05/08/2025
La Historia de Efraín: Un Advertencia Ignorada
En un pequeño pueblo llamado Siloé, vivía un hombre llamado Efraín. Era un creyente devoto que pasaba horas estudiando las Escrituras y reflexionando sobre las profecías bíblicas. Una noche, mientras leía el libro de Mateo, se detuvo en el capítulo 24, donde Jesús habla sobre el fin de los tiempos.
Efraín se sintió conmovido por las palabras de Jesús: "Muchos vendrán en mi nombre, diciendo: 'Yo soy el Cristo', y engañarán a muchos" (Mateo 24:5). Se preguntó si era posible que estuvieran viviendo en esos tiempos.
Mientras reflexionaba, Efraín comenzó a notar señales en el mundo que parecían cumplir con las profecías bíblicas. La gente estaba cada vez más dividida, y la maldad parecía estar aumentando. La naturaleza también parecía estar sufriendo, con terremotos, huracanes y sequías que parecían no tener fin.
A pesar de estas señales, la mayoría de la gente parecía estar ignorándolas o restándoles importancia. Efraín se sintió llamado a advertir a sus vecinos y amigos sobre lo que estaba sucediendo, pero ellos se burlaban de él y lo llamaban "profeta de desastres".
Un día, Efraín decidió subir a la colina que dominaba el pueblo y clamar a Dios en oración. Mientras oraba, se sintió abrumado por una sensación de urgencia y responsabilidad. Sabía que debía hacer algo para advertir a la gente sobre el fin que se avecinaba.
Efraín comenzó a escribir mensajes y a distribuirlos por todo el pueblo. En ellos, citaba las Escrituras y advertía sobre las señales de los tiempos. Pero la gente parecía no escuchar.
A medida que pasaban los días, las señales se volvían cada vez más evidentes. Los terremotos se volvieron más frecuentes y devastadores. Las guerras y los conflictos estallaron en todo el mundo. La gente comenzó a hablar de un gran líder que surgiría y resolvería todos los problemas del mundo.
Efraín sabía que era hora de actuar con más urgencia. Comenzó a predicar en las calles, advirtiendo a la gente sobre el fin y llamándolos a la conversión. Pero la mayoría de la gente lo ignoraba, y algunos incluso lo amenazaban.
Un día, mientras Efraín estaba predicando, un grupo de personas se acercó a él y le preguntó: "¿Por qué siempre estás hablando del fin del mundo? ¿No podemos disfrutar de la vida sin preocuparnos por el mañana?"
Efraín los miró con tristeza y les dijo: "El fin no es algo que debamos tomar a la ligera. Las señales están claras, y la Biblia nos advierte sobre lo que sucederá. Si no nos arrepentimos y nos volvemos a Dios, seremos destruidos".
Pero la gente se rió de él y se fue. Efraín se quedó solo, sintiendo que su voz no estaba siendo escuchada.
Y entonces, un día, llegó el fin. Un gran terremoto sacudió la tierra, y un fuego devorador consumió la ciudad. Efraín se salvó por poco, pero se dio cuenta de que había sido advertido demasiado tarde. La gente había ignorado las señales, y ahora estaban pagando el precio.
Efraín se arrodilló en la ruina y lloró, sabiendo que había hecho todo lo que podía para advertir a la gente. Pero también sabía que Dios había sido paciente y misericordioso, y que siempre había dado oportunidades para arrepentirse.
La historia de Efraín se convirtió en una advertencia para las generaciones futuras, recordándoles que las señales de los tiempos deben ser tomadas en serio, y que la conversión y el arrepentimiento son fundamentales para evitar el juicio de Dios.