24/09/2025
Historia de Julián y Esteban usados por la politiqueros.
Julián era un joven apasionado por la política de izquierda. Creía en la justicia social, en la igualdad y en que los más pobres debían tener oportunidades reales para salir adelante. Esteban, por el contrario, era un hombre que defendía la política de derecha, confiaba en la empresa privada, en la disciplina y en que el progreso debía construirse desde la productividad y el esfuerzo individual.
Eran polos opuestos, pero compartían algo: su amor por la comunidad. Ambos eran líderes en sus barrios, reconocidos por su entusiasmo, su capacidad de convocatoria y su voz firme en cada contienda electoral. Y precisamente por eso, cada cuatro años, los mismos políticos de siempre los buscaban.
Les prometían espacios, recursos, proyectos, puestos de trabajo para sus seguidores. Julián y Esteban, con la esperanza de ver cambios reales, se entregaban a las campañas: caminaban las calles, convencían vecinos, organizaban reuniones y, sobre todo, ponían su credibilidad al servicio de quienes se decían “defensores del pueblo”.
Pero el tiempo siempre les daba la misma bofetada. Pasadas las elecciones, los políticos desaparecían. Ni llamadas, ni compromisos cumplidos, ni proyectos aterrizados en la comunidad. El pueblo seguía con las mismas calles sin pavimentar, los mismos hospitales sin médicos, las escuelas sin recursos. Los politiqueros, en cambio, aparecían de repente en lujosas camionetas, con mansiones nuevas y rodeados de lujos que solo podían salir del erario público que tanto prometían defender.
Julián se preguntaba: “¿De qué sirvió tanta lucha si los pobres seguimos igual?”. Esteban también reflexionaba: “¿De qué valió convencer a la gente, si otra vez nos usaron para llenarse los bolsillos?”.
Y así, con el paso de los años, comprendieron una verdad dolorosa: no importaba si los discursos eran de izquierda o de derecha, si hablaban de justicia social o de libre mercado… al final, los politiqueros solo buscaban poder y riqueza personal. Julián y Esteban, desde trincheras distintas, eran víctimas de la misma maquinaria.
La historia de ellos refleja la realidad de muchos líderes comunitarios: gente con sueños nobles que son utilizada como piezas en un juego de intereses mezquinos. Porque mientras el pueblo sigue esperando cambios, los políticos se enriquecen a costa de su esperanza y de su confianza.