22/09/2025
| DUELE FUNDACIÓN MAGDALENA
¡AY MI HIJO! ME HABÍAS PROMETIDO QUE ME IBAS A AYUDAR, ME LO MATARON MIJITO
Su novia hoy tenía programada una videollamada para celebrar amor y amistad.
La noche del 20 de septiembre en Fundación, Magdalena, que debería haber estado llena de música, risas y celebraciones del Día del Amor y la Amistad, se transformó en un escenario de horror y llanto. La Trocha de Los Manguitos, que normalmente resonaba con alegría, fue testigo de una emboscada que arrebató muy pronto la vida de un joven patrullero y dejó a su compañero luchando por sobrevivir.
Iván Ramírez Olarte, oriundo del Cauca, había ingresado hace apenas un mes a la Policía Nacional con un propósito claro: ayudar a su familia. Su ingreso no solo respondía a un sueño de servicio, sino también a la necesidad de ser el sostén económico de aquellos que tanto amaba. Hoy, esa familia enfrenta un dolor indescriptible.
Su madre, desconsolada, ha expresado su angustia con palabras que rompen el corazón: “me habías prometido que me ibas a ayudar, ¡me lo mataron! ¡ Mijito!”. Cada frase refleja la impotencia y el vacío que deja la pérdida de un hijo que había entregado todo por proteger y ayudar.
Su novia, quien hoy había planeado una videollamada especial para celebrar el Día del Amor y la Amistad, se encuentra sumida en la tristeza más profunda. El momento de alegría se tornó en desesperanza: la llamada no se podrá dar, y en su lugar, debe afrontar la cruel realidad de que el joven que amaba ahora yace herido y que su compañero de vida se ha ido demasiado pronto.
El acto heroico de Iván no pasó inadvertido: logró repeler parte del ataque y neutralizar a uno de los agresores, demostrando valentía hasta el último segundo de su vida. Sin embargo, nada puede borrar la pérdida ni el dolor que recorre Fundación, ni el vacío que queda en el corazón de quienes lo conocieron y amaron.
Colombia llora a un héroe que, con apenas un mes de servicio, ya había demostrado un compromiso y coraje inquebrantables. Su sacrificio es un recordatorio de la fragilidad de la vida y de la violencia que irrumpe de manera inesperada, arrebatando sueños, familias y esperanzas.
Hoy, la Trocha de Los Manguitos no solo guarda ecos de disparos, sino también la memoria de un joven que se fue demasiado pronto, dejando un legado de valentía y amor hacia quienes más necesitaban de él.