29/11/2025
🟥 INVESTIGACIÓN MAGDALENA TELEVISIÓN
URIBE Y EL DISCURSO DEL MIEDO
Cuando la alarma democrática se usa para ocultar viejas verdades
Mientras Álvaro Uribe Vélez advierte sobre una supuesta “destrucción democrática” si sus contradictores políticos llegan al poder, desde Magdalena Televisión Investiga surge una pregunta obligada:
¿quién ha gobernado realmente el país durante las últimas dos décadas y con qué resultados?
El expresidente, convertido hoy en jefe moral de su sector político, vuelve a levantar la bandera del miedo electoral, señalando enemigos, pronosticando catástrofes y presentándose, una vez más, como el único salvador posible de la nación. Un libreto repetido que Colombia ya conoce.
Sin embargo, bajo ese discurso apocalíptico persiste una realidad incómoda: los mayores escándalos de corrupción, parapolítica, falsos positivos, concentración de tierras y persecución a opositores se incubaron precisamente en los gobiernos que hoy se presentan como los guardianes de la democracia.
Medios, poder y verdades incómodas
Desde que el Gobierno actual de Colombia empezó a ejercer y a destapar verdades incómodas, también empezó a pisar los callos de los dueños de los grandes medios de comunicación. Desde entonces, sectores mediáticos, políticos y económicos —en abierto contubernio— han atacado de forma sistemática las iniciativas y los aciertos del Gobierno nacional.
Esta ofensiva no se limita al escenario colombiano. La alianza entre la derecha y la ultraderecha en la región opera en sintonía con los intereses del Gobierno de Estados Unidos, buscando desestabilizar al presidente de la República. En ese contexto, se ha llegado incluso a poner al presidente en escenarios de persecución internacional, afectar a ciudadanos colombianos en el exterior y mantener sobre el país amenazas veladas de intervención o presión territorial.
Uribe acusa, anticipa tragedias y siembra desconfianza institucional, pero evade una verdad central: el país no se destruyó con la oposición en el poder, sino que cargó durante años con las consecuencias de un modelo que privilegió a unos pocos y dejó profundas heridas sociales.
Decir que Colombia “se perdería” si sus adversarios ganan es, en el fondo, una estrategia política basada más en el miedo que en las propuestas, más en la descalificación que en la autocrítica.
Hoy, cuando se habla de elecciones 2026, el verdadero debate no es quién destruye la democracia, sino quién ha mentido sistemáticamente para conservar el poder, quién ha gobernado sin responder por los saldos sociales de pobreza, violencia y desigualdad que aún persisten.
Porque si algo ha demostrado la historia reciente de Colombia es que el país no se perdió cuando la derecha dejó de gobernar, pero sí pagó costos altísimos cuando el poder se ejerció sin controles, sin verdad y sin justicia.