18/07/2025
DON SAUL Y SU PROYECTO PRODUCTIVO: UN TEMA QUE LO APASIONA
Saúl Heraldo García Gómez es un campesino de pura cepa, genuino y autentico. Cada palabra que brota de su boca huele a campo, a tierra húmeda, a hojorasca, a monte. Le brillan los ojos cuando habla de esa pasión que representa el campo para él. Le sale del alma, brota por su piel, es algo que hace parte integral de su vida, de su ser, es como una magia que lo atrapa, que no lo deja despegarse, es una relación íntima entre él y la tierra, la cual ama con todo su corazón. Nació hace 64 años en el Corregimiento de San Joaquín, Municipio de El Tambo, Departamento del Cauca. Aprendió de sus padres los secretos y misterios que rodean el campo. Está conectado, siempre, con los espíritus de la naturaleza, siente su energía y su aroma.
Me lo encontré de frente cuando Clemente y yo buscamos un balón que se había rodado por sus linderos, en desarrollo de un partido del Campeonato de Fútbol Masculino Cuarentón “Por la Paz y la Reconciliación” que se disputa en la vereda SANTA ROSA desde el pasado 29 de junio. Don Saúl estaba ahí, metido entre sus cultivos de arveja, maíz, cilantro, tomate, lechuga, acelga, repollo, pimentón, guayaba, cebolla, Ají, caña, pasto, plátano, piña, pitahaya, naranjas y la cría de cuyes. Caminaba, orgulloso, erguido, con la frente en alto entre los surcos bien delineados de su huerta de 1.500 metros de longitud. Se movía lento, parecía que hablara con sus hortalizas y frutales; acariciándolos, mimándolos como si fueran sus propios hijos y agradeciéndoles, tal vez, por el alimento que le proporcionan a diario para el sustento de su familia. Dice que su producción es orgánica, limpia. Qué todos los días vende a los vecinos y surte algunos negocios en las plazas de mercado de la ciudad. Que mantiene los bolsillos llenos.
Me contó que llegó a este territorio en el año de 1991 como mayordomo del señor Gilberto Satizabal y quedó encantado con el lugar y decidió quedarse. Con el paso del tiempo, don Saúl decidió comprar este pedazo de tierra donde hoy vive con su familia a quienes ya se lo heredó. Saúl es un hombre sencillo, amable y que valora las pequeñas cosas. Allí está feliz, tranquilo y vive sin afanes. Para él esta labor no es un trabajo, es una manera de entretenerse, recrearse y divertirse. Dice que sin agricultura no hay vida. Afirma, igualmente, que no se requiere de grandes extensiones de tierra para tener un cultivo rentable y productivo.