
13/09/2025
El 10 de septiembre de 2025, en Iztapalapa, la vida de cientos de familias cambió en un instante. Una p**a de gas volcó en el puente de la Concordia y, en cuestión de segundos, el cielo se convirtió en fuego. La explosión iluminó la ciudad con un resplandor aterrador y arrasó todo
a su paso.
Entre la multitud estaba Alicia Mateos, de 50 años, con su nieta de dos en brazos. Cuando las llamas se abalanzaron sobre ellas, Alicia no dudó: abrazó a la niña con todas sus fuerzas, cubriéndola con su cuerpo como un escudo.
El fuego la envolvió por completo. Alicia sufrió quemaduras devastadoras. Pero su gesto hizo lo imposible: la pequeña sobrevivió casi ilesa.
Hoy su historia se cuenta con un n**o en la garganta. No fue heroísmo planeado, fue el instinto de una abuela, ese amor que no conoce límites y que eligió, sin pensarlo, entregar la vida para salvar la de su nieta.
En medio de una tragedia que dejó muerte y desolación, su sacrificio brilla como un recordatorio: el amor verdadero es capaz de vencer incluso al fuego.