18/04/2025
Para nuestro conocimiento y formación:
Cerebro en reconstrucción: claves para activar su capacidad regenerativa ✍️
Durante siglos se pensó que el cerebro era un órgano inmutable, que nacíamos con un número determinado de neuronas y que, con el paso del tiempo o tras una lesión, solo podíamos resignarnos a la pérdida. Pero la ciencia ha encendido una luz en ese antiguo dogma. Hoy sabemos que el cerebro no es un reloj que se desgasta, sino un jardín que puede volver a florecer, aun después de las heladas más intensas.
La neurociencia ha descubierto que el cerebro es plástico, que se moldea, se adapta, se recompone. Este fenómeno, llamado NEUROPLASTICIDAD, es la capacidad que tiene el sistema nervioso de reorganizarse, de formar nuevas conexiones sinápticas, de aprender rutas alternativas cuando una vía se ha bloqueado. Pero hay algo más sorprendente aún: incluso en la adultez, en ciertas áreas como el hipocampo, el cerebro puede generar nuevas neuronas. A eso se le llama NEUROGÉNESIS, y contradice todo lo que durante años se creyó imposible.
No obstante, este milagro no ocurre por sí solo. El cerebro necesita ser desafiado, estimulado, amado. Aprender cosas nuevas, exponerse al arte, al lenguaje, al juego, activa mecanismos de regeneración. El ejercicio físico oxigena los tejidos y favorece la producción de BDNF, una proteína que funciona como fertilizante neuronal. La meditación y la oración calman la mente, reducen el estrés tóxico y abren espacio para la reparación. Una alimentación sana nutre las células, pero hay un alimento que no se encuentra en los supermercados y que es tan esencial como el oxígeno: EL AMOR.
Porque el amor también sana. NO ES POESÍA, ES BIOLOGÍA. Estudios demuestran que las relaciones afectivas profundas, el contacto humano, la ternura, la escucha atenta, activan regiones cerebrales vinculadas al bienestar, disminuyen el cortisol y aumentan la oxitocina, esa hormona que no solo acaricia el alma, sino que protege al cerebro de la degeneración. Cuando una persona se siente amada, su cerebro lo registra. La NEUROGÉNESIS florece en terreno fértil, y el terreno más fértil es el del cuidado, la presencia, el consuelo.
Un cerebro en reconstrucción no es uno que ha fracasado, sino uno que ha decidido volver a creer. Y en ese acto de fe, de no rendirse, de buscar nuevos caminos, hay algo profundamente humano y divino a la vez. Porque así como el corazón puede sanar de una pérdida, el cerebro también puede sanarse del trauma, del vacío, del silencio. Todo lo que necesita es una chispa: un estímulo, un abrazo, una palabra justa en el momento necesario.
El milagro está en marcha. Tal vez no se note de inmediato. Pero en lo invisible, en lo profundo, miles de neuronas están abriéndose paso, buscando conexión, escribiendo nuevos mapas. Y cada pensamiento esperanzador, cada gesto de amor, cada acto de fe en uno mismo, es una semilla que, tarde o temprano, florecerá.
Creditos: Julio César Cháves