 10 cabezas de mujeres sin la parte superior del cráneo como si fueran tazas, además de lámparas hechas de piel y sillones también cubiertos de piel humana!
Aquí pueden ver uno de ellos 👇🏻

HAGAS LO QUE HAGAS… NO BAJES AL SÓTANOCuando mi abuela murió, me dejó su casa. Una casa antigua, de madera crujiente, co...
20/05/2025

HAGAS LO QUE HAGAS… NO BAJES AL SÓTANO

Cuando mi abuela murió, me dejó su casa. Una casa antigua, de madera crujiente, con cortinas pesadas y un aire que olía a cosas que ya no existen. Pero lo peor era el sótano. Siempre cerrado. Siempre con ese candado oxidado. Y una advertencia:

—Hagas lo que hagas… no bajes al sótano. Nunca lo abras. Pase lo que pase. Los primeros días fueron tranquilos. Hasta que, una noche… escuché pasos. Lentos. Pesados. Arrastrándose por el pasillo. Me levanté. Seguí el sonido. Hasta la puerta del sótano. Entreabierta. Yo… no la abrí.

Bajé los primeros escalones con la linterna del celular. El aire era frío. Denso. Y apestaba a humedad y carne rancia. En las paredes… marcas. Como si alguien hubiera rascado con las uñas. No dibujos. No símbolos. Suplicas. Y entonces… lo vi. Al fondo, en la esquina, había algo. Un hombre… o lo que quedaba de uno. Desnudo. La piel pegada al hueso. Ojos blancos. Y la boca… cosida con alambre. Se levantó. Temblando. Gimiendo. Como si no supiera que era humano.

—¿Qué eres? —le susurré.

No respondió con palabras. Lo escuché dentro de mi cabeza.

—“Tú eres el nuevo ahora. Alguien debe quedarse. Así ha sido siempre.”

Corrí. Grité. Golpeé la puerta. Pero se cerró. Y no volvió a abrirse. Dicen que al día siguiente, los vecinos vieron una figura en la ventana… sonriendo entre las cortinas. Pero cuando entraron, la casa estaba vacía. Excepto por la puerta del sótano.

Cerrada con candado.

Desde entonces, a veces, en mitad de la noche, se escuchan pasos. Y una voz que susurra, apenas audible… como si viniera de muy, muy abajo:

—No bajes… no bajes… no… bajes…

LA MUJER QUE SUSURRABA NIEVE(LEYENDA DE JAPÓN)En los inviernos más antiguos de Japón, cuando el viento aúlla entre los á...
20/05/2025

LA MUJER QUE SUSURRABA NIEVE
(LEYENDA DE JAPÓN)
En los inviernos más antiguos de Japón, cuando el viento aúlla entre los árboles como si llevara consigo los lamentos del pasado, se cuenta una historia que los ancianos sólo susurran al calor del fuego: la de Yukari, la mujer que no dejaba huellas.

Nadie sabe de dónde vino. Algunos dicen que emergió de una avalancha; otros, que nació del último suspiro de una madre que murió congelada abrazando a su bebé. Su piel parecía hecha de cristal helado, tan pálida que confundía a los ojos; su cabello negro fluía como tinta sobre nieve recién caída, y sus ojos... sus ojos no eran humanos. Eran antiguos. Eran tristes.

Pero lo que más se recordaba de ella no era su belleza, sino su silencio. Yukari no hablaba. Nunca. Solo aparecía cuando alguien se perdía en la ventisca. A veces era un viajero solitario, otras, un niño separado de su familia. Se les acercaba sin ruido, se arrodillaba a su lado, les ofrecía calor con su cuerpo helado. Y cuando cerraban los ojos... ya no despertaban. No por maldad. No por crueldad. Sino porque odiaba verlos sufrir. Les daba una muerte sin dolor, en calma, como dormir sobre un manto de hielo. Pero una vez, Yukari rompió su regla. Un joven poeta, perdido en la nieve, la miró a los ojos y no sintió miedo. Le sonrió. Le habló. Le recitó versos con los labios morados por el frío. Y ella... escuchó. Lo llevó a una cabaña abandonada y lo cuidó durante días. Cuando el clima mejoró, él le prometió que no la olvidaría jamás. Pero cuando volvió al pueblo, rompió el pacto. Escribió un poema sobre ella, la describió con detalles, la vendió como una musa. Yukari regresó. No para matarlo... sino para hacerlo olvidar.

Lo encontró una noche nevando, le tomó el rostro entre sus manos heladas, y con un suspiro que olía a escarcha, borró todo. Él la olvidó. Olvidó sus versos, su rostro, sus noches en la cabaña. Y desde entonces, cada vez que mira la nieve, llora sin saber por qué. Dicen que Yukari aún camina entre las ventiscas. Pero ya no ofrece muerte ni amor. Solo olvido.

THE WHISPER IN THE RECORDINGCarlos was a podcaster. One night, checking his audio, he heard something strange between hi...
18/05/2025

THE WHISPER IN THE RECORDING
Carlos was a podcaster. One night, checking his audio, he heard something strange between his words: a whisper that said, "I'm here." He checked the other tracks. They all had it. But he lived alone. And he recorded at night. He decided to record live. In the middle of the broadcast, the microphone exploded with a shout: "I SEE YOU!" The video cut out. Carlos disappeared that night. His channel continues to upload episodes... although no one records anymore.

EL SUSURRO EN LA GRABACIÓN
Carlos era podcaster. Una noche, revisando su audio, escuchó algo extraño entre sus palabras: un susurro que decía “estoy aquí”. Revisó las otras pistas. Todas lo tenían. Pero él vivía solo. Y grababa de noche. Decidió grabar en vivo. En plena transmisión, el micrófono explotó con un grito: “¡TE VEO!”. El video se cortó. Carlos desapareció esa noche. Su canal sigue subiendo episodios… aunque ya nadie graba.

THE EMPTY CRIBAndrea bought an old crib for her baby. Every night, the crib rocked by itself. She thought it was the win...
18/05/2025

THE EMPTY CRIB
Andrea bought an old crib for her baby. Every night, the crib rocked by itself. She thought it was the wind… until one night, her baby cried so loudly that it woke the neighbors. When they arrived, they found Andrea unconscious on the floor… and the crib empty. On the monitor, a black shadow can be seen taking the baby out and disappearing into the wall. They never found him. Only the crib remained… which still rocks by itself.

LA CUNA VACÍA
Andrea compró una antigua cuna para su bebé. Cada noche, la cuna se mecía sola. Pensaba que era el viento… hasta que una noche, su bebé lloró tan fuerte que despertó a los vecinos. Al llegar, encontraron a Andrea inconsciente en el suelo… y la cuna vacía. En la grabación del monitor se ve una sombra negra sacando al bebé y perdiéndose en la pared. Nunca lo encontraron. Solo quedó la cuna… que todavía se mece sola.

EL NIÑO DEL ESPEJOCamila jugaba sola en el baño de la escuela cuando vio a un niño en el espejo. Tenía el uniforme del c...
18/05/2025

EL NIÑO DEL ESPEJO
Camila jugaba sola en el baño de la escuela cuando vio a un niño en el espejo. Tenía el uniforme del colegio… pero no tenía ojos. Ella pensó que era parte de su imaginación, hasta que el niño levantó la mano y escribió con v***r: “Ayúdame”. Camila gritó, pero cuando entraron los profesores, ya no había nada. Desde ese día, cada vez que alguien usa ese espejo, desaparece. El niño solo quiere salir. Pero para hacerlo… alguien debe tomar su lugar.

Dicen que si la escuchas lejos… está cerca. Y si la oyes cerca… ya es tarde. Una noche, un joven iba caminando solo por ...
18/05/2025

Dicen que si la escuchas lejos… está cerca. Y si la oyes cerca… ya es tarde. Una noche, un joven iba caminando solo por una carretera rural. Su carro se había varado, y no había señal. De repente, escuchó un lamento: “Aaaaay… mis hijos…” Pensó que era una broma, pero el viento se detuvo. No había grillos. No había nada. Solo el llanto. Siguió caminando, más rápido… pero los pasos detrás de él también aumentaban. Cuando se volteó, no había nadie. Pero al mirar su reflejo en el vidrio de un auto abandonado… ahí estaba: una mujer de blanco, sin rostro, detrás de él. Corrió. No miró atrás. Días después, encontraron su cuerpo… con las uñas clavadas en su propio cuello, como si algo… o alguien… le hubiera susurrado al oído hasta enloquecerlo. Desde entonces, nadie camina por ese camino después de las 12. Porque a esa hora, La Llorona no busca a sus hijos. Busca reemplazo.

18/04/2025

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18/04/2025

la historia de la oveja y su rebaño

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