24/09/2025
| Cada día más preocupado con el discurso del presidente
Por: Gustavo Manga
Nuestro presidente repite en cada escenario su lema preferido: “Colombia potencia de la vida”. Sin embargo, lo que vimos en su reciente discurso en la ONU, en Nueva York, fue todo lo contrario. Lejos de hablar de vida, conciliación y paz, prácticamente amenazó a nuestro mayor aliado, Estados Unidos, con la creación de un ejército internacional —inclusive con apoyo de potencias como China— para defender a Palestina. En vez de proponer soluciones diplomáticas, su discurso se tornó bélico y confrontativo, tanto que la delegación estadounidense abandonó el recinto en señal de protesta.
Petro no dudó en acusar directamente a Estados Unidos de ser un país que ya no enseña democracia, sino tiranía, y en invitar a las naciones del mundo a unir ejércitos y armas. Propuso nada menos que conformar una fuerza militar internacional por fuera del Consejo de Seguridad de la ONU, algo inviable en términos de derecho internacional y que solo dejó ver una peligrosa radicalización de su discurso.
Lo preocupante es que no es la primera vez que nuestro presidente se contradice de esta manera. Cuando era oposición, decía que una reforma tributaria no era necesaria; hoy, ya tiene aprobadas dos y está presionando por una tercera. Criticó al expresidente Iván Duque por querer subir la gasolina 200 pesos, asegurando que eso podría generar un estallido social, y hoy los colombianos cargan con aumentos constantes que golpean el bolsillo de todos. Prometió siempre estar del lado de los estudiantes, apoyando subsidios y hablando de condonar la deuda, pero su gobierno redujo recursos al ICETEX, recortó subsidios y ahora incluso se habla de acabar con la institución. En política exterior, cuestionó al gobierno anterior por meterse en los asuntos de Venezuela, pero ahora centra toda su atención en Palestina, mientras descuida relaciones estratégicas y multiplica los choques con Estados Unidos.
Esa falta de coherencia se repite como un patrón: dice una cosa y hace lo contrario. Se presenta como defensor de la vida, pero en la ONU llamó a unir ejércitos y armas; habla de justicia social, pero golpea a estudiantes y trabajadores con políticas regresivas; critica la injerencia extranjera, pero promueve alianzas militares fuera de toda institucionalidad.
El riesgo es grande. No se trata solo de palabras lanzadas en un escenario internacional, sino de la visión de país que proyecta. Con discursos así, Petro deteriora relaciones diplomáticas clave, aísla a Colombia, genera desconfianza en los mercados y, lo más grave, erosiona la credibilidad interna. Un presidente debe ser coherente, porque su voz guía el rumbo de la nación. Hoy, tristemente, lo que vemos es un mandatario que cada vez más se contradice, y cada día más preocupa el rumbo que puede tomar Colombia bajo sus palabras.