02/07/2025
Cristo es el “sol que nace de lo alto” (Lc 1, 78). Por eso, en torno a la salida y puesta del sol se establecieron momentos de oración. Al amanecer, los Laudes, con las que se alaba a Cristo, la Luz que nace. Primitivamente se les denominaba Psalmi matutini, salmos de la mañana, pero como se cantaban los salmos que inician con la palabra Laudate, alabad, (148-150) se denominaron Laudes. Y en el ocaso, las Vísperas, con las que se alaba, se da gracias por el día, y se confiesa la fe en la Luz pese a que empiecen los momentos oscuros.
Con el rezo del Padrenuestro en los Laudes y en las Vísperas, además de rezarlo en la Misa, ya se cumplía el consejo de la Didaché de rezarlo tres veces al día. Sin embargo, el Salmo 119 indica “siete veces al día te alabo” (164). Por ello también alabó a Dios en otros cinco momentos del día: tres por el día y dos por la noche.
Entre los Laudes y las Vísperas alababa a Dios en las horas Prima, Tercia, Sexta y Nona. El Concilio Vaticano II suprimió la Prima (SC 89), y se quedaron la Tercia, Sexta y Nona, horas en que recuerdan los acontecimientos de la Pasión del Señor y la primera propagación del Evangelio.
La denominación de las horas deriva de la forma de contar el tiempo de los romanos, que dependía de las horas transcurridas desde el amanecer. Así, la Tercia es a eso de las 10 hrs., la Sexta a eso de las 12 hrs., y la Nona a eso de las 15 hrs. Sin embargo, en vez de tres momentos de oración puede haber solo uno, y en ese caso se llama Hora Intermedia, pues está entre Laudes y Vísperas.
Durante la oscuridad nocturna se alababa en dos momentos, siguiendo el consejo de San Pablo de orar en la noche (1Tes 3,10). En primer lugar, antes del amanecer, en la madrugada, a la hora en que fue María Magdalena al sepulcro, "cuando todavía está oscuro" (Jn 20, 1); por ello a este rezo se le llamó Maitines, aunque tras el Concilio Vaticano II se le cambió de nombre a Oficio de Lectura, y se desligó de la madrigada, pudiendo celebrarse el cualquier momento del día (SC 89). En segundo lugar, antes de acostarse, con lo que se completa el rezo diario; por ello, esta oración se llama Completas.