12/09/2025
Hoy vemos que la sociedad habla de prevención, pero en la práctica muchas personas que sufren crisis emocionales o pensamientos suicidas no encuentran ayuda oportuna ni espacios de escucha real. Se topan con sistemas de salud colapsados, profesionales sin tiempo para atender con profundidad, familias que no saben cómo manejar la situación y comunidades indiferentes. Es duro decirlo, pero conmemorar un día no basta cuando la vida de las personas sigue estando en riesgo por falta de atención integral.
La Palabra de Dios nos recuerda que la vida tiene un valor incalculable, porque proviene del Creador. En Salmo 139:13-14 dice:
"Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré, porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien."
Esto significa que cada vida es única y preciosa, pero cuando alguien siente que su existencia carece de sentido, el enemigo siembra la mentira de que “no vale nada”. Ahí es donde la Iglesia, las familias, los profesionales y la sociedad debemos unirnos no solo para recordar un día, sino para caminar con las personas cada día.
Jesús mismo enseñó en Juan 10:10: “El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.”
El suicidio es el reflejo del ataque del enemigo contra la vida, pero Cristo vino a dar propósito, esperanza y plenitud.
Entonces, la verdadera prevención no es solo conmemorar, sino:
Escuchar sin juzgar, con amor genuino.
Acompañar en el dolor, en vez de minimizarlo.
Actuar a tiempo, ofreciendo apoyo práctico y espiritual.
Recordar el valor eterno de cada persona a los ojos de Dios.
Un día mundial puede visibilizar el tema, pero lo que realmente cambia vidas es el compromiso diario de ser luz, de acercarnos a quien sufre y de proclamar que en Cristo hay esperanza aún en medio de la oscuridad más profunda.
✨ Porque más que conmemorar, lo que se necesita es presencia, acción y esperanza real.