03/08/2025
Si por un instante se nos permitiera bajar la guardia, despojarnos de la armadura y externar que de hombría estamos hartos. Hartos, tal vez, de dar siempre lo que ellas esperan y lo que suponen es nuestro rol. ¿Qué tal si nos mostráramos tal cual somos? Vulnerables, imperfectos, erráticos y cansados de fingir. Porque aún siendo de hierro, hemos de vencer las mismas tentaciones. Un hombre nunca presume las que pierde, las heridas las lamemos en soledad. Y tal vez cuando lloramos no lo hacemos por esa ocasión en que nos salen las lágrimas sino por todas aquellas que nos hemos contenido. Porque hemos de gritar en el abismo del insomnio y soledad nuestras frustraciones y congojas. No hay cabida para la queja. Y qué tal, me pregunto, ¿qué tal si nuestro mayor esfuerzo nunca les es suficiente? Más nos valiera no haber nacido hombres porque “los hombres no lloran”.
Entre más sufre el hombre en silencio, más sabio se hace. Qué ironía...¡Ya mu**to será un genio!
—César Sánchez Manríquez