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La Partida Invisible"En un pueblo pequeño, había dos hombres. Uno se llamaba Julián, vendía frutas en la plaza desde los...
18/06/2025

La Partida Invisible"

En un pueblo pequeño, había dos hombres. Uno se llamaba Julián, vendía frutas en la plaza desde los 12 años. El otro, Don Esteban, era dueño de medio pueblo, aunque nadie lo veía trabajar.

Una mañana, Julián le preguntó a Don Esteban:
—¿Cómo hizo usted para volverse rico? Yo trabajo desde que tengo memoria y no paso de lo justo.

Don Esteban sonrió sin soberbia y le dijo:
—Porque tú juegas con tus manos, yo con la mente. Tú cambias tiempo por monedas. Yo cambio ideas por activos.

Julián no entendió. Esteban se acercó y dijo:
—Yo no vendo frutas. Yo vendo el terreno donde tú las vendes.
Y se fue.

Esa noche, Julián no durmió. Por primera vez, no pensó en cuántas cajas de banano debía mover al día siguiente. Pensó en comprar el lote del frente antes de que alguien más lo hiciera.

Y ahí empezó su juego mental.

"El Principado del Destino"En lo alto de las colinas de la Riviera Francesa, donde el azul del mar se mezcla con el lujo...
17/06/2025

"El Principado del Destino"

En lo alto de las colinas de la Riviera Francesa, donde el azul del mar se mezcla con el lujo de los yates y la historia real se confunde con las leyendas, vivía Elio, un joven guía turístico de Mónaco que conocía cada callejón del principado como la palma de su mano.

Elio había nacido en un barrio modesto, fuera del glamur de Monte Carlo. Mientras otros soñaban con autos deportivos o cenas en el Casino, él soñaba con mostrarle al mundo que Mónaco no era solo riqueza y Fórmula 1: era también arte, historia y alma.

Cada mañana, se colocaba su sombrero de ala corta, tomaba su libreta de mapas dibujados a mano, y guiaba a turistas entre los jardines de Saint-Martin, el Palacio del Príncipe y los acantilados que abrazan el Mediterráneo. Pero cada noche, subía solo al mirador del Castillo y escribía sobre su sueño: fundar la primera escuela internacional de historia viva del principado.

Un día, entre el grupo de turistas, una mujer mayor se le acercó al final del recorrido. Se llamaba Madame Lucienne, una antigua profesora de historia retirada que había enseñado a nobles europeos en su juventud. Impactada por la pasión de Elio y sus relatos de la vieja Mónaco —los espías de la Segunda Guerra, las carreras clandestinas previas al Gran Premio, las leyendas del Príncipe Rainiero— decidió apoyarlo.

En menos de un año, con la ayuda de ella y otros mecenas fascinados con su idea, Elio abrió su escuela en una antigua biblioteca del casco antiguo. Su lema era claro: “La historia no se enseña, se revive.”

Su proyecto trajo estudiantes de todo el mundo y convirtió a Mónaco en algo más que una postal de lujo. Se volvió un lugar donde la historia, los sueños y las oportunidades podían coexistir.

Y así, en un rincón pequeño del mundo, un joven con una voz grande demostró que el verdadero tesoro de Mónaco no era su oro… sino sus historias.

13/06/2025

Relájate y las cosas llegaran.

"La Propina Inesperada"Mateo era un joven que trabajaba como mesero en una pequeña cafetería de su barrio. No era el mej...
13/06/2025

"La Propina Inesperada"

Mateo era un joven que trabajaba como mesero en una pequeña cafetería de su barrio. No era el mejor trabajo del mundo, pero era honesto, y cada día se esforzaba por atender con una sonrisa a los clientes, aunque muchos no se dieran cuenta.

Un martes cualquiera, atendió a un anciano que llegó solo, pidió un café y un pan con queso. Mateo lo atendió con el mismo respeto y amabilidad que a cualquier otro, incluso le ayudó a sentarse y le ofreció un poco de agua sin que se la pidiera.

Cuando el hombre terminó y se fue, Mateo encontró sobre la mesa un billete doblado: era una propina de $50.000. Muchísimo más de lo habitual. Al lado, una nota decía:

"Gracias por tratarme como si valiera. Hoy pensé que nadie lo haría."

Ese mensaje cambió algo en Mateo. Se dio cuenta de que su trabajo, por más simple que fuera, podía marcar la diferencia en el día —o incluso en la vida— de alguien. A partir de ese día, decidió que cada cliente era una oportunidad de sembrar algo bueno.

Con el tiempo, Mateo se volvió conocido en todo el barrio por su calidez. Aprendió que dar un poco más —una sonrisa, una atención sincera, un gesto amable— era como una propina de vida. Y no solo mejoró su trabajo, sino que también se convirtió en un mejor ser humano: más consciente, más humilde, más generoso.

Moraleja:
Las propinas no solo son dinero. A veces, son actos, palabras o miradas que dejan huella. Dar lo mejor de ti, incluso cuando nadie lo espera, es una forma de crecer y de inspirar a los demás. La vida siempre termina devolviéndote con interés lo que das de corazón.

“El Puente de los Imperios”En un pequeño pueblo rodeado de montañas, vivían dos jóvenes con grandes sueños: Elías, un ap...
10/06/2025

“El Puente de los Imperios”

En un pequeño pueblo rodeado de montañas, vivían dos jóvenes con grandes sueños: Elías, un apasionado constructor con la visión de crear ciudades sostenibles, y Tadeo, un estratega nato, hábil con los números y las ideas de negocio.

Ambos tenían el mismo objetivo: construir un imperio que transformara su realidad y la de su comunidad. Pero sus caminos no se cruzaron hasta el día en que una tormenta arrasó con el único puente que conectaba el pueblo con el resto del mundo.

Elías vio una oportunidad: “Si reconstruimos este puente, podemos conectar nuestro talento con el mundo”. Pero no tenía los recursos. Mientras tanto, Tadeo pensaba: “Podríamos cobrar un pequeño peaje para sostener el puente y reinvertir en más obras”. Pero no sabía cómo construirlo.

Un anciano del pueblo, que los escuchaba desde su banco de madera, se acercó y dijo:
—Un imperio nunca se construye solo. Den lo que tienen, y verán lo que reciben.

Inspirados, Elías ofreció sus manos, herramientas y planos. Tadeo aportó organización, fondos y visión a largo plazo. El puente se reconstruyó, más fuerte y hermoso que nunca.

Con el tiempo, el puente se convirtió en una vía de comercio, arte y cultura. Lo que empezó como una necesidad, se transformó en el símbolo de una alianza poderosa. La gente del pueblo comenzó a aportar ideas, trabajo, productos… y así, nació una ciudad próspera, un verdadero imperio de colaboración.

Años después, ambos amigos enseñaban a otros una verdad simple pero olvidada:
"Ayudar no es debilidad. Es la semilla que florece en grandeza cuando se riega con reciprocidad."

10/06/2025

La paciencia y la calma, logran cosas muy importantes

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