26/07/2025
Una luz entre la calle y el olvido: Magreys le celebró el cumpleaños a ‘El Bola’ en El Boro
En medio del bullicio cotidiano y el paso indiferente de los transeúntes por el sector de El Boro, una escena poco común llenó de humanidad una esquina olvidada por muchos: una mujer, con una sonrisa sincera y un corazón dispuesto, le celebró el cumpleaños a un habitante de calle conocido como ‘El Bola’.
El protagonista de esta historia, de mirada cansada pero alma noble, no esperaba regalos, ni pasteles, ni mucho menos una celebración. “El Bola”, como lo llaman todos en el barrio, cumplía 47 años, y con el pasar de los años había aprendido a que los cumpleaños, como muchas otras cosas, no eran para él.
Pero Magreys Díaz, creadora de contenido y conocida por sus obras sociales, decidió cambiarle el guion al día. “Salí como siempre a compartir alimento con los que viven en la calle, porque Dios me bendice y yo también quiero bendecir a otros”, relató. Al llegar al sector se encontró con ‘El Bola’, quien sin rodeos le dijo: “Hoy estoy de cumpleaños”.
La frase conmovió a Magreys. No lo dudó ni un segundo. Le propuso algo que para muchos parece pequeño, pero que para él fue un gesto gigante: un baño, ropa limpia, un pudín y la promesa de que ese día no pasaría desapercibido. Y así fue. Juntos celebraron su vida, esa misma que ha estado marcada por el abandono, el consumo de sustancias, y una lucha constante que sus familiares han intentado enfrentar sin lograr vencer del todo.
‘El Bola’, antes de llegar a esa situación, solía ganarse la vida vendiendo perfumes, relojes y cualquier artículo que le dejara una ganancia honesta. Salía desde el barrio San Martín con su maletín al hombro y el deseo de superarse. Pero el mundo oscuro de las dr**as lo atrapó y lo empujó a la calle, donde hoy sobrevive con la solidaridad de unos pocos.
El gesto de Magreys no solo le devolvió por un día la dignidad a ‘El Bola’, sino que también envió un poderoso mensaje de empatía y esperanza: que hasta en los lugares más sombríos puede florecer un poco de luz, si alguien se atreve a sembrarla.
Y ese día, entre abrazos, risas y el sabor dulce de un pudín, ‘El Bola’ volvió a sentirse importante. Volvió, aunque sea por un rato, a ser visto, celebrado, recordado. Porque, como dijo Magreys: “Dios me bendice… y yo solo quiero bendecir al prójimo”.