Mínimo

Mínimo Somos Mínimo, un espacio de creación audiovisual sobre Cartagena y el mundo.

14/09/2025

La primera vez que fui al Rey de Rocha entendí por qué el picó tenía un aura religiosa: el golpe seco de los bajos hablaba directo al corazón. Allí bailaban con los ojos cerrados, como si se hubieran descubierto desnudos, meciéndose en el espacio de una baldosa.

Hoy, la champeta y el afrobeat parecen condenados a ser música de fondo. No canciones, sino destajos. La industria ha convertido lo que antes era sincretismo en un desfile de beats, breves y totalizantes, sin diálogo ni arraigo.

10/09/2025

Israel no nació en un vacío histórico. Fue concebido desde una raíz cristiana, sionista, colonial y supremacista, respaldado incluso por la extinta Unión Soviética. Desde entonces ha instrumentalizado símbolos religiosos como el Magen David para justificar su violencia, confundiendo deliberadamente judaísmo con sionismo.

Este sofisma alimenta la narrativa del antisemitismo y sostiene la impunidad internacional, reforzada en América por el dispensacionalismo evangélico que presenta a Israel como pieza central de un supuesto plan divino.

Pero la ONU declaró en 1975 que el sionismo es una forma de racismo. Y hoy, mientras se encubre la masacre de miles de civiles —entre ellos más de 17,000 niños asesinados en Gaza desde octubre de 2023— se sigue presentando a Israel como la vanguardia de Occidente.

09/09/2025

“Ataques quirúrgicos”. Así presentaron los medios la ofensiva israelí sobre Teherán. La realidad: civiles mutilados, hospitales atacados e infanticidio.

Detrás está la doctrina Dahiyeh (o Vigía), que convierte todo lo civil en objetivo militar, ahora perfeccionada con inteligencia artificial.

Sistemas como Lavender y Where is Daddy perfilan y rastrean palestinos automáticamente: más de 37,000 personas marcadas como combatientes y hasta 100 civiles autorizados como “daños colaterales” por cada comandante.

No es ficción: son algoritmos usados para bombardear Gaza, después vendidos como “productos probados en combate”.

07/09/2025

La guerra ya no se libra solo con misiles. Los 12 días de bombardeos entre Irán e Israel revelaron una dimensión digital del conflicto: corporaciones, inteligencia y tecnología trabajando juntas en una economía de guerra.

Palantir, Google, Airbnb y otras empresas forman parte de este engranaje donde vigilancia, datos y control se convierten en armas.

¿Cómo funciona esta economía del genocidio? ¿Y por qué Irán no puede entenderse al margen de este tablero global?

04/09/2025

Entre “la paz mediante la fuerza” y la guerra asimétrica, Irán e Israel ponen a prueba no solo su poder militar, sino también la ética y los límites de la tecnología bélica.

Bombardeos, drones kamikaze, sanciones que no asfixian y una guerra que se juega tanto en el aire como en la geografía y la resistencia de los pueblos.

En este reel, Jesús Fernando Alavez explica cómo el “ataque preventivo” y la respuesta iraní están reconfigurando el tablero geopolítico.

03/09/2025

¿Qué significa realmente “la paz mediante la fuerza”?
¿Cómo se sostiene una guerra que combina bombardeos de alta tecnología con estrategias asimétricas desde el terreno?

Esta noche, a las 7:00 p.m., en nuestro canal de YouTube, Jesús Fernando Alavez analiza cómo Irán e Israel están redefiniendo el tablero geopolítico de Medio Oriente, y qué implicaciones éticas, militares y económicas trae consigo esta confrontación.

No te lo pierdas.

17/08/2025

El Rot no es simplemente música “mal hecha”.
Es radical no solo por afirmar, en esta época de intensiva reproductibilidad técnica del arte, el error como gesto irreductible de lo humano, sino sobre todo por el doble giro: ese movimiento antiadherente que desconfía por igual de la norma —como ya fue tradición del punk— y de lo marginal, ahora absorbido por la institucionalidad y convertido en mercancía.
Es una distancia irónica frente a lo instituido, la búsqueda de un nuevo margen.
El puro espíritu de lo amateur.

12/07/2025

En la fantasía tecnopolisiva —la nueva aventura del gobierno Dumek— los drones patrullan desde el cielo buscando infractores.
Una vigilancia aérea que me recuerda una escena de hace unos años, cuando una ola invernal dejó a media ciudad bajo el agua.

Saia Vergara, entonces directora del IPCC, subió hasta La Popa para “ver” el desastre.
Pero ¿ver qué? ¿No era acaso evidente lo que estaba pasando?
Al parecer no.
Al día siguiente, la foto: ella contemplando el desastre, haciendo como que hacía, orgullosa de esa inutilidad del ver.

Mirar desde arriba ha sido el logos de una clase política que, por la naturalización de sus privilegios, se ha acostumbrado a vernos desde una supuesta altura moral… que no es solo simbólica, sino también física.

En este video hablo de eso.

De cómo, en Cartagena, la exclusión no es solo territorial, sino también visual.
Lo popular queda condenado no solo a quedar fuera del patrimonio, sino también a no poder contemplarlo.
La ciudad que ve —y desde la que se puede ver— funciona para ellos como un panóptico de vigilancia.

02/06/2025

Ayer celebramos el cumpleaños 492 de Cartagena, pero no de la ciudad, sino de su ocupación. Como señala Leonor Silvestri, el Estado actúa como un colonizador interno que, incluso en su aparente ausencia, impone una lógica extractiva. Esto configura una doble captura: por un lado, la ciudad está subordinada a poderes económicos que imponen su lógica patrimonialista; por otro, a intereses locales que, lejos de responder a las necesidades colectivas, actúan según agendas particulares. Lo hemos visto en recientes maniobras políticas, donde los logros de los trabajadores han sido apropiados por el estamento político y convertidos en capital simbólico, como en la reforma laboral impulsada por el gobierno de Petro.

Esta captura responde a lo que Deleuze llama una máquina abstracta: una fuerza impersonal que articula flujos de deseo y producción más allá de las necesidades humanas. Lejos de estar fuera de la política, esta máquina produce deseo, y sus efectos —estetizados o moralizados— son rápidamente absorbidos por el poder, que los traduce en discursos de progreso o bienestar. Así, muchas intervenciones urbanas no responden a una ética del cuidado, sino a una estética del orden: una compulsión higienizante que disciplina el exceso. Este deseo de orden, bajo apariencia de cuidado, excluye y reproduce desigualdades. Lo que intenta suprimir —el ruido, la informalidad, lo precario— regresa eternamente como amenaza: una profecía del pasado.

El fracaso democrático no radica solo en la representación o la identificación, sino en la impotencia del poder para enfrentar esta máquina sin caer en sus trampas. Y, sin embargo, no todo ha sido subsumido. Persisten gestos que escapan a esa lógica: prácticas que ensayan, sin pedir permiso, otros modos de vida. Celebramos, un día después de la ocupación, esas formas de habitar que resisten sin espectáculo, que rehúsan ser funcionales y que, entre ruinas y restos, siguen buscando nuevas formas de organización no institucional. Allí, en esos escombros, vive aún la posibilidad de una ciudad libre.

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