
08/07/2025
Diomedes y Miriam del Dificil Magdalena a quien el cacique le cantó, Mi Profecía... "Y ahora cuando yo me case con Miriam, habrá otro parrandero organizado.
Fue en aquella época, la década del setenta cuando Diomedes Díaz, era un cantor que vestía como campesino, visito la población de El Difícil Magdalena, allí conoció a la bella Miriam
En ese pueblo su voz parrandera sobresalía con los acordeones de los nativos Carlos Arrieta y “El Niño” Tovar, quienes lo acompañaban a serenatear a la hermosa mujer. Diomedes tratando de acercarse a la preciosa Miriam comenzó a frecuentar ese pueblo viajando en los buses que de Valledupar hacían la ruta hasta Plato y aprovechando que los padres de la joven permanecían en su hacienda, fueron varias las semanas que en complicidad con sus amigos le llevó serenata a su ventana. Para una fiesta del pueblo Diomedes se presentó acompañado por Andrés Manuel Ruiz a pedir la mano de Miriam para llevarla al altar.
La presencia del cacique no fue bien recibida; insultos que iban y venían, humillado, por no tener nada que ofrecerle y la presencia de vestimenta que tenia, el padre jamas iba aceptar entregarle la mano de su hija. Diomedes se marchó con la humillación consigo y destrozado se fue a beber hasta una estación de policía que estaba al lado de la oficina de Copetran y en el primer bus que pasó se regresó al Valle. Aquel trancazo sentimental no lo derrotó y siguió los amores con Miriam, a ella le dedicó Mi Profecía. Diomedes creció artísticamente, se hizo famoso y cuando grabó Tres Canciones, donde nombra la famosa ventana marroncita, le hizo creer a Miriam que a ella se la dedicaba pues coincidencialmente tenían el mismo color las ventanas, fue hasta allí donde llegaron aquellos amores, la mentira acabó con todo, pues Miriam estaba enterada del próximo matrimonio de él con Patricia Acosta.
Desconsolada aceptó la oferta de sus padres de irse a estudiar al exterior y desde entonces vive fuera del país, donde la ausencia y la distancia le ayudaron a olvidar aquella anhelada profecía que nunca se cumplió.