16/07/2025
La Resistencia al Cambio
Nada nos aterra tanto como lo desconocido.
No importa cuán insostenible sea la realidad que habitamos, preferimos el dolor familiar antes que el vértigo de una vida nueva.
Resistimos al cambio como si en él estuviera escondida una amenaza, cuando en verdad, suele ser la única vía de redención.
Nos aferramos a hábitos, a personas, a formas de pensar, como si soltar fuera morir. Pero a veces, lo que se muere es lo que ya no sirve.
Y eso —aunque duela— está bien.
El cambio no llega para complacernos, sino para empujarnos a versiones más honestas de lo que somos.
Por eso duele. Porque arranca capas, desmantela ficciones, expone heridas que habíamos aprendido a ignorar.
Resistirse al cambio es como quedarse parado en medio del río, queriendo que el agua no fluya.
Puedes hacerlo, pero te quedarás solo, anegado, estancado.
El verdadero coraje no está en conquistar el mundo, sino en permitir que el mundo que llevamos dentro se derrumbe…
para luego reconstruirlo, con menos miedo y más verdad.