24/08/2025
Capitanejo, la joya turística que brilla en el límite entre Santander y Boyacá
Con sus paisajes imponentes, clima cálido, tradición cultural y una gastronomía inigualable, el municipio de Capitanejo se está consolidando como un destino imperdible en el nororiente colombiano y un punto clave para el turismo sostenible en la provincia de García Rovira.
Este municipio santandereano, que acaba de celebrar 392 años de historia, cuenta con cerca de 9.000 habitantes y una ubicación privilegiada: es la puerta de entrada a Santander desde Boyacá. Allí, los viajeros encuentran cañones, montañas, ríos y una biodiversidad única que lo convierten en un escenario ideal para el turismo rural, ecológico y comunitario.
“Capitanejo ha pasado por todas las etapas de la historia: la violencia, la prosperidad… y hoy queremos que sea reconocido por su riqueza natural, cultural y humana. Invitamos a los boyacenses y colombianos a que nos visiten: tenemos un clima ideal, tres ríos, tradición, gastronomía y una hospitalidad que nos caracteriza”, aseguró un habitante consultado por Boyacá Sie7e Días.
Capital caprina y tabacalera de Colombia
La identidad de Capitanejo está marcada por dos tradiciones: la cría de cabros y el cultivo de tabaco. “Aquí los animales se crían de manera natural en las montañas, alimentándose de orégano y cují, lo que le da un sabor único a la carne. El cabro sudado es nuestra insignia gastronómica”, cuentan orgullosos sus pobladores.
Durante décadas, el tabaco fue el motor económico de la región, albergando tres grandes empresas del sector. Aunque hoy estas compañías no permanecen, la huella cultural y económica de esta tradición sigue presente en la memoria colectiva.
La riqueza agrícola también destaca: melón, patilla, mango, mandarina, naranja, piña, maíz y caña de azúcar, entre otros productos, posicionan a Capitanejo como un territorio fértil y lleno de sabor.
Turismo en crecimiento
Hoy el turismo se proyecta como el nuevo motor económico. Empresarios locales han invertido en hoteles y restaurantes, mientras se gestionan recursos para mejorar la infraestructura vial y de servicios públicos. Una de las apuestas más llamativas es la conexión con el nevado de El Cocuy, ruta que promete impulsar el ecoturismo en la región.
El reto principal, según explican habitantes, está en garantizar un sistema de agua potable que permita atender el crecimiento turístico y poblacional.
Un paraíso natural y cultural
Capitanejo sorprende por sus atractivos: la imponente caída de agua “La Chorrera”, de casi 100 metros; pozos naturales como el de Gorguta; senderos para el avistamiento de aves —desde diminutos colibríes hasta el majestuoso cóndor andino en su vecino Cerrito—; así como recorridos por el Cañón del Chicamocha, que inicia en Chiscas (Boyacá) y se abre paso en este municipio.
En lo cultural, se destacan los murales urbanos que rescatan la herencia indígena chitarera y muisca, el festival “Chicamocha Fest” liderado por jóvenes artistas, y la iglesia gótica de San Bartolomé, donde el santo patrono porta su propia piel como símbolo de martirio.
Un tesoro en García Rovira
Capitanejo hace parte de una provincia con gran diversidad natural y cultural. Desde el páramo de Almorzadero con su laguna La Domina, hasta la laguna de Ortices en San Andrés, pasando por la tradición lanar de Concepción y los balcones naturales de Macaravita, García Rovira ofrece experiencias auténticas para los viajeros.
La gastronomía es otro atractivo imperdible: ovejo asado, queso de hoja, galletas cucas, gallina criolla, envueltos de mazorca y, por supuesto, el infaltable cabro sudado.
A solo 8 horas de Bogotá por la Troncal Central del Norte y a 4 horas de Duitama, Capitanejo se perfila como un destino que enamora a quienes lo visitan. Porque como aseguran sus pobladores, “el que viene, seguro vuelve”.
Fuente: Boyacá Sie7e Días