
07/07/2025
Cuando el Mundo Se Desmorona
Llega sin avisar, como una tormenta que rompe el cielo en pedazos. De pronto, mi pecho se convierte en una jaula demasiado pequeña para mi corazón, que late tan fuerte que siento que va a explotar. Es como si alguien me apretara el alma con puños de hierro, como si mi cuerpo fuera una cuerda a punto de romperse.
No puedo respirar. El aire se vuelve espeso, pesado, como si tratara de respirar bajo el agua. Cada intento es una lucha desesperada, cada bocanada un fracaso que me llena de más pánico. Mis pulmones se rebelan contra mí, olvidando cómo hacer lo que han hecho toda mi vida sin pensarlo.
Y entonces llegan las lágrimas. No como cuando estás triste, no. Estas lágrimas son diferentes, son el desborde de un alma que ya no puede contener todo lo que siente. Salen a borbotones, incontrolables, como si fuera un río roto que no puede detener su corriente. Lloro y lloro, y no puedo parar aunque quiera, aunque me duela, aunque me sienta ridícula.
Mi cuerpo tiembla como una hoja al viento, mis manos se agitan sin control, buscan algo a lo que aferrarse pero no encuentran nada sólido. Todo se vuelve borroso, el mundo se tambalea como si fuera un barco en una tormenta. Me siento desconectada de mí misma, como si fuera una espectadora de mi propia destrucción.
El pecho se me quiebra, literalmente se quiebra. Siento como si tuviera cristales rotos por dentro, como si cada respiración cortara algo profundo en mi ser. Es un dolor que no tiene nombre, que no se puede describir con palabras, que solo conoce quien lo ha vivido en carne propia.
Los pensamientos se vuelven un huracán, giran y giran sin parar. "¿Y si me mu3ro?" "¿Y si esto nunca termina?" "¿Y si todos me ven así?" Se multiplican como cuervos, llenando cada rincón de mi mente con su graznido desesperante. No puedo silenciarlos, no puedo escapar de ellos.
Quiero pedir ayuda, pero no puedo hablar. Las palabras se me atoran en la garganta, se mezclan con los sollozos y salen como sonidos rotos, como g3midos de un animal h3rido. Soy una náufraga ahog@ndose en su propia angustia, gritando en un idioma que nadie entiende.
Y después, cuando finalmente pasa, quedo vacía. Como un campo después de la guerra, como una casa después del incendio. Mi cuerpo duele, mi alma está exhausta, y me siento como si hubiera corrido una maratón sin moverme del lugar.
Eso es un at@que de ansi3dad. Eso es lo que vivo, lo que siento, lo que nadie ve cuando dicen que "no es para tanto".