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ME GUSTAN LOS M@DUR0S🤭( quien menos crees te sorprende )No sé si a alguien más le pase, pero desde que tengo memoria nun...
02/11/2025

ME GUSTAN LOS M@DUR0S🤭( quien menos crees te sorprende )

No sé si a alguien más le pase, pero desde que tengo memoria nunca me han llamado la atención los ch¡cos de mi ed@d. Tengo 22, y en lugar de fijarme en pelados de 20 o 25, siempre termino mirando a los de 40, 50… hasta de 60.
No sé, hay algo en ellos… esa seguridad, esa forma de hablar, como que ya lo han vivido todo y no andan con juegos.

Y bueno, de ahí sale mi historia.

Desde hace tiempo suelo visitar mucho a mi tía y a su esposo, que siempre reciben amigos en la casa. Entre esos está uno en particular: el mejor amigo de mi tío. Cada que va, no sé por qué, pero me atrapa. No es el típico señor con barriga y camisa de cuadros. No. Este man se cuida, se viste bien y tiene esa mirada que te desarma sin decir nada.

Al principio pensé que era cosa mía, que solo me parecía atractivo y ya. Pero con el tiempo me fui dando cuenta de que no era tan inoc€nte todo.

Cada vez que llegaba yo a la casa, ahí estaba él, sentado en la sala, hablándome con esa voz grave y tranquila, preguntándome cosas como si de verdad le interesara lo que yo decía. Y yo, nerviosa, solo respondía rápido para no delatarme… aunque creo que él notaba algo.

Lo raro es que me buscaba con la mirada. O sea, podía estar hablando con mi tío, pero de reojo se notaba que me estaba siguiendo cada movimiento. Yo hacía como la que no me daba cuenta, pero por dentro… uff, el corazón a mil.

Un día cualquiera, mi tía salió a comprar unas cosas y mi tío estaba en el patio arreglando el carro. Me quedé sola en la sala con él. Yo estaba en el sofá viendo el celular, cuando de repente sentí que se sentó a mi lado. No muy cerca, pero tampoco lejos.

Me preguntó por la universidad, que cómo me estaba yendo. Yo le respondí normal, pero cada palabra se sentía como si escondiera otra cosa. El silencio entre frase y frase se hacía más pesado… como si los dos supiéramos algo que todavía no decíamos.

Y justo cuando iba a levantarme para ir a la cocina, él me detuvo con una mano suave en el brazo. Me miró fijo, con esos ojos que parecían leerme todo… y me dijo en voz baja:

—Tú eres distinta a las demás.

Yo me quedé helada. No supe qué contestar.

Él sonrió apenas, se inclinó un poco más hacia mí… y en ese momento...

CONTINUARÁ... (Capítulo 1 de 2)

MI SU€GRA IMPARABL€🥵Hola tengo 22 años y llevo tres años viviendo con mi esp0sa en la casa de mi su€gra. La verdad, fue ...
31/10/2025

MI SU€GRA IMPARABL€🥵

Hola tengo 22 años y llevo tres años viviendo con mi esp0sa en la casa de mi su€gra. La verdad, fue por necesidad, porque el arriendo donde estábamos nos estaba dejando en la ruina. Pero lo que no sabía era que me estaba metiendo en una película de suspenso… y de esas raras.

Porque, mire, la doña es soltera desde hace rato, el marido se fue hace años, y desde entonces vive sola… bueno, sola entre comillas. Porque a veces, en las noches, se escuchan unos rüid¡tos raros desde su cuarto. Y no son de susto, no. Son de esos que uno dice: “Ajá, ¿y eso qué es?”

Yo trato de no pensar mucho, pero un día, ayudando a mi esp0sa con el aseo, me encontré con unos jugu€t¡cos extraños en el cuart0 de la señ0ra. Ahí fue cuando empecé a sospechar que la su€gra tenía más energía que una planta eléctrica.

Y lo peor es que la doña tiene una l€ngua fil0sa. Siempre que habla, suelta indirectas de esas que uno no sabe si reírse o salir corriendo. Un día me dijo:

—“A mí lo que me hace falta es c0lág€no, y el que me quede cerca… ese es mío, tenga o no tenga du€ña.”

Yo me quedé frío, riéndome por dentro pero con 🤭 por fuera.

Hasta que un día, mi esp0sa se fue al mercado y quedé solo con la su€gra. Ella estaba en la cocina, tomando café, y me suelta:

—“Estoy cansada de los jugu€tes… ya quiero un muñ€co de verdad.”

CONTINUARÁ...

( CAPITULO 1 DE
#

LA ESP0SA DE MI C0MPA 🥵( EL DESTIN0 ME LA PUS0 EN EL CAMINO ) Siempre he tenido un pana que, la verdad, es buen tipo… pe...
30/10/2025

LA ESP0SA DE MI C0MPA 🥵
( EL DESTIN0 ME LA PUS0 EN EL CAMINO )

Siempre he tenido un pana que, la verdad, es buen tipo… pero con un defecto que siempre me sacó la piedra:
cada vez que yo tenía pareja, él se metía en el medio. No de frente, claro, lo hacía con maña… hablaba mal de mí, soltaba comentarios raros, y al final, terminaban dejándome por culpa de sus cuentos.

Como eran relaciones pasajeras, nunca le di mucha importancia. Lo dejaba pasar porque, en teoría, seguíamos siendo amigos.
Hasta que un día se pasó de la raya…
Con la única mujer que de verdad me había flechado.

Él se encargó de dañar todo, hablándole mal de mí, haciéndose pasar por el “bueno”, hasta que ella cayó.
Esa vez no hubo perdón.
Nos dejamos de hablar casi un año entero.

Con el tiempo, volvimos a cruzarnos, a echarnos una cerveza, a reírnos como si nada. Pero en el fondo, yo no había olvidado.
Y el karma, cuando llega, no avisa…

Ahora el tipo tiene esposa.
Y no cualquier mujer, no… una de esas que apenas la ves, te quita el aire.
Bonita, con clase, y una sonrisa imposible de borrar de la cabeza.
Ahí pensé: “Parece que la vida me está devolviendo la jugada.”

Empecé suave: una reacción casual, un mensaje corto, un “buen día” con un emoji para tantear el terreno.
Y ella… respondió.
No de manera fría, sino con ese tono que deja una puerta entreabierta.

Así que seguí el juego.
Las indirectas se volvieron chistes, los chistes charlas largas… y las charlas empezaron a tener otro sabor.

Hasta que una noche me escribió algo que me dejó pensando más de lo normal:
—“Tú no eres como él… tú sabes escuchar.”

Y ahí entendí que el juego apenas comenzaba.

💥 ¡Mierda, me acosté con el mejor amigo de mi hijo y ahora qué carajo hago! (CONFESIÓN EXPLOSIVA 🤯)Chicas, necesito desa...
30/10/2025

💥 ¡Mierda, me acosté con el mejor amigo de mi hijo y ahora qué carajo hago! (CONFESIÓN EXPLOSIVA 🤯)
Chicas, necesito desahogarme porque mi vida acaba de dar un giro que ni en mis sueños más locos (o perversos, ¡ja! 😉) me imaginé. ¿Se acuerdan de David? Sí, ese bombón 🍫 que siempre anda pegado a mi hijo, el que ven en todas mis historias, el que venía a casa a jugar videojuegos y que siempre me ayudaba a cargar las bolsas del súper. ¡Ese mismo!
Pues resulta que el "amigo de mi hijo" se ha vuelto algo más... 🔥 mucho más. Y por "algo más" me refiero a que anoche, después de unas copas de vino 🍷 que se fueron a la cabeza y unas miradas que ya no eran tan inocentes, ¡terminamos en mi cama! 🛏️
Sí, leyeron bien. ¡EN MI CAMA! 🥵
No sé si fue la soledad, el hecho de que mi esposo parece haber olvidado que existo, o simplemente que David me miraba con esos ojos de cachorrito mojado que escondían un fuego que ¡ufff! 🤤 Me desarmó. Una cosa llevó a la otra, y de repente, me encontré entre sus brazos, sintiendo que volvía a vivir, que era deseada, que el mundo se podía ir a la mi**da. 😈
Él es más joven, claro. Mucho más joven. Pero joder, la química era innegable. 🌡️ La manera en que me tocaba, me miraba... era pura picardía, pura pasión. Me sentía de 20 otra vez, libre, sexy, ¡irresistible! ✨ Y lo disfruté. Joder, si lo disfruté.
Pero ahora la euforia se está yendo y me está invadiendo el pánico. 😱 ¿QUÉ HICE? ¿Cómo miro a mi hijo a la cara? 💔 ¿Cómo le explico que su mamá y su mejor amigo...? ¡Dios mío! Esto es de locos. 😵
Mi corazón late a mil, entre la emoción de lo vivido y el terror a las consecuencias. ¿Fue un error? 🤔 ¿O es el inicio de algo que me va a cambiar la vida (y probablemente a hundirla)? 🌊
Necesito sus consejos. 🙏 ¿Alguien ha pasado por algo parecido? ¿Me condeno al in****no de la vergüenza o me atrevo a vivir esta locura? 💬
🚨 ¡Denle amor, compartan y déjenme sus opiniones! Necesito saber que no estoy sola en esta montaña rusa de emociones. ¡Ayuda! 🚨
🚀

Título mi compadre  #ella me miró y dijo: ‘mi marido nunca me da postre’, así que le pedí al mesero un flan… pero se lo ...
29/10/2025

Título mi compadre #

ella me miró y dijo: ‘mi marido nunca me da postre’, así que le pedí al mesero un flan… pero se lo comí yo directo de su dedo. 🥵 Luego, cuando el espía-traje negro-rozó la cortina, nos fuimos ‘al baño’… y ahí, ahí ya no hay CCTV, ¿o sí? Volvimos con la blusa desabrochada un botón y el pelo hecho un desastre, pedí café doble: ‘para después’ le digo, guiño. ¿Segunda parte? Díganme abajo si quieren saber qué pasó en la salida.

TÍTULO : My COMPADRE hizo lo que mi esposo no quiso (capitulo  #2) 🔥🤦🏼‍♀️El sonido de los tacones de mi cuñada se detuvo...
29/10/2025

TÍTULO : My COMPADRE hizo lo que mi esposo no quiso (capitulo #2) 🔥🤦🏼‍♀️

El sonido de los tacones de mi cuñada se detuvo justo en la entrada de la cocina. Ella nos examinó a ambos con esa mirada suya que parecía una lupa, capaz de agrandar la más mínima sospecha.
​—Vaya, qué diligencia —dijo con un tono dulzón que no me engañó—. No te preocupes, cuñada, que el compadre ya se va. Anda, compadre, deja eso, que mi hermanito ya te está esperando para seguir con el tema de sus negocios.
​El compadre se enderezó. El roce de nuestras manos se había convertido en un eco punzante en la yema de mis dedos. Me miró de nuevo, y esta vez no era la mirada que se detenía en mis manos, sino una que me sostenía por completo, sin prisa, como si quisiera dejar un mensaje cifrado en el breve instante.
​—Con su permiso —dijo él, dirigiéndose a mi cuñada, pero sin dejar de mirarme a mí—. Buenas noches, comadre. Y de nuevo, gracias por la cena.
​Se fue sin esperar respuesta, y el eco de sus pasos se fundió con los de mi cuñada, que lo seguía muy de cerca. Yo me quedé inmóvil junto a la pila, con el corazón latiéndome como un pájaro atrapado. El agua seguía goteando, y el silencio de la cocina se sentía tan pesado como la culpa.
​Terminé de recoger los platos en una especie de trance. El aire que había en la cocina, denso por el v***r del guiso y el aroma de las especias, me asfixiaba. No era solo la humedad; era la electricidad de la cercanía, la imprudencia de sus palabras. ¿Cómo se atrevía a decirme algo así, justo después de la humillación de mi marido? ¿Y qué era lo que me había recorrido, si no un escalofrío de complicidad?
​Cuando regresé al salón, el ambiente era radicalmente distinto. Mi marido y el compadre estaban sumergidos en el mapa de un proyecto, la formalidad de los negocios había sepultado la incomodidad de la cena. El brillo de los números y las cifras había reemplazado el fulgor de mis mejillas encendidas.
​—Aquí está —dijo mi marido, levantando un plano—. Si logramos esto, compadre, tendremos la vida resuelta. Dígame, ¿le parece un buen trato?
​El compadre, inclinado sobre el papel, asintió con un gesto serio, el rostro ajeno a toda galantería. Yo me senté en el sofá, fingiendo interés en una revista que no veía. Mi cuñada estaba en un rincón, con el teléfono, lanzándome miradas intermitentes que me recordaban que ella era la vigilante en esa casa.
​La conversación de negocios se alargó, y el compadre consultó su reloj de pulsera varias veces. Finalmente, se puso de pie.
​—Bueno, amigos, es hora de irme. Ha sido un placer.
​Mi marido lo acompañó a la puerta, dándole unas palmadas en la espalda que parecían sellar el pacto y la propiedad. Yo no me moví. Solo escuché el murmullo de la despedida, el giro de la llave, y el silencio final.
​Mi marido regresó al salón, y el aire se condensó a mi alrededor. Se sentó en el sillón frente a mí, y sus ojos se detuvieron en los míos. Ya no había risa ni advertencia; solo la fría autoridad de un hombre que cree haber puesto las cosas en su lugar.
​—¿Te pasa algo? —preguntó, con esa voz plana que nunca me permitía saber si me preguntaba o me acusaba.
​—Nada —respondí, bajando la revista—. Solo estoy cansada.
​—Pues no es para menos —dijo, sonriendo con suficiencia—. La cena estuvo excelente. Muy bien aprovechado el curso que te pagué.
​Sus palabras eran una cadena con dos eslabones: el halago y el recordatorio de su dominio. Pero ahora, esas palabras ya no caían frías; el fuego del compadre se había colado entre ellas.
​Me levanté y, sin mirarlo, empecé a caminar hacia la habitación.
​—Voy a subir. Mañana hay mucho que hacer.
​—Espera —me detuvo—. El compadre me dijo algo antes de irse. Me dijo que necesitaba verte mañana para ultimar los detalles del trato. Dijo que te llamaría para que le prepares un café y discutan el primer borrador.
​Me detuve en seco. Sentí que el piso giraba. ¿Discutir un borrador? ¿A mí? Yo nunca participaba en sus negocios, ni me involucraba en sus proyectos.
​—¿A mí? —pregunté, girándome lentamente.
​—Sí, a ti —respondió, su sonrisa convirtiéndose en un gesto extraño—. Dijo que la elegancia con la que preparas un guiso, debe ser la misma con la que manejas las cifras. Y que si eres tan buena cocinera, seguramente eres muy ordenada para los números.
​Me quedé mirándolo. No podía ser casualidad. El compadre no había hablado de negocios; el compadre me había mirado con una promesa muda. Aquello era un pretexto, un puente que él mismo estaba creando para volver a cruzar el umbral.
​—Está bien —dije, sintiendo que mi propia voz era un murmullo ajeno.
​Subí la escalera en la oscuridad, aferrada al pasamanos. En el silencio de la habitación, descorrí las cortinas y miré hacia la calle. El viento seguía soplando, pero la luz de la lámpara del porche de mi casa se reflejaba en el coche del compadre, que se había detenido en la esquina.
​El motor se apagó. Vi su silueta moverse, y luego el brillo de algo que se encendía. Él no se había ido; estaba allí, fumando, esperando, como si quisiera asegurarse de que la promesa de su mirada no se desvaneciera con la noche.
​Encendí mi teléfono. El número que no tenía se grabó solo en mi memoria. Lo marqué.
​Al tercer tono, una voz grave y serena me contestó: —¿Hola?
​—Soy yo —susurré, sintiendo la misma electricidad dulce y peligrosa que me había recorrido en la cocina.
​Hubo un silencio del otro lado, solo roto por el sonido de una exhalación de humo.
​—Comadre —dijo con esa misma voz que me había atravesado como un rayo—. No tiene idea de lo que temí que no llamara.
​—Mi marido me dijo que me llamaría mañana por el borrador.
​—Así es. Es un buen pretexto, ¿verdad? —dijo con una media risa—. Pero la verdad es que...
​Hizo una pausa, y sentí que contenía la respiración.
​—Comadre... yo no quiero hablar de números. Lo que quiero es verla. Y esta vez, que no esté su marido.
​Bajé la voz aún más, sintiendo que estaba jugando con un fuego que no controlaba.
​—¿Y qué propone usted?
​El silencio se hizo más largo, denso. Entonces, su voz, un susurro ronco, me llegó por el auricular, cargada de una intención inequívoca.
​—Propongo que hablemos de lo que su esposo no quiso. De lo que usted es, sin los adornos que él le compró. Y de cómo sería un cumplido de verdad.
​Sentí que el corazón se me escapaba de nuevo, pero esta vez, con un impulso que me empujaba hacia adelante.
​—Hay un restaurante a unas cuadras de mi casa... —dije, casi sin pensar, sin atreverme a pronunciar la palabra mañana—.
​—Perfecto —me cortó, con la emoción contenida—. ¿El de los pollos fritos?
​—Sí, el de...
​—“Tengo Pollo FRITO, ¿Qué tal si comemos?, y luego seguimos” —completó él, citando el letrero—. Suena como un buen lema, ¿no cree? ¿Qué tal mañana al mediodía? Solo usted y yo.
​—Mañana al mediodía —repetí, la palabra resonando a aventura en la oscuridad.
​Colgué. El teléfono se sentía pesado en mi mano. Miré por la ventana. El coche del compadre seguía allí. La colilla encendida brilló una última vez, y luego se apagó.
​El comienzo de algo que empezaba a temblar dentro de mí ya no era un temblor; era un latido firme, una decisión silenciosa. Aquella cena no era solo una reunión familiar, era la grieta por la que acababa de colarse una promesa peligrosa.

TITULO: MY COMP@DRE hizo lo que mi esposo0 no qu!so❤️🤦‍♀️(Capitulo  #1)Mi compadre estaba justo frente a mí, y al lado d...
29/10/2025

TITULO: MY COMP@DRE
hizo lo que mi esposo0 no qu!so❤️🤦‍♀️
(Capitulo #1)

Mi compadre estaba justo frente a mí, y al lado de mi marido. Su mirada se detenía en mis manos cada vez que movía el tenedor, como si quisiera descifrar en mis dedos algún secreto invisible.

Sabe compadre —dijo él alzando su copa—, creo que usted es un hombre afortunado. No cualquiera tiene por esposa a una dama tan elegante, tan hermosa... y tan buena cocinera. Déjeme decirle comadre, que tiene buena mano para la sazón.

Sentí el calor subirme por el cuello, y fingí una sonrisa, bajando la vista hacia el plato donde el reflejo de la lámpara oscilaba sobre el caldo. Mi marido se rió, esa risa suya que siempre me resultaba más una advertencia que una muestra de humor.

Giró la cabeza hacia él y dijo: Compadre, creo que la afortunada es ella. Si sabe cocinar, es porque yo le pagué el curso. Si se ve elegante, es porque yo le compro la ropa que la adorna... y ni hablar de las joyas, que valen más de lo que usted imagina.

Sus palabras cayeron como monedas sobre la mesa, frías y ruidosas. Yo tragué saliva; el vino se me atoró en la garganta y sentí cómo las mejillas se me encendían, igual que las brasas del quinqué. No dije nada, solo giré la copa con los dedos temblorosos, observando cómo el vino dibujaba un remolino oscuro.

Fue entonces cuando mi cuñada, que estaba sentada junto a mí, intervino con esa voz suya que siempre tenía filo: Pues compadre de mi hermanito, siendo usted tan bueno para halagar, ¿por qué su esposa no vino con usted esta noche? Mire que si yo tuviera un marido que me dijera cosas así, no lo dejaría ni un momento solo.

Un silencio espeso se extendió por la mesa. Mi compadre la miró, sonrió apenas y bajó la vista al plato. Yo noté cómo el aro de su servilleta quedó apretado entre sus dedos, girando lentamente. Mi marido, molesto, se inclinó hacia él y cortó el silencio con su voz grave: Bueno, ya estuvo de tonterías. Mejor cuénteme compadre, cómo va el negocio que pensamos juntos.

El tema cambió, pero el aire no. Yo sentía todavía el peso de las miradas, el roce invisible de las palabras que no se dijeron. Afuera, el viento golpeaba las ventanas, y el reloj volvió a marcar las ocho y media, como si insistiera en recordarme que aquella cena no era solo una reunión familiar, sino el comienzo de algo que, sin saber por qué, empezaba a temblar dentro de mí.

Cuando terminamos de cenar, me levanté despacio, recogiendo los platos con cuidado para que el sonido de la loza no rompiera el incómodo silencio. El mantel aún conservaba el aroma del guiso y el rastro de las copas húmedas. Apenas había dado dos pasos cuando el compadre también se puso de pie.

Disculpen ustedes —dijo con voz serena—, pero mi madre me enseñó que cuando uno está en casa ajena, por agradecimiento debe levantar aunque sea el plato en el que le sirvieron. Nadie respondió, solo mi marido lo miró con una sonrisa apenas dibujada, una de esas que no se sabe si bendicen o amenazan. Yo bajé la vista, fingiendo no notar nada, y el compadre se adelantó hacia la cocina. Lo seguí, sintiendo cómo sus pasos sonaban firmes sobre las baldosas del pasillo.

El corredor estaba débilmente iluminado por una bombilla amarillenta que zumbaba como un insecto cansado. Sin voltear a verme, dijo en voz baja, casi como si temiera ser escuchado: Comadre… siento mucho que mis palabras hayan desatado lo que su marido dijo. No era mi intención.

Hubo un silencio corto, y luego continuó, esta vez con un tono que me atravesó como un rayo: Pero la verdad, yo afirmo y sostengo lo que dije. Usted es una gran cocinera… y lo de bonita, eso también es muy cierto.

Sentí una corriente recorrerme desde la punta de los pies hasta la coronilla; una electricidad dulce y peligrosa que me dejó sin respiración. El sonido del agua cayendo en la pila me pareció de pronto ensordecedor. Iba a decir algo —no sé si una palabra de gratitud o una advertencia—, pero justo entonces escuché los tacones de mi cuñada resonando por el pasillo.

El compadre dejó su plato en la orilla del fregadero, y por un instante nuestras manos rozaron la misma porcelana tibia. Un roce leve, pero suficiente para que el corazón se me escapara del pecho.

“Tengo Pollo FRITO, ¿Qué tal si comemos?, y luego seguimos”. 😘❤️

23/10/2025

L@ f0rmuL@ secr€t@ 😳🔥👨‍⚕️🩺🪐

22/10/2025

A hora no sé qué hacer 😩😏

20/10/2025

Lo que voy a contar ver mas ……………………

19/10/2025

El que adivine mi
Edad le paso mi
Wassap ☺️🙃

Mi mamá abrió la puerta en bat@ –sí, esa que parece sacada de un set de novela turca, blanca con flecos, holgadita !ba, ...
19/10/2025

Mi mamá abrió la puerta en bat@ –sí, esa que parece sacada de un set de novela turca,
blanca con flecos, holgadita !ba, apr€tad!t@
abajo– y entra el doctor sin t0c@r, como si la casa fuera suya 🩺 . Yo salía del baño, to@ll@ en la cabeza, jabón todavía en el cu€ll0, y ya los
veo: ella ap0yada c0ntr@ la pared, él de fr€nte, con una m@n0 en su c@d€ra y la 0tra… bueno, en su c!ntur@, pero b@jand0 l€nt0, como quien busca el b0tón del asc€nsor pero sabe dónde está . – R€sp!ra h0ndo –le dice él, serio,
médico total. – ¿Así? –contesta ella, y lo hace: p€ch0 €lante, €sp@lda atrás, y la b@ta se abr€ un centímetro –¡Facebook, un centímetro!– justo donde €mpi€za el mist€rio 🤫🧼. Yo quedé
ahí, muda, pensando: ¿esto es una consulta o una €scen@ de Netflix? . Entonces él le pasa el d€d0 por la nüca –d3spac!to, como si
dibujara– y mamá suelta un: ay, no tan arriba, me da cosilla 🫣. Pero no se . Al contrario: se pega más, como si el doctor fuera
un imán y ella metal barato . – Tiene t€ns!ón –dice él, pero la tensión está en cómo se le acelera la respiración, en cómo ella se muerde
el l@b!o y él se acerca tanto que casi se funden 🧊 . Yo retrocedí, la toalla cayó –clac– al piso, y él me m!ró un segundo, profesional total: todo
normal, solo chequeo de rutina . Pero cuando volvió a ella, le pus0 la m@n0 en la €sp@lda b@ja, justo d0nde du€l€… o donde no du€le, pero da igual, porque mamá se arqueó como le
soltarla. Ella se acomoda la b@ta, pero el cuell0
€stá r0jo, el pelo r€vu€lto, y los l@b!os… hinch@d0s, no sé si de b€s0 o de m0rd!d@ . Él se va silbando, como si acabara de pagar el
estacionamiento. Mamá se da vuelta, me ve, y dice: tu doctor me c@st!gó por no hacer ejerc!cio… pero yo vi cómo t€mbl@ba, cómo se le
sub!@ el c0lor, cómo se le qu€dab@ el oj0 en la puerta c€rrad@ 🤦‍ 🫠. Y ahora me pregunto: ¿a tu mamá también le gust@ ten€r c!ta con el
doctor?… ¿o solo cuando él entra sin tocar? ¿O
cuando la t0c@ s!n p€rm!so?

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