
15/06/2025
Hoy es Día del Padre.
Y no sé muy bien cómo debería sentirme.
No soy el más paciente, ni el más sabio.
A veces levanto la voz cuando no debería, a veces me gana el cansancio antes de jugar.
Pero lo intento.
Día tras día, lo intento.
Intento ser ejemplo.
Intento ser firme, pero también tierno.
Intento enseñar, pero también escuchar.
A veces me siento solo en esto.
Hay días que siento que nadie ve el esfuerzo, las renuncias, el miedo constante de fallar.
Porque ser papá no viene con manual,
y uno carga con la culpa de todo lo que no sabe,
de todo lo que no pudo dar,
de todo lo que teme que algún día le reclamen.
Pero entonces me llega un abrazo sin motivo.
Un “te quiero, papá” antes de dormir.
Y todo eso me recuerda por qué vale la pena.
Hoy no quiero regalos.
Solo quiero estar con mis hijos.
O pensar en ellos, si no los tengo cerca.
Y decirme a mí mismo que, aunque me equivoque, aunque a veces no me alcance el tiempo ni la paciencia…
estoy haciendo algo bien.
Porque estoy presente.
Porque no me rindo.
Porque cada día que amanezco, sigo siendo papá… con todo el amor que sé dar,
aunque nadie me lo haya enseñado.