23/09/2025
Corroncho y corronchismo verdadero del pueblo Costeño de Colombia
(Tomás Martínez M, 2020)
Si te dicen corroncho, querido amigo,
ya sea llave, primo, vale o cuadro,
no lo tomes como despectivo;
antes, por el contrario.
Orgullo campesino
del puro, del genuino,
no del fino sino del que tiene brillo,
que se conoce por cómo camina;
por cómo mira y baila.
El que es de pueblo se distingue
por cómo vive y describe,
por cómo habla, narra y siente.
De finca, del campo o del monte,
así en la Cultura Costeña le decimos,
porque de ahí todos venimos.
Orgullosos nos sentimos de nuestros nativos,
pueblo donde nacimos,
que siempre retrato y anhelo.
Hasta el más de los citadinos
tiene algo de pueblo.
Corroncho puro el que siembra un callo;
corroncho vano el que no valora su legado,
no habla su Costeñol con orgullo,
de sus orígenes siempre anda apenado,
se va pa’ otros lares y habla como yuyo;
buceando con letras "s" como en tarugo.
De pronto comprendo
a los que pierdan el acento,
pero no de su pueblo el recuerdo
o su raizal y especial acervo.
¡Ajá tú! usa el sombrero vueltia’o,
el wayuu o el co**ha ‘e jobo,
tus abarcas tres puntá’,
tu peinilla en el bolsillo de atrá’;
tu camisa floriá’ o la de loco amansá’,
ropa blanca pa’ cumbia bailá’
con pañoleta roja encuellá’,
y las coma’es con la pollera colorá’
con una flor roja de coral
en el pelo enganchá’
pa’ su presencia engalaná’.
Valora lo tuyo,
tu esencia,
el inmaterial patrimonio,
tu ancestral sapiencia;
tu consciencia.
Si te vas pa’ otro lado
conserva tu legado;
no pierdas tus raíces
porque naciste de ellas.
Tus costumbres, tus creencias,
tu folclor, tu gastronomía;
tus frescos, tus chucherías,
tus usos y menesteres,
tus mitos; tus leyendas
tu imaginario y tus pensamientos.
Tus juegos, tus modales,
tus dichos, tus refranes;
tus apodos, tus tradiciones,
tu picardía, tu dicharachería.
Tus fiestas, tus carnavales,
tus artes, tus oficios;
tu mística, tus canciones,
tus amigos y tu familia.
Tus recuerdos, tus añoranzas,
tus guayabos, tus alegrías;
tu vestuario, tus chistes,
tus cuentos y tus anécdotas.
Tus tomas, tus baños,
tus bebí’as, tus menjurjes;
tus emplastos y tus remedios.
Tus gritos, tu particular acento,
tus gestos, tus maneras;
tus ademanes, tus saludos,
tu sabor y tu camina’o.
Tu pensar,
tu filosofía,
tu visión de la vida.
Tu expresión,
tu extroversión,
tu diversión.
Tu vivacidad,
tu locuacidad,
tu felicidad.
Tu creatividad,
tu curiosidad,
tu habilidad
y tu manualidad.
Tu cheveridad,
tu ser calidad,
tu informalidad,
tu saludabilidad;
tu familiaridad.
Tu nostalgia,
tu melancolía
y tu recordadía.
Autor: Tomás Martínez Montenegro.
El curucutiador.