17/09/2025
MEDELLÍN CLAMA JUSTICIA POR NAIRKEL: EL NIÑO DE 4 AÑOS QUE MURIÓ VÍCTIMA DE TORTURAS POR PARTE DE SU PADRASTRO.
La corta vida de Nairkel Aldrain Botía Manrique, de apenas 4 años, terminó en medio del dolor y la indignación. Tras tres días de agonía en el Hospital General de Medellín, el niño falleció el martes 16 de septiembre a las 3:43 de la tarde, después de sufrir una brutal agresión en su propia casa, en el barrio Castilla.
El alcalde Federico Gutiérrez confirmó la noticia que estremeció a la ciudad:
“Luchó durante 3 días para mantenerse con vida. No pudo más. Los golpes que le generaron tantas heridas acabaron con su vida. Alias Lámpara, de la estructura criminal Los Mondongueros, fue el responsable de este acto criminal”.
UN ATAQUE CRUEL E INEXPLICABLE
De acuerdo con la Fiscalía Seccional Medellín, el pasado sábado 13 de septiembre, Cristian Alexis González Gallego, alias “Lámpara”, presunto integrante de Los Mondongueros, habría descargado toda su violencia contra el niño. Primero lo golpeó, lo lanzó al piso y luego lo agredió con un machete.
La madre intentó intervenir, pero también fue atacada. El in****no que ambos vivían estaba marcado por un ciclo constante de maltrato físico y psicológico.
EL DOLOR DE UNA VIDA TRUNCADA
Nairkel había celebrado su cumpleaños número 4 apenas once días antes. En lugar de crecer rodeado de juegos y amor, tuvo que vivir entre el miedo y los golpes. Su padre biológico, de origen venezolano, contó entre lágrimas cómo fue apartado del niño desde que la madre inició la relación con alias Lámpara:
“No sabía nada de mi hijo. Su pareja actual me prohibía verlo. Yo pedía acercarme, pero me lo negaban”.
UN PAÍS INDIGNADO
La noticia despertó dolor y rabia en Medellín y en todo el país. Organizaciones sociales, defensores de derechos humanos y vecinos exigen la máxima condena para el responsable. Pero más allá del proceso judicial, la muerte de Nairkel deja una pregunta: ¿cómo un niño atrapado en un ciclo evidente de maltrato no fue rescatado a tiempo?
MEMORIA Y JUSTICIA
Nairkel se convierte en un símbolo de la deuda pendiente con la niñez. Su historia no puede quedar como una cifra más, sino como un llamado urgente a fortalecer las rutas de protección y a no guardar silencio frente al maltrato.
Medellín despide a este pequeño con una voz unánime:
“NI UNA VÍCTIMA MÁS. QUE SE HAGA JUSTICIA PARA NAIRKEL”.